Thursday, November 29, 2007

Máxima Traición

La ley del Talión amoroso
Ricardo Martínez García


Lo que aparentemente comienza como el secuestro de una niña, poco a poco se desvela como la complicada y bien planeada estrategia para castigar a un esposo desleal hasta destruirlo completamente, como venganza a su traición, en un angustiante filme, repleto de tensión sicológica.

Pierce Brosnan, actor irlandés de 54 años famoso entre otros trabajos por haber encarnado a James Bond, el agente 007, protagoniza Máxima Traición (Butterfly on a Wheel, 07), drama dirigido por Mike Barker y coprotagonizada por María Bello y Gerard Butler.

Brosnan, ya lejos de las escenas de acción que requería filmar como el famoso agente británico, o de películas como El pico de Dante, El caso Thomas Crown o El sastre de Panamá, encuentra en esta cinta una manera clara y contundente de mostrar sus dotes de actor de carácter, tal vez más que en El Matador.

El personaje que interpreta Brosnan, Ryan, es despiadado pero a la vez mesurado y contenido, sabedor del control que ejerce sobre unos destrozados padres de familia al comunicarles que tiene bajo su poder a su pequeña hija y que los tendrá totalmente a su disposición durante 24 horas. Dicho personaje lo muestra como un sicópata que goza con el sufrimiento ajeno. La angustia de los padres se desborda porque no tienen ni idea de lo que Ryan realmente quiere.

Gerard Butler, actor escocés con una poco conocida pero fructífera carrera tanto en teatro, televisión y cine (sus trabajos en este último renglón incluyen el protagónico en El fantasma de la ópera –la versión de Joel Schumacher-, y su participación en El reino del fuego y 300, y que alguna vez fue propuesto para sustituir a Brosnan en la franquicia del Agente 007), realiza el papel de Neil Warner, ejecutivo estrella de la empresa para la que trabaja, casado con la atractiva Abby (Maria Bello) y padre de la tierna Sophie, pero que al tener todo lo que se puede desear, se extralimita y deja de ser sincero consigo mismo.

El personaje más imprevisible de los tres es el que interpreta María Bello, la abnegada Abby, quien al celebrar su cumpleaños planea salir con sus amigas, aprovechando que su esposo tiene una junta con su jefe en la casa de campo de éste.

La pesadilla comienza cuando los esposos se trasladan de su casa, en los acomodados suburbios de Chicago, al centro de la ciudad, donde ella verá a sus amigas y él verá a su jefe. Al subir a su Land Rover no se percatan de la presencia de Ryan, quien los amaga con una pistola y les dice que tiene en su poder a su hija. Luego obliga a Neil a sacar todo el dinero de su cuenta bancaria, para de inmediato prenderle fuego a los billetes y lanzarlos a un río. Después los obliga a entregar paquetes de los que no saben qué contienen ni para qué se les piden que los entreguen.

Los esposos con sus desavenencias y todo (pues Neil constantemente pone en riesgo a su hija al desobedecer las instrucciones de Ryan, ante el enojo de Abby), están de acuerdo en que harán todo lo que Ryan les pida, con tal de que éste no le haga daño a Sophie, pues están dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para salvaguardar a la niña.

La película resulta angustiante porque plantea los sentimientos de unos padres ante el secuestro de su hija. La impotencia, la desesperación de saber que alguien ha tomado el control de sus vidas y que con ello los pone completamente a su servicio, nos hace sentir nuestra propia vulnerabilidad en toda su crudeza y no solo la de ellos. Y si a esa impotencia añadimos la pérdida completa de nuestros ahorros y del empleo tan solo en unos minutos, la situación se torna completamente desastrosa.

De hecho, la película había sido titulada Shattered, algo así como destrozados, pero la producción prefirió el más poético título de Butterfly on a Wheel. Al parecer el título hace alusión a un poema de Alexander Pope, la Epístola al Dr Arbuthnot, escrito en 1735, que a su vez se refiere a un tipo de tortura con una rueda que estira el cuerpo. En México, como siempre, los tituladores en busca de la creatividad perdida le han puesto Máxima Traición, título que ciertamente hace alusión a parte del argumento.

Aunque el trabajo de Brosnan es muy cumplidor, el peso dramático lo carga Butler, pues tiene que interpretar a un personaje sobrado de sí mismo, que siempre cree ser más listo que los demás, pero ve destruida su vida en muy poco tiempo, y aún así insiste en engañar a su esposa, sin darse cuenta de que se engaña a sí mismo.

Si usted es infiel, piensa serlo o alguna vez ha sentido el deseo o la tentación, no se la pierda, pero sobre todo no deje de verla si usted ha sido víctima de la infidelidad.

Monday, November 26, 2007

El Orfanato

Juegos siniestros en El orfanato
Ricardo Martínez García

Un niño adoptado suele jugar con amigos que su madre considera “imaginarios”, pero que no lo son tanto. Llega el momento en que ella es incapaz de distinguir lo real de lo fantasmagórico, luego de escalofriantes sucesos en su vieja residencia, en esta cinta del español J. A. Bayona y que cuenta en su reparto con dos viejos conocidos: Geraldine Chaplin y Edgar Vivar.

Con buen ritmo y excelente edición, además de una siempre oportuna partitura musical, la cinta logra atrapar la atención del espectador desde el principio. Presentada por Guillermo del Toro, la película arranca auténticos sobresaltos y escalofríos, sin ser la típica película que recurre a efectos especiales para despertar algo en el espectador.

Laura (Belén Rueda) es una mujer que de niña vivió en un orfanato hasta que fue adoptada. Ya de grande ella junto con su esposo Carlos (Fernando Cayo), adopta a su vez a Simón (Roger Príncep), un pequeño niño portador de VIH, y viven en el enorme edificio que había sido el lúgubre orfanato de su infancia, el cual desean convertir en hogar de niños discapacitados.

El tierno y dulce Simón de pronto dice que tiene un nuevo amigo llamado Tomás, además de los imaginarios que se suelen dar en la infancia, el cual conoce dentro de unas misteriosas grutas a la orilla del mar a las que va a pasear y explorar, en unos escenarios imponentes y a la vez ominosos.

Simón le pregunta a su madre si puede invitar a Tomás a su casa y ésta le dice que sí, siempre pensando que la fantasía del niño no tiene límites. Inocentemente Simón deja pequeñas conchas de mar a lo largo del camino desde las cuevas como pistas para que Tomás no se extravíe, al estilo del juego que ha aprendido de sus amigos “imaginarios”. Lo que no sabe Simón es que Tomás ha vivido en su casa... mucho tiempo antes.

Un día Laura recibe la visita de una anciana “trabajadora social” que le entrega un grueso expediente de Simón, con información sobre sus padres biológicos y otras cosas. La anciana abandona la casa en no buenos términos y por la noche regresa clandestinamente para ocultarse en una especie de cobertizo, en donde Laura la descubre y aquella huye ¿Qué hacía allí la trabajadora social?

Durante una fiesta, Simón insiste en que su madre lo acompañe a conocer la “casita” de Tomás, pero ella le dice que no, que hay que atender a los invitados. Ante la insistencia del pequeño, Laura se enfada y lo abofetea, y le dice que si no quiere bajar pues que se quede en su cuarto.

Luego de un rato, Laura va a buscar a Simón pero el niño no está. Lo busca por toda la casa y entre los otros niños que han ido disfrazados. Laura alarmada y desesperada por no encontrar a su hijo lo va a buscar a las grutas, ya inundadas por la marea. Lo único que logra es fracturarse una pierna. No hallan a Simón, ni con la ayuda de los guardacostas.

Seis meses después, el estado de ánimo de Laura se encuentra en su nivel más bajo. Ha revisado el expediente de la supuesta trabajadora social, tan sólo para descubrir que se trataba de una ex cuidadora del orfanato en los tiempos en que ella fue adoptada. Tal cuidadora tenía un hijo llamado Tomás, quien tenía una malformación que lo obligaba a utilizar una especie de máscara (Laura recuerda claramente haber visto a un niño con el mismo “disfraz” en la fiesta en que Simón desaparece).

Los compañeros de Tomás, según se entera Laura, le jugaron una broma siniestra, de la cual resultó que Tomás perdió la vida. Su madre entonces se venga de los niños bromistas.
Demacrada y consumida, Laura todavía mantiene la esperanza de encontrar a su hijo, así es que acude a una conferencia de un investigador de fenómenos paranormales, el profesor Balabán (Edgar Vivar, el viejo colaborador de Chespirito), quien a su vez la conecta con la vidente Aurora (Geraldine Chaplin, cuyo magnetismo y presencia imponen en la cinta). Ambos tratan de ayudar a Laura, ante el escepticismo de su esposo.

En lo que tal vez representa la escena más escalofriante de la cinta, Aurora se instala en la habitación que antes había sido el dormitorio de los niños cuando la casa era orfanato, con el fin de tratar de ver algo que ayude a la localización de Simón. La sesión síquica, dirigida por Balabán, quien ayuda a entrar en trance a Aurora, ofrece algunos resultados: alcanzan a oír y registrar las voces de niños que juegan pero a la vez están atrapados o encerrados.
Aurora señala que ve confusamente a los niños, en un lugar oscuro, y nada más. Carlos, el esposo de Laura no puede más con la tensión y corre a la vidente con todos los miembros de su equipo.
Antes de marcharse, Aurora le dice a Laura que sólo con su fortaleza podrá encontrar a su hijo. Carlos decide que lo mejor será que ambos se marchen de esa casa, pero Laura le pide unos días y ella permanece.

Laura, una vez sola en la casa, arregla los muebles como si fuera todavía el orfanato e invoca a los niños muertos –ex compañeros suyos-, entonces ellos aparecen y juegan con ella el juego de seguir las pistas ocultas. Es así como Laura halla una entrada oculta hacia una especie de sótano (la “casita” de Tomás) y ahí encuentra el cadáver de Simón. Como en el juego, quien sigue todas las pistas exitosamente se gana la realización de un deseo; los niños le piden que a Laura que pida un deseo: ella pide que regrese Simón. Entonces su hijo despierta y le pide que cuide de todos ellos.

La cinta termina cuando Carlos regresa a la casa y deposita unas flores en una lápida dedicada a Laura y Simón. Si te gustan las buenas películas de terror, no te puedes perder El orfanato.

Wednesday, November 21, 2007

Nick Cave

Más que un trovador de Saloon
Ricardo Martínez García


El trabajo musical de Nick Cave se remonta desde la segunda mitad de la década de los setenta y llega hasta nuestros días, con una sólida carrera con su grupo, The Bad Seeds, e incursiones en el mundo del celuloide. Su trabajo más reciente para el cine es el soundtrack de la cinta El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford.

Cave ha mantenido un trabajo musical constante desde que tuvo la idea de reunir, en 1983, a un grupo de alto voltaje con su viejo amigo Mick Harvey, con el guitarrista alemán Blixa Bargeld, de Einstürzende Neubauten y el bajista inglés Barry Adamson, de Magazine (que después sería sustituido por Martyn P. Casey), y hacerse llamar The Bad Seeds.

El grupo ha producido más de quince grabaciones en estudio, además de recopilaciones y presentaciones en vivo y de música para cine. Por si fuera poco, Cave ha escrito tres libros hasta ahora, entre los que destaca And the Ass Saw the Angel.

Nick Cave, australiano de cara adusta y gesto furibundo (dicen que forma parte de un club semi secreto llamado Los hijos de Lee Marvin, que agrupa a artistas parecidos al actor, supuestamente organizado por Jim Jarmusch), fue fundador junto con Mick Harvey del grupo Boys Next Door en 1977, y llamado posteriormente Birthday Party en 1980.

Poseedor de una potente voz de barítono, Cave mantiene obsesiones líricas que van desde temas como el amor sexual a la sofisticada reflexión religiosa de inclinación cristiana, pasando por la descripción de la vida cotidiana desde sus ángulos más oscuros, así como la recuperación de mitos primigenios y leyendas tradicionales. Tales son las razones por las que se le liga con otros compositores y cantantes como Tom Waits, Leonard Cohen o Jarvis Cocker.

La carrera de Nick Cave and The Bad Seeds, nombre que hace alusión a las semillas de la mariguana y que también fue el nombre de un grupo tejano de la década de los sesentas, se ha caracterizado por contar con una marcado estilo propio que los identifica plenamente, pero sin carecer de la debida experimentación musical.

El estilo del grupo, que se ganó la etiqueta de post punk en sus primeros años y trabajos (y que lo colocó cerca de grupos como Pere Ubu) fue enriquecido con la influencia de David Bowie, Lou Reed, Roxy Music y Ramones, entre otros.

El grupo no ha dejado de sorprender a sus fans más fieles (aunque perdió a muchos no tan fieles y ganó bastantes nuevos adeptos) desde que en 1990 lanzó The Good Son, grabado durante su estancia en Sao Paulo, el cual significó una ruptura con sus orígenes punketos, pues cuenta con un fuerte lirismo religioso y bellos arreglos orquestales, sin la fuerza casi violenta de sus anteriores discos.
Cuando lanzaron The Murder Ballads (96), hacía rato que había cambiado la vieja clasificación con la que se les ubicaba. El álbum rescata canciones tradicionales originarias del oeste norteamericano de estilo folk o country, y ofrece dúos con P J Harvey (hermana de Mick) y Kylie Minogue; además modificó sensiblemente la percepción musical sobre su multigenérica carrera.

Canciones como Foi Na Cruz, The Weeping Song, The Good Son, Where the Wild Roses Grow, Time Jesum Transeuntum et non Riverentum son una muestra del rango musical que imprime Cave a sus composiciones.

Uno de los discos más íntimos, personales y melancólicos de Cave y sus Malas Semillas es el titulado The Boatman´s Call (97), el cual le hizo ganar respeto por su lograda amalgama con el blues y una lírica romántica religiosa, con un estilo musical limpio, sobrio y maduro y composiciones construidas alrededor del piano interpretado por el propio Cave.

Nick Cave en el cine

Cave ha colaborado como actor en dos filmes de Wim Wenders: Las Alas del Deseo (87), y cuatro años después en Hasta el fin del Mundo; ha participado también en documentales como en September songs: The music of Kurt Weill (91), y en Leonard Cohen: I´m your man (05). Se pueden escuchar algunas de sus composiciones en películas como Scream 3, con la canción Red Right Hand, o en Shrek 2, con un fragmento de People ain´t no good interpretado por un triste Capitán Garfio al piano.

Ha compuesto también tres soundtracks: Ghosts… of the civil dead, To have and to hold (ambos en colaboración con Mick Harvey y Blixa Bargeld), y The proposition. Pero su trabajo como compositor de la música, junto con Warren Ellis, para El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford (07), del director australiano Andrew Dominik, representa su más reciente colaboración cinematográfica.

La música de esta película resulta tranquila, lánguida y melancólica, utilizada para ambientar el carácter rural de los escenarios o para enfatizar algunas elipsis. El estilo no es novedoso, pues recuerda algunos momentos musicales de The Murder Ballads (álbum muy próximo, musical y líricamente, al ambiente rural de fines del siglo XX norteamericano) o de The Boatman´s call.

El resultado del trabajo de Cave y Ellis es un complemento más que discreto para la larga trama argumentativa enfocada en los detalles sicológicos de los protagonistas, en los que se resalta su ambigüedad moral: el cobarde no era tan cobarde (sus discusiones con Jesse James así lo muestran, además de su lucha interna) y James no es tan valiente (pues también él mata por la espalda y maltrata indefensos) mostrando su paranoia cada vez que puede.

Cave aparece al final de la película como trovador de saloon, cantando con su guitarra unas coplas nada halagadoras sobre Robert Ford, quien presente y borracho en el lugar se enfada con el cantante, al punto de echar bala y darse a conocer: “yo soy Robert Ford, y no eran tres sino dos los hijos de Jesse”, aclara.

Friday, November 16, 2007

La historia desde el celuloide

Ficción dramática y crítica real
Ricardo Martínez García
Tres cintas de reciente exhibición nos muestran aspectos importantes de la historia contemporánea y a los Estados Unidos como el sujeto central en dos de ellas, con elementos críticos y desmitificadores. La Tierra de la Gran Promesa, La Lista Negra y Leones por Corderos son filmes que nos muestran historias de inmigrantes, de judíos en la Segunda Guerra Mundial y de la lucha interna de una periodista y un profesor contra las decisiones de su gobierno, que reflejan hechos históricos con mayor o menor rigor pero que siempre inducen a una reflexión crítica sobre el mundo en el que vivimos, con sus contradicciones y sus virtudes.

La Tierra de la Gran Promesa

Película coproducción italiana, alemana y francesa, ubicada a finales del siglo XIX, La Tierra de la Gran Promesa (Nouvomondo, Emanuele Crialese, 06) narra la historia de Salvatore Mancuso, campesino que desesperado ante la pobreza que vive en su natal Sicilia, acude a un pequeño santuario en la cima de una pedregosa montaña en busca de una señal que decida su futuro.

La señal le llega por conducto de uno de sus hijos: le enseña unas fotos (que su abuela le había pedido quemar por considerarlas malévolas) en las que se muestran –trucadamente- un árbol del cual penden enormes monedas como si fueran sus frutos, o unos gigantescos vegetales en manos de campesinos. ¿Dónde se encuentran tales prodigios? Por supuesto, en América, que es a donde, luego de contemplar las imágenes, decide irse con todo y su familia.

El viaje al nuevo continente es largo y sufrido: cientos de inmigrantes han tenido el mismo deseo de alcanzar la tierra de las grandes oportunidades, y todos viajan hacinados y en confusión dentro del vientre oscuro de un trasatlántico.

Al llegar a la “tierra prometida”, el ingreso no resulta tan sencillo ni fácil. Las autoridades migratorias, siguiendo una política muy específica, los retienen y les aplican exámenes físicos y sicológicos –humillantes para muchos de ellos, pues vulneran su sentido de dignidad- con el fin de determinar su ingreso con base en las habilidades necesarias de trabajo y desarrollo de aquellos a los que acepten como nuevos residentes.

Muchos de los migrantes, es cierto, son personas sin educación, supersticiosas, pero la mayoría va con la ilusión de trabajar y de ser personas de bien. Tal es el caso de Salvatore (Vicenzo Amato), quien cuida de su madre y sus dos hijos e incluso durante el viaje logra apalabrarse con una inglesa para casarse, pero se lleva una desagradable sorpresa cuando le dicen que su madre (la única que verdaderamente se ha dado cuenta de que algo anda mal en las maneras de hacer de los americanos) ha resultado ser “débil mental”, así como su hijo menor no apto para el trabajo, según los resultados de los exámenes practicados.

Ante la disyuntiva que las autoridades le proponen de repatriarlos a todos o sólo a los rechazados, Salvatore ofrece un discurso lleno de sinceridad y sentido común. Les dice que no ve por qué su madre no puede quedarse con ellos si es él quien se hará cargo de ella, además argumenta que no ve problemas puesto que se trata de entrar a La Tierra de la Gran Promesa de trabajo.

En la vida real no han cambiado mucho las cosas: ahora la migración, ya no de italianos y otros europeos sino de mexicanos hacia los Estados Unidos –para no hablar de la de otros latinos o la que realizan africanos y asiáticos hacia Europa- se realiza mayormente de forma ilegal (ante las enormes trabas que representa lo legal) y está acompañada de viajes a través de peligrosos desiertos y de enfrentamientos con los todavía más temibles agentes migratorios, coyotes y asociaciones de minuteman, pero las humillaciones, la explotación, la discriminación siguen tan vigentes como entonces.

No obstante, las necesidades sociales no cubiertas en los países de origen –contra las cuales poco se hace- siguen siendo la raíz perpetua de la migración.

La lista negra

En La Lista Negra, (Zwartboek, 06) el director holandés Paul Verhoeven, conocido por sus cintas Bajos Instintos, Robocop e Invasión y quien durante su infancia atestiguó escenas aéreas de la Segunda Guerra Mundial, nos muestra, a través de un trabajo excelente de fotografía, un clima de confusión, traiciones, lealtades insospechadas y pasiones oscuras que enmarcaron al conflicto bélico.

Rachel Steinn (Carice van Houten) es una judía que vive con una familia cristiana en la Holanda ocupada a fines de 1944, la cual le ha dado protección ante las deportaciones alemanas.

Un día, mientras toma el sol, ve cómo unos aviones bombardean la granja en la que vive la familia cristiana, así que se salva de milagro. Luego, mientras se esconde en casa de un amigo, un supuesto agente de la resistencia holandesa le ofrece ayudarla a salir del país, pero le dice que lleve dinero. Ella acude al abogado y apoderado de su familia para pedirle dinero, el cual obtiene.

Rachel no es la única judía que trata de salir de Holanda, así que con un grupo de judíos es conducida hasta un bote que navega por los pantanos, pero no por mucho tiempo: de pronto aparece una patrulla nazi y los ametralla. Rachel logra lanzarse al agua y sobrevive. Luego se une a la resistencia holandesa y le encomiendan la misión de seducir al comandante nazi Ludwig Muntze, líder de la ocupación, lo cual logra con creces a tal grado que terminan realmente enamorados.

Luego de muchas peripecias, Rachel se da cuenta de que fue víctima de una bien planificada organización dedicada a robar y matar a judíos ricos con el pretexto de ayudarlos a salir del país.
Lo que no sabe es que están involucrados en la organización varios supuestos agentes de la resistencia, su abogado familiar y un oficial nazi. Todo eso lo descubrirá luego del fracaso de una operación de rescate del hijo capturado del líder de la resistencia, fracaso debido a la traición de su abogado y del jefe de la operación de rescate. Rachel es exhibida como traidora por los nazis y encarcelada.

Mientras tanto, Muntze tambiénes víctima de su propia acusación de traición por intentar negociar una tregua con los líderes de la resistencia, pues lo que quiere es evitar más muertes innecesarias. Dichas razones no son consideradas admisibles por parte de su general supervisor Kräutner y determina su ejecución por traición.

Una amiga de Rachel opera el escape tanto del comandante como de Rachel, cosa que éstos logran en el momento justo en que Alemania capitula y los holandeses celebran la llegada de los norteamericanos.

Con el afán de saldar cuentas pendientes Rachel, acompañada del fugitivo comandante Muntze, visita a su abogado con la clara sospecha de que él es el traidor. Es así como obtiene un pequeño libro negro donde el abogado registraba todas sus notas en las que daba cuenta de nombres y fortunas de sus clientes judíos, los cuales daba a conocer al oficial nazi (el mismo que acusa de traición al comandante), al “agente” de la resistencia que “ayudaba” a escapar a los judíos y al médico que los atendía. Entre los cuatro sostenían el sistema de robo y asesinatos.

La visión de Verhoeven es que en un conflicto de esas dimensiones, no puede haber o considerarse la existencia de bandos buenos o malos, en ambos bandos hay de todo, hubo tanto gente decente como personas infames entre los judíos, los nazis, entre los norteamericanos y todos los grupos involucrados. También es cierto que moral y socialmente todos los contrincantes perdieron, pero sí hubo grandes ganadores, al menos económicamente: las compañías productoras de armamento e insumos para la guerra.

Al llegar los norteamericanos a Holanda no regresa necesariamente el orden, e incluso permiten la colaboración de agentes nazis, como la del general Kräutner que, tras ser recapturado el comandante Muntze, insiste en hacer válida su sentencia de ejecución, ante la pasividad y complacencia de los oficiales americanos, cuando su crimen consistió en acordar una tregua con el “enemigo”.

Rachel, al final de la película logra rescatar joyas y dinero robados y con eso funda un kibbut en Israel, el cual se haya en constante alerta contra los ataques de árabes o palestinos. Esto nunca acabará, parece expresar Rachel.

Leones por corderos

Robert Redford es un actor y director emblemático de la industria del cine independiente en los Estados Unidos. Fundador del Sundance Festival, Redford presenta en Leones por Corderos (07) tres escenarios donde transcurre la película como un buen ejercicio autocrítico:

1. El senador Jasper Irving (Tom Cruise) se encuentra en su oficina con la periodista Janine Roth (Meryl Streep) y le anuncia en exclusiva el inicio de una operación militar que hará lo que tenga que hacer para que según él, se obtenga el triunfo norteamericano en Afganistán. Ambos se enfrascan en un debate en el que el senador invita a reconocer los errores tanto del gobierno como de la prensa ante la guerra contra “el terror”, que señala Roth le ha llevado a su gobierno más tiempo que el que estuvieron en la Segunda Guerra Mundial.

Irving nunca señala en qué consistieron los errores del gobierno, sólo reconoce que han incurrido en ellos, pero deja ver que los errores anteriores se cometieron por la ambición política –que él mismo rezuma, aún cuando afirma que no se lanzará a la candidatura para presidente- de alcanzar el poder por el poder mismo.

Roth reflexiona el papel de la prensa y reconoce –ya con su editor- que la prensa se ha plegado a los boletines que el gobierno y sus agencias les envían, pero sobre todo a que se han olvidado de ofrecer noticias con carácter crítico y han dado prioridad a metas mercadológicas expresadas en los raitings.
La exclusiva que le ofrece el senador es en realidad la petición de que ella sea el canal propagandístico de su operación militar mediante el cual esperan vender la idea de la victoria, al precio que sea, y con ello la aceptación de la opinión pública.

2. El profesor universitario Stephen Malley (Redford) entrevista en su oficina a Todd, (Andrew Garfield) en otro tiempo alumno activo y participativo, pero decepcionado ante la aparente impotencia contra el mainstream democrático y la real politik de su país ante los problemas sociales internos y su desaforada lucha contra gobiernos asiáticos.

Malley conversa con su alumno para intentar persuadirlo de que, ante la decepcionante realidad política, lo que importa es realmente hacer algo, o intentarlo al menos, respecto de esos problemas creados por los líderes, pero que carecen de responsabilidad social.

Dos alumnos del profesor Malley, Ernest (Michael Peña) de padres mexicanos y Arlan (Derek Luke), afroamericano, luego de examinar la situación social de la juventud en los Estados Unidos en una clase, con datos estadísticos que muestran la enorme ignorancia –o indiferencia- que prevalece en ese sector de la población, exponen que lo que le falta a dicha juventud es compromiso, y para no ser tachados de hipócritas, muestran sus boletas de reclutamiento voluntario al ejército.

3. En medio de aparatos de rastreo y localización global, en un lugar de Afganistán se realiza el operativo anunciado por el senador Irving. El desarrollo del operativo, con un pequeño grupo de soldados que son transportados en helicóptero, cuyo objetivo es alcanzar la cima de una montaña nevada e instalar un puesto de vigilancia, ha sido ampliamente planeado, pero en la ejecución hay elementos que no se habían previsto.

Los soldados, entre los cuales se encuentran Ernest y Arlan, los alumnos de Malley, son ametrallados en pleno vuelo aparentemente con armas que creían abandonadas y obsoletas. Hay varios heridos y Ernest cae del helicóptero. Solidario con su amigo hasta el heroísmo, Arlan se lanza tras su amigo y ambos quedan a merced del enemigo. De inmediato se implementan operativos de rescate, los cuales tardarán eternidades en llevar el auxilio a los soldados caídos. Su muerte es inevitable.

El título de la película, explica Malley, hace referencia a la admiración que los alemanes sentían por la fiereza de los soldados ingleses en la Primera Guerra Mundial, que a juicio de los alemanes eran como leones comandados por líderes corderos, en una metáfora que indica que los soldados eran valientes y fieros y sus generales cobardes y timoratos. El caso de Ernest y Arlan, en un operativo diseñado por Irving ejemplifica tal metáfora.

La película también pudo llamarse “Secretos y Mentiras”, como el título de uno de los libros de Noam Chomsky, quien hablando del papel de la prensa en la cobertura de los conflictos bélicos ha señalado que los periódicos sí publican noticias importantes pero en espacios muy pequeños y en páginas interiores, notas a las que muy pocos hacen caso, dejando las portadas para noticias menos alarmantes.

Se trata de tres películas excelentes para la reflexión crítica, que evidentemente no se agota con las breves notas aquí expuestas, pero que el espectador podrá realizar y además ver buen cine con contenido.

Tuesday, November 13, 2007

William Hope Hodgson

El terror cósmico de W. H. Hodgson.

Ricardo Martínez García

Los lectores que han hecho de Howard Philips Lovecraft un icono pop de la literatura de terror del siglo XX, con sus criaturas ancestrales y abismales que habitan mundos muy cercanos al nuestro, pero desconocidos, saben que William Hope Hodgson es un referente directo de la obra de Lovecraft.

W. H. Hodgson nació un 15 de noviembre de 1877. Fue el menor de una familia de doce hijos, situación que tal vez lo orilló a buscar una salida a esa vida de pobreza. Se hizo marino a la edad de trece años, luego de escapar de la casa paterna, como si fuera un Huckleberry Finn inglés, pero eso no contribuyó mucho a su bienestar.

Trabajó varios años como marino mercante, y viajó a lo largo del mundo tres veces, (aunque luego de varios años Hodgson decidió que el mar lo aterraba lo suficiente como para afirmar que lo odiaba).

Pronto se convertió en tripulante de la Marina Mercante, y tuvo un aprendizaje de cuatro años comenzando en 1891. Fue tratado mal y cruelmente por un oficial y eso lo decidió a aprender judo y a ejercitar su cuerpo para protegerse.

Siendo Tercer Piloto logró distinción al rescatar a un marino que había caído al mar infestado de tiburones. Esa intrépida acción le hizo merecer el premio de la Royal Humane Society al heroísmo.
No es que el mar le causara temor, como su heroica acción delataba, sino que la soledad y la inmensidad que se experimenta en medio de los océanos era lo que hacía mella en su espíritu.
Tal melancolía probablemente era lo que lo hacía quejarse de su destino, el cual percibía fuera de su control: “tengo malos tratos, comida pobre, ínfima paga, una desconsolada, cansada y desagradable vida de dureza y sordidez, siendo un peón en el mar como tablero y los dueños de las naves como jugadores”.

Comienza la obra fantástica

Es hasta 1904 que Hodgson decide convertirse en escritor. Por esa época tenía un pasatiempo: aprendió a tomar fotografías, montó por su cuenta un cuarto negro para el revelado, se dedicó a sacar gráficas del mar y de las tormentas, y con esto completaba sus ingresos.

Su primera historia publicada fue “Un horror tropical”, en The Grand Magazine, en junio de 1905. Luego vinieron otras, incluyendo uno de sus mejores cuentos: “La voz en la noche”, en The Blue Book Magazine (en noviembre de 1907).

A principios de ese año había sido publicada la novela de episodios “Los botes del Glen Carrig”, conteniendo muchos extraños sucesos marítimos. Sin embargo, para su segunda novela, Hodgson se interiorizó profundamente para la elaboración de La casa en el confín de la Tierra (1908). Se trata probablemente de su obra maestra, y fue llamada por Lovecraft “la más grande obra del señor Hodgson”.

La afirmación de Lovecraft no es para menos. La novela comienza con un cuento que encierra otro cuento: Tonnison y su amigo –el narrador de las acciones- van a acampar a una desolada zona en el oeste de Irlanda, donde hay un río en el cual se produce buena pesca. Los amigos dedican toda la mañana a su deporte favorito, mientras constatan la antipatía pero sin hostilidad de los pocos lugareños por los extraños.

Luego de una buena pesca, ambos deciden explorar un poco el lugar y caminan río abajo. Su sorpresa es grande cuando llegan a un lugar donde el río simplemente desaparece bajo la tierra. Buscando su río encuentran un enorme y tenebroso pozo rodeado de espesa vegetación donde emerge nuevamente el río, sólo para caer en forma de catarata en medio de un precipicio. Al otro lado del precipicio alcanzan a ver lo que parecen ser unas ruinas, y sin poder resistir más la curiosidad se lanzan al lugar donde hallan entre los escombros un libro de escritura pequeña y apretada. Se trata del diario manuscrito del que fuera el anciano habitante de esa casa derruida.

Una vez con el manuscrito en su poder, regresan a su campamento y se dan a la tarea de leerlo. Lo que leen los sobrecoge y los asombra. El diario narra la historia de los horrores vividos en esa casa, casa que los lugareños aseguran fue construida por el mismísimo diablo, anota y describe con gran detalle. Dos son los eventos más escalofriantes que relata el viejo inquilino: un viaje cósmico realizado sin el deseo del viajero, que comienza con el anciano sentado en su estudio, a través del espacio sideral en el que atestigua el fin de una estrella y la existencia de las viejas deidades monstruosas de la mitología.

El segundo suceso, y tal vez el más terrorífico, es la narración del ataque a la casa por parte de unas criaturas-cerdo de piel blanquecina y mirada vil y maligna, que se paran en dos patas para asomarse por las ventanas al interior de la casa. Pero eso no es lo peor: al escucharlas en sus gruñidos, el inquilino intuye una conversación inteligente.

El elemento sobrenatural de La Casa en el Confín de la Tierra está remarcada por la aparición de esas criaturas-cerdo humanoides que provienen de las profundidades del negro abismo sobre el cual está construida la casa. Pero además el elemento fantástico horrorizante es que se comuniquen entre sí.

En la literatura clásica fantástica hay varios ejemplos de animales que hablan, como en las fábulas de Esopo o de La Fontaine, en Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift o Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol, pero en ninguno de esos casos el resultado es el horror, pues se utiliza a las figuras animales como parodias (u homenajes a culturas extrañas o ideales, tal es el caso de los Houyhnhnm, una raza de caballos nobles e inteligentes que forman una sociedad pacífica e ideal, en el caso de Los Viajes. En contraste se encuentran los yahoos que son los hombres que invaden el campo y que satirizan a la raza y personalidades humanas).

La idea de lo sobrenatural de Hodgson es muy parecida a la de otro grande del terror, el galés Arthur Machen. “¿Qué es el pecado?”, pregunta uno de los protagonistas de su cuento El Pueblo Blanco. “El pecado es en esencia el deseo de ser algo que la propia naturaleza no permite”. Es ponerse por encima de lo que es natural para cada criatura ¿Qué sentiríamos realmente si un gato o un perro nos hablaran mientras los acariciamos, o si un cerdo nos mirara de manera inteligente, parado en dos patas y además se comunicara con otros de su especie? Sin duda un espanto sobrecogedor, tal como el de La Casa en el Confín de la Tierra.

Hodgson escribió, además de cuentos fantásticos de terror, una serie de narraciones en las que el protagonista es un detective, al estilo del famoso Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle.
Thomas Carnacki protagoniza al menos nueve aventuras de fantasmas en las que refutaba afirmaciones de embrujamientos y otros elementos sobrenaturales.

En 1947 la editorial Mycroft & Moran de August Derleth –amigo y colaborador post mortem de Lovecraft- reeditó el libro Carnacki, El Descubridor de Fantasmas, añadiéndo tres cuentos a la edición de 1913.

En la Primera Guerra Mundial Hodgson regresó a Inglaterra (se había ido a vivir a Francia luego de casarse) e ingresó a la Royal Field Artillery como teniente. Enviado cerca de Ypres, en Bélgica, ahí, a los cuarenta años, encontró el verdadero terror: se ofreció como voluntario para ir al frente y el 17 de abril de 1918 fue destrozado por una granada alemana.

Valdemar tiene varios títulos de Hodgson en español. Ediciones Coyoacán tiene La Casa en el Confín de la Tierra.

Monday, November 12, 2007

Triste Democracia

Democracia y Narcotráfico en México

Ricardo Martínez García.

El oficio de profeta es peligroso, dice Norberto Bobbio, pero en México profetizar cada seis años sobre mejorar las condiciones de vida de la población ha sido la estrategia más socorrida en las campañas de los candidatos a legisladores y a cargos públicos, y sobre todo del presidente de la República.

Felipe Calderón durante su campaña se exhibió como el candidato del trabajo, pero una vez llegado a la presidencia (luego de un proceso enturbiado por la campaña negativa de su partido y por las ilegales intervenciones de su antecesor Vicente Fox) se ha olvidado de sus promesas y ahora está enfocado en una guerra sin cuartel contra el narcotráfico.

Profetizar políticamente, como lo hizo Calderón, es peligroso porque se trata de una proyección hacia el futuro, donde se encuentran los deseos y las esperanzas de lo que legítimamente la ciudadanía aspira a tener y obtener.

No obstante, ocurre que esos loables deseos de bienestar propuestos por los políticos no condicionan ni determinan los acontecimientos reales que conforman la historia, ni la predeterminan. La historia es, de acuerdo con el citado Bobbio, el resultado de millones de acciones individuales, y no de una sola persona (por más que ésta se llame Felipe Calderón, o George Bush, o Juan Carlos 1); por eso el desarrollo de la historia nadie la puede prever exactamente.

En este sentido, la tesis de Francis Fukuyama de que se ha llegado al fin de la historia porque la lucha de ideologías ha terminado,
[1] con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto finalmente tras el fin de la Guerra Fría (tesis que sería correcta si el mundo actual fuera homogéneo política y socialmente), no aplica ni en los Estados Unidos (potencia que legitimaría –con su fuerza militar- para bien o para mal la frase hegeliana de que todo lo real es racional y todo lo racional es real), justo porque ese país cuenta con un gobierno de facto y otro formal, y con una sociedad igualmente fragmentada, lo mismo que México.

La intención de este ensayo es examinar el estado de la res publica en nuestro país. Regresando a nuestra línea argumentativa, la mayoría de las promesas de campaña de los candidatos a la presidencia son precisamente profecías, en las que los candidatos ofrecen algo que refleja los deseos y esperanzas de algunos sectores de la población. Sin embargo, el cumplimiento de tales promesas no depende mayormente de la voluntad personal de cada candidato, sino de un proceso legislativo, que puede o no producirse, que las active realmente.

El problema de la democracia en México, como lo es en muchos países “democráticos” es que se utiliza este concepto para nombrar un sistema político que en realidad tiene muy poco de democrático.

Democracia directa y democracia representativa
Tal vez la democracia más cercana al ideal del concepto que ha existido se dio en los viejos tiempos en que Pericles gobernó Atenas del 461 al 429 a. C. Ayudaba naturalmente el hecho de que la población era poco numerosa, y se consideraba ciudadanos sólo a ciertas personas, por lo general varones, que cubrían algunas características o reglas, como edad, autonomía, educación, influencia y poder, independientemente de sus riquezas materiales. Pericles por ejemplo instituyó un pago a los funcionarios de gobierno que no contaban con suficientes recursos para que pudieran servir adecuadamente en sus funciones.

Los ciudadanos atenienses interesados en el gobierno de su ciudad tenían acceso a las reuniones públicas de carácter resolutivo, es decir, aquellas que tenían la facultad de decidir y operar qué se debía hacer y de qué manera. Se trataba de una “democracia directa”. En dichas reuniones públicas se proponían y discutían proyectos de ley; también se llevaban a cabo juicios públicos, como el famoso juicio a Sócrates.

La democracia entonces (formada por miembros de la comunidad que contaban con los requisitos necesarios) era también una aristocracia en el mejor sentido de la palabra: el gobierno de los mejores. No obstante, había algunos aristócratas que consideraban demagogo a Pericles por su cercanía con el pueblo en general.

La democracia directa naturalmente no es sinónimo de una omnicracia, es decir un sistema de gobierno en el que todos intervienen en el gobierno de todos. Eso no es posible. Pero eso no impide que la democracia griega en tiempos de Pericles sea considerada la mejor democracia real que ha habido (aunque, claro, tenía características que actualmennte son impensables: las mujeres no votaban y su sistema económico estaba basado en un sistema de producción esclavista y de conquista).

¿Qué tipo de democracia tiene México como Estado? Tenemos un sistema político democrático de bajo nivel porque delega la decisión de temas importantes a un proporcionalmente reducido número de “representantes” populares.

Se trata de un “Estado representativo” -muy semejante al de los Estados Unidos, cuyo pueblo padece los mismos males pero en menor escala que los mexicanos-y que no necesariamente es democrático. De hecho el carácter democrático del sistema político mexicano se da por el solo hecho de que en la elección popular de los legisladores y gobernantes el único momento en que interviene cada ciudadano, hombre o mujer mayor de dieciocho años, sin importar educación ni poder ni influencia, emite su voto en el proceso electoral mediante el cual legitima al mismo sistema.

Hay mecanismos de consejo y participación ciudadana que conectan al representante con sus representados, pero su uso es, en el mejor de los casos, extraordinario. son pocos los que conocen a sus representantes legisladores, y menos aún aquellos que les han pedido algo.


El Congreso, con sus dos cámaras, es el conjunto que forma la plaza pública (o ágora) moderna y cuyos acuerdos cuentan con carácter resolutivo (cuando se llegan a poner de acuerdo); es el lugar donde los “representantes”, que pueden o no representar la voluntad de sus representados, llegan a algunos acuerdos, a veces por consigna o conveniencia de grupos, que en ocasiones ni ellos mismos saben qué consecuencias tendrán.

Como ejemplo en nuesto país está el caso de la controvertida “ley televisa” (como se conoce a la Ley Federal de Telecomunicaciones, que desregula el uso del espectro digital en favor de las empresas que puedan competir por ellas, es decir, Televisa y TV Azteca, entre las más fuertes), que se aprobó unánimemente el 29 de marzo del 2006 en la Cámara de Diputados y que después el propio coordinador del PRD, Pablo Gómez, reconoció ni siquiera haber leído.

El voto de los ciudadanos mexicanos, de este modo, sirve sólo para legitimar -a través de sus "representantes" el sistema político económico y marca el único momento democrático en el que participa el pueblo. Pero de ahí en adelante casi en ningún momento son vueltos a consultar.

Las decisiones tomadas en el Congreso, mas los proyectos de ley del ejecutivo, sobre todo en lo referente a leyes y proyectos económicos, difícilmente representan la voluntad popular. Se aprueban así leyes que benefician sólo a particulares o a sectores específicos de la población (como en los casos del Fobaproa e Ipab), olvidándose del ideal democrático del “bien común”.

Los grupos de poder
No hay ni puede haber bien común cuando las decisiones de gobierno responden sobre todo a intereses privados de sectores públicos muy reducidos.

Norberto Bobbio dice en El futuro de la democracia, que se da el caso de que en una democracia exista o se dé “la sobrevivencia (y consolidación) de un poder invisible al lado o abajo (o incluso sobre) del poder visible”, como en el caso de México el poder de los cárteles del narcotráfico.

No se sabe con exactitud hasta qué grado dicho grupo invisible se ha infiltrado en el sistema político, pero no hay ya duda de que lo ha hecho. Por cierto, se puede afirmar con justicia que el narcotráfico en México se consolida cada vez más porque en los Estados Unidos existe una clientela segura. Proveedores y consumidores generan un círculo vicioso cuya mayor y grave expresión es la narcoviolencia que asola varios estados de la República, como lo han denunciado hasta el cansancio estudiosos del tema y ONG´s, tal como la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, WOLA,
[2] pero que no han tenido eco entre las autoridades de ambos países. Al menos eso se puede deducir del comentario de Gerónimo Gutiérrez, subsecretario para América del Norte de la SRE, cuando señaló que “no ha habido una expresión de preocupación atípica” en el caso de los hechos violentos en territorio nacional y por el robo de 950 kilos de seudoefedrina en el Distrito Federal, el año pasado.[3]

Bobbio añade que “mientras la presencia de un poder invisible corrompe la democracia, la existencia de grupos de poder que se alternan mediante elecciones libres permanece, por lo menos hasta ahora, como la única forma en que la democracia ha encontrado su realización concreta”
[4].

En el caso de México, la afirmación de Bobbio justifica el título de este ensayo, pues si se acepta la veracidad de su afirmación, entonces no sólo se reconoce la existencia de los grupos de poder que se alternan en cada elección, sino que se acepta que esos grupos forman la oligarquía mexicana que abarca desde políticos consumados hasta grandes narcotraficantes, y son el verdadero poder de facto económica y políticamente.

La existencia de estos grupos es más que evidente -a juzgar por la enconada guerra que le ha declarado Felipe Calderón- durante la transición sexenal del poder del PRI al PAN, tiempo en el que Vicente Fox no hizo nada que no hubiera hecho Francisco Labastida, por ejemplo: mantener intacta la política económica, tratando de realizar reformas en el sector energético y eléctrico, reformas que sólo beneficiarían a los más ricos, pues son los únicos que tienen los recursos financieros para invertir en tales sectores; mantener intacta la política fiscal que sobrevigila a pequeños contribuyentes y olvida o premia a los grandes, haciéndose de la vista gorda en negocios de venta de bancos, por ejemplo. Pero lo más importante: no hubo detenidos de importancia entre los narcos, y para colmo se dio a la fuga El Chapo Guzmán en enero del 2001.

Lo que está en juego
En el conflicto postelectoral por la presidencia de la república, Felipe Calderón es el representante del grupo de poder actualmente en la presidencia, y Andrés Manuel López Obrador ha representado otro grupo de poder que desea la alternancia. La verdad es que ninguno de ellos garantiza ni garantizará cambios profundos en política social ni económica, sea porque el grupo de poder al que pertenece y representa Calderón no los desea implementar, sea porque al segundo no lo hubieran dejado de haber llegado a la presidencia, al pertenecer a un grupo de poder más débil.

Por eso es triste el estado actual de la democracia en México. Una vez terminada la jornada electoral, con impugnaciones y resoluciones del Tribunal Federal Electoral, el grupo de poder ganador, sin ningún tipo de alternancia significativa (aunque sí un intercambio grosero de legisladores de unos partidos a otros), ha actuado conforme a sus principios e intereses y dejará que la “voluntad popular” se manifieste –previo lavado de cerebro, a través del miedo y la incertidumbre- otra vez hasta el fin del sexenio y con ello nuevamente legitime al sistema político.

Así, lo que está en juego, del lado visible es la consolidación de un grupo de poder a través de las reformas en tres rubros básicos: energía, electricidad y estado. El grupo de Felipe Calderón, al que también pertenece Vicente Fox, está más cerca de lograr dichas reformas ahora con Calderón que con Fox, pues podría contar con un juego de alianzas con otros grupos de poder representados por los legisladores del PRI en el Congreso, que finalmente le den luz verde a esas reformas.


Del lado no visible, está en juego el dominio territorial de los cárteles, y ver a cuál de ellos protegerá o perseguirán las autoridades federales.

A menos que Calderón resulte tan mal político como Fox, o que sea tan petulante como él, la aprobación de las reformas citadas se darán tarde o temprano, y mientras se ayuda con su famosa guerra al narcotráfico, que ha dado como resultado la confiscación del cargamento más grande de cocaína: 23 toneladas incautadas en Manzanillo que nadie sabe a ciencia cierta a quién pertenecen; pero eso sí: ¡no hay hasta ahora ningún narco de importancia detenido!.


[1] Fukuyama, F., El fin de la historia y el último hombre, Planeta, 1992.
[2] Narcoviolencia: el círculo vicioso, en Reforma, 05/08/06, página 11.
[3] Narcotráfico, preocupación latente de EU, en El Universal, 06/08/06, página A19.
[4] Bobbio, Norberto, El futuro de la democracia, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, páginas 16 y 17.

Thursday, November 08, 2007

¡Porque lo digo yo!

Patético amor maternal
Ricardo Martínez García

La natural relación amorosa entre madres e hijos muchas veces no es tan sana como se esperaría. Tal es el caso de la cinta Porque lo digo yo (06) en la cual el amor maternal de Daphne Wilder (Diane Keaton) por su hija menor Milly (Mandy Moore) es llevado hasta límites enfermizos, como por ejemplo tomar iniciativas que no le corresponden, transformándose en una moderna e indeseable celestina cibernética.

Daphne ha tenido que sacar adelante a sus tres hijas prácticamente sola; actualmente no tiene problemas de dinero por lo cual sus principales preocupaciones en la vida son las relaciones amorosas de su hija Milly, que en su opinión puede quedarse sola (como ella) si continúa arruinando todo prospecto de pareja.

Tomando en sus manos la iniciativa que tendría que corresponderle a la propia Milly, quien es dueña de un negocio de repostería, Daphne publica en internet un anuncio de búsqueda de pareja (servicios que por cierto pululan en la red), para lo cual cita a los candidatos en un restaurante.

La procesión de sujetos que se presentan a la cita va desde adefesios a ñoños e inadaptados, hasta que se presenta el guapo y presumido arquitecto Jason (Tom Everett Scott), el cual le llena el ojo a Daphne (pensando más en ella misma que en Milly), y arregla todo para que éste conozca a su hija.

Toda la escena del desfile es presenciada por el guitarrista que ameniza el ambiente en el restaurante, el también bien parecido Johnny (Gabriel Macht), quien se acerca a Daphne, pero como ésta ya ha hecho la elección que a ella le gustó, no lo considera siquiera como un candidato más.

La comedia se desarrolla de tal manera que el espectador sabe de antemano en qué va a terminar todo: la hija es puesta en una disyuntiva que ella cree que es suya (elegir entre Jason o Johnny), pero cuando se entera de la participación más que activa de su madre su furia no puede ser más que justificada.

En su corazón Milly tiene claro –lo mismo que el espectador- que es con Johnny con quien le gustaría estar, aparte de sentirse a gusto con él, su hijo y su padre (del cual Daphne –más protagonista naturalmente que la propia Milly- se enamora muy rápido), puesto que Jason saca a relucir su materialismo y pedantería, pero como era el que le había caído mejor a su madre, eso la detiene hasta que se entera de cómo se habían dado las cosas: desde la publicación del mensaje, las entrevistas y la elección del “mejor candidato”.

Esta comedia ligera, dirigida por Michael Lehmann (La verdad acerca de perros y gatos), presenta a una Diane Keaton muy instalada en su rol de mujer y madre desenvuelta y torpe a la vez pero con problemas para desarrollar un sano amor de pareja; en un momento de íntima comunicación con Milly, le confiesa no haber podido experimentar orgasmo alguno con el padre de ellas, pero luego la vemos aparentemente ponerse al día con Joe, el padre de Johnny, y con el que terminará casándose.

El trabajo de la Keaton resulta pues similar a su papel en Alguien tiene que ceder, o a algunos papeles que interpretó para filmes de su ex pareja en la vida real Woody Allen (como Annie Hall o Interiors) pero con más drama que comicidad.

El argumento puede considerarse absurdo, pero lo innegable es que en la realidad se pueden encontrar casos todavía más patéticos o enfermizos, y si no, ¡que le pregunten al ya famoso “caníbal de la Guerrero” sobre la relación con su mami!, o a todos aquellos que han tenido madres autoritarias que todo lo justifican con el argumento de porque así lo digo yo.