Friday, April 30, 2010

Furia de Titanes


La Unión Indisoluble

Ricardo Martínez García

La imaginación que el hombre ha puesto en los mitos y las cosmogonías de los pueblos y en las culturas que éstos generaron no tiene límites, pero además algunas de ellas son parecidas o tienen puntos en común entre sí. Por ejemplo, Perseo, el mítico ser de la mitología griega que es mitad humano y mitad divino (pues es hijo de Zeus), tiene un origen parecido al de Jesús de Nazareth, que también nace de una mujer que concibe luego de que el Espíritu Santo (una de las tres personas que componen la Divina Trinidad) se posa sobre ella y la deja preñada.

Es Perseo también un héroe que libera a su pueblo de la opresión de un horrible monstruo llamado Kraken, en la película del director Louis Leterrier Furia de Titanes, (Clash of Titans, 10). Jesús en comparación tiene una misión menos fantástica pero no menos emancipadora: libera al hombre del pecado.

Sam Worthington, luego de dar vida al personaje principal en Avatar, encarna Perseo, el cual presenta en esta nueva versión de Leterrier, que recrea ciertos pasajes de la mitología griega –un tanto alejada de los cánones reconocidos- un valor y un encono en contra de Zeus (Liam Neeson), quien ha castigado a los hombres por su falta de amor y obediencia a través de su hermano Hades (Ralph Fiennes). El resentimiento particular de Perseo es debido a que culpa a los dioses de haber dado muerte a sus padres y hermana.

Los efectos especiales recuerdan otras versiones de cintas heróicas y míticas, como Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille, 56), o la misma Furia de Titanes (Desmond Davies, 81). No es que estén chafas los efectos, sino que hacen un homenaje a esas cintas clásicas.

Luego de que Perseo decide pelear contra la Medusa y luego contra el Kraken, manteniendo su esencia humana, muestra primero su desprecio hacia Zeus su padre, pero luego decide aceptar sus regalos (entre ellos el de la bella Io) y luego se reconcilia con él. El carácter épico y aventurero de la cinta recuerda la historia de Jasón y los Argonautas (tan bien contada por Robert Graves en El Vellocino de Oro) que dan ganas de volver a leer todas esas hermosas historias (y tal vez volver a compararlas con los mitos hebreos).

El mensaje principal pareciera ser que es imposible que el ser humano se desapegue completamente de los dioses, los cuales pueden confabular un rato contra ellos (como le pasó a Job) pero no quieren realmente su eliminación. Como dice el dicho: Dios aprieta pero no ahorca, y así parecen establecerlo diferentes cosmogonías.

Wednesday, April 28, 2010

La Ciudad de las Tormentas


Cuando la inteligencia falla

Ricardo Martínez García

El 19 de marzo del 2003 las tropas norteamericanas invadieron finalmente Irak, con la premisa principal de derrocar a Hussein y encontrar y destruir armas de destrucción masiva que se suponía estaban en manos del ejército iraquí.

Los servicios de inteligencia del Pentágono mantuvieron a toda costa su postura bélica y de ataque contra Irak justificada en la búsqueda de dichas armas de destrucción masiva. El investigador y docente Morris Berman, en su libro Edad Oscura Americana, La Fase Final del Imperio, señala que “mientras el resto del país estaba perplejo y de luto (luego del ataque del 11 de septiembre del 2001 a las Torres Gemelas, Bush y su círculo más allegado), empezaron una manipulación deliberada y cínica de la situación política. Para poner en práctica sus planes, mezclaron Irak con el 11 de septiembre y con el terrorismo”.

Esta manipulación consistió en tergiversar la información que se tenía disponible sobre el vínculo entre el gobierno de Irak y Al Qaeda, lo que dio lugar a la firma por parte de Bush Jr. de ciertos documentos que legalizaban la guerra contra Afganistán y daba luz verde a la planeación de operaciones militares en Irak. Pero también consistió en inventar una historia y vendérsela al pueblo norteamericano.

“El redactor de discursos de Bush, David Frum –escribe Berman- cuenta en sus memorias que en diciembre de 2001 se le pidió que ideara alguna justificación para la guerra contra Irak que formara parte de dicho discurso (sobre el estado de la Unión). Así surgió el «eje del mal», una frase elegida por su resonancia teológica, según los neoconservadores”.

Hubo claro una cantidad importante de personas que no estaban de acuerdo con el cariz que el discurso oficial iba tomando. La opinión pública tampoco estaba convencida de que Irak fuera una amenaza inminente. Brent Scowcroft (asesor de seguridad nacional de Bush padre) escribió un editorial en el Wall Street Journal señalando que “Hay escasas pruebas que vinculen a Sadam con organizaciones terroristas y todavía menos con los ataques del 11 de septiembre”.

Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, comenzó a decir, sin pruebas naturalmente, que tenía indicios “a prueba de balas” de nexos entre Hussein y Al Qaeda. Luego el 7 de octubre del 2002 en Cincinnati Bush afirmó que Irak era una amenaza inmediata y que podía atacar territorio americano con la ayuda de grupos terroristas, utilizando armas de destrucción masiva (ADM) en cualquier momento. Ese mismo día el director de la CIA George Tenet escribió una carta al Congreso que no respaldaba estas afirmaciones.

Los acontecimientos que vinieron entonces los narra muy bien Berman: “En términos generales el análisis de la CIA concluía que Irak tenía pocas razones para provocar a Estados Unidos… pero el gobierno de Bush tenía un as bajo la manga: tras el 11 de septiembre, Tenet fue atacado por la incapacidad de la CIA para impedir los acontecimientos de ese día. De hecho, varios líderes del Congreso querían su renuncia. De ahí la táctica número dos: Bush mantuvo a Tenet, pero el presidente y el círculo de allegados lo presionaron para que respaldara a personajes clave del argumento a favor de la guerra, incluso si esto implicaba ignorar las conclusiones de la CIA”.

Es en este contexto en el que se circunscribe la película de Paul Greengras La Ciudad de las Tormentas (Green Zone, 2010), basada en el libro de Rajiv Chandrasekaran Imperial Life in the Emerald City: Inside Iraq's Green Zone y protagonizada por Matt Damon y Greg Kinnear.

Roy Miller es el jefe de una unidad del ejército norteamericano especializada en el rastreo y detección de armas de destrucción masiva que se suponen en manos de elementos del ejército iraquí en Bagdad. Al hacer las revisiones, con gran despliegue de acción militar, Miller (Damon) se da cuenta de que algo en los servicios de inteligencia anda mal, pues todos los lugares que han revisado resultaron no tener nada. Así se embarca en una operación de contrainteligencia por parte de la unidad de la CIA en Irak, comandada por el agente Martin Brown (Brendan Gleeson).

Miller entra en contacto con la periodista del Wall Street Journal Lawrie Dayane (Amy Ryan), quien había publicado notas sobre la supuesta existencia de ADM, pero que luego reconoce que su fuente fue un alto funcionario del Pentágono. Con el fin de demostrar que esta guerra se fundó en una mentira –la existencia de esas armas- Miller intenta contactar con el general Al Rawi (Igal Naor), quien era el encargado del programa iraquí de ADM pero quien había afirmado que esas armas fueron desmanteladas mucho tiempo antes. Clark Poundstone (Kinnear) es el funcionario del Pentágono que había hablado con Al Rawi y sabía de ese desmantelamiento, pero por algunas razones oscuras no dice nada.

La cinta es muy buena en términos de acción, trata de desenmascarar el entramado de las mentiras de Bush y cómo el ejército se vuelve un simple instrumento de operación de los verdaderos estrategas políticos (los allegados de Bush), que no pueden opinar ni oponerse, solo deben obedecer. La historia de las acciones de Miller son pretendidamente publicadas por la periodista Ryan en varios medios en ese año del 2003, en lo que constituye un verdadero intento de lavar su imagen, cuando en realidad en aquella época los medios en gran medida se plegaron a las versiones informativas oficiales. Es hasta finales de enero del 2008 que se confirma que Bush mintió en sus declaraciones, a través del Centro de Integridad Pública y el Fondo para la Independencia Periodística.

Greengras entrega una cinta con mayor contenido dramático y con ciertas pretensiones de crítica, en comparación con la cinta de Kathryn Bigelow The Hurt Locker, ganadora del Oscar a la mejor película. Buen intento.

Sunday, April 25, 2010

La Pontífice


Una mujer valerosa
Ricardo Martínez García

En plena Edad Media, en el siglo IX de nuestra era, de acuerdo con ciertas leyendas transmitidas de siglo en siglo, ocurrió lo impensable en el seno mismo de la cristiandad: una mujer, Johanna Anglicus logra brincarse todas las trabas y prejuicios educativos y sociales, en torno al papel asignado a las mujeres, y logra ser elegida Papa, haciéndose pasar por hombre.
La cinta de del director alemán Sönke Wortmann La Pontífice (Pope Joan, 09) conduce al espectador por una atractiva crónica de la vida medieval de una mujer de origen británico.
Como buena cinta de época, la mirada que nos ofrece a la forma de vida de esos sajones y francos, de la vida monástica y sacerdotal es muy gráfica y a veces cruda. Cuenta con una excelente fotografía, edición y música.
Siendo niña, Johanna (Johanna Wokalek) muestra una natural tendencia al conocimiento y al aprendizaje. Su padre, un sacerdote fanático, le impide el acceso a una educación, por el solo hecho de ser mujer, favoreciendo a su hermano, quien no está interesado en el conocimiento. Aún así se vuelve discípula de un sabio llamado Escolapio.
Johanna se las arregla para ser admitida en la escuela de una catedral, cuyo obispo vive una vida disoluta pero que reconoce sus talentos intelectuales. Corre diferentes aventuras hasta llegar al Vaticano, donde por sus conocimientos en medicina se vuelve la médico de cabecera del Papa Sergio (John Goodman, interpretando a un bonachón y bebedor santo padre). En el camino se le cruza el conde Gerold (David Wenham, que hizo de Faramir en El Señor de los Anillos), que se convierte en su objeto amoroso.
El énfasis de la cinta está en mostrar la capacidad de algunas mujeres, que con frecuencia supera a la de los hombres, para aprender y realizar trabajos que se consideran exclusivos de los hombres. Los prejuicios, la ignorancia, las malas interpretaciones que se hacen de las Escrituras Sagradas y que encasillan a las mujeres a ciertas funciones familiares y sociales –engendradoras de actitudes machistas o sexistas y discriminatorias-, están presentes en todas las culturas y en todos los tiempos, aunque es verdad que desde el siglo XX la igualdad de derechos tanto de hombres como de mujeres se ha reconocido cada vez de manera más justa y progresivamente.
Basada en la novela de Donna Woolfolk Pope Joan, el tema abordado de esta cinta la coloca muy próxima a Agora (09), de Alejandro Amenábar, en la que se cuenta la historia de Hipatia de Alejandría (interpretada excelentemente por Rachel Weisz), una filósofa en la ciudad egipcia de Alejandría de finales del siglo IV de nuestra era, que gozó de mayor apertura para educarse y enseñar en el Ágora matemáticas, filosofía y astronomía. Su pecado fue no convertirse al cristianismo, como lo marcaban los tiempos políticos, por lo que es sacrificada por sus enemigos “cristianos”.
Hay una cinta de 1972 con el mismo título, Pope Joan, dirigida por Michael Anderson, que aborda la historia de la pontífice Joan (interpretada por Liv Ullman), pero de manera algo distinta: Joan es una mujer moderna que cree ser la reencarnación de aquella pontífice, por lo que visita al psiquiatra. Durante la terapia hay flashbacks que muestran a Joan en viajes y aventuras que la llevan a convertirse en confidente del Papa Leo IV y luego su sucesora.
En estos días aciagos para la curia vaticana, tal vez una cinta que habla sobre la leyenda de una mujer que llega a ser Papa gracias a su inteligencia y humanismo podría distraer un poco la atención que han generado los casos de pedofilia, cada vez más numerosos y escandalosos. Sorprenden las cosas que ha visto la Iglesia a lo largo de su historia, y aún así ha prevalecido durante más de veinte siglos.

Saturday, April 17, 2010

La Tierra Media y el Tesoro del Dragón Solitario


Ciencia Ficción Medieval

Ricardo Martínez García

Beowulf conoce a Predator, reza con algo de razón la publicidad de un poster de esta cinta La Tierra Media y el Tesoro del Dragon Solitario (Outlander, 08), del director Howard McCain, protagonizada por James Caviezel, John Hurt y Ron Perlman.

Se trata de una cinta de ciencia ficción en la que el personaje central, Kainan (Caviezel), es un viajero espacial cuya nave cae en la Tierra en el siglo VIII después de Cristo. Kainan pertenece a una raza de colonizadores que arrasan con los seres vivos de los planetas a los que llegan. En ese sentido es una cinta que como Avatar (Cameron, 09) denuncia el carácter colonizador que ha caracterizado a algunas naciones o compañías a lo largo de la historia moderna, pero ahora reflejadas en estas cintas a través de una hipotética exploración espacial con los mismos viejos fines.

El lugar donde cae la nave es un poblado de vikingos, pero la situación se complica porque Kainan no llega solo, una criatura que sobrevivió al exterminio de su planeta de origen por parte de los colonizadores logra colarse a la nave y acompañarlo hasta la Tierra, donde comienza a sembrar el terror entre los guerreros nórdicos.

La historia así parece sencilla: un guerrero extranjero (Outlander, como el título original de la cinta) se vuelve el salvador de ese reino vikingo de las garras del monstruo llamado Moorwen (comprensiblemente enojado) gracias a que sabe usar las armas a su alcance, hechas con una aleación metálica desconocida en la Tierra.

A ratos esta cinta parece un homenaje a la saga de Alien o la de Predator, pero tiene los ingredientes necesarios para atrapar la atención del espectador, como su ubicación en la Edad Media nórdica, el previsible romance de la bella hija del rey con Kainan, romance del cual dependerá su decisión de quedarse o no en la Tierra luego de cumplir con su misión, dando lugar a un nuevo mito en la constelación vikinga.

El título de la cinta en español pretende vender una idea de la trama de la cinta, pero entonces uno se pregunta cuál era el tesoro del dragón solitario, porque los Moorwen pueden pasar por dragones, pero ¿cuál es su tesoro?

El mensaje anticolonizador que evidencia la destrucción en aras del apropiamiento indebido de tierras y vidas es de lo mejor de la cinta.

Thursday, April 15, 2010

El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus


La irresistible tentación fáustica

Ricardo Martínez García

El doctor Parnassus (Christopher Plummer) ha hecho un trato milenario con el diablo, con el fin de potenciar la imaginación de sus clientes a través de él. Pero el precio que cobra por sus servicios este diablo pícaro llamado señor Nick (Tom Waits en un personaje que ni mandado a hacer) siempre apunta sobre aquello que más se quiere, y en el caso de Parnassus es su hija adolescente Valentina (Lily Cole), a la manera de la Sara bíblica, que obtuvo al suyo en el ocaso de su vida y a través de un milagro.

La cinta del director Terry Gilliam The Imaginarium of doctor Parnassus (09) nos ofrece una historia que resume algunos aspectos de la historia de la humanidad: la lucha por salir de lo cotidiano, el afán de novedades, la picardía de algunos personajes (en este sentido el verdadero diablillo es Tony, ese personaje encarnado primero por Heath Ledger y luego Johnny Depp, Jude Law y finalmente Colin Farrel, él es el verdadero motor de la historia), la inocencia perdida, la irresistible tentación de acceder a aquello que creemos fuera de nuestro alcance.

Pero ¿quién ha dicho que no está a nuestro alcance? Si el mundo es ilusión, entonces todo puede ser accesible precisamente por ese canal natural que poseemos todos los seres humanos. El problema viene cuando finalmente se da la contrastación con la realidad, ¿pero quién nos quita lo bailado, perdón, lo imaginado?

El carácter lúdico de la cinta está precisamente en esos maravillosos mundos imaginarios del doctor Parnassus (con unos efectos especiales que recuerdan a cintas como Charlie y la Fábrica de Chocolate, de Tim Burton, o Las Aventuras del Barón Munchausen, del propio Gilliam), que en realidad son de cada uno de los que sueñan a través del espejo mágico de su destartalado escenario ambulante. De ahí el carácter caótico y estrambótico de esos mundos.

El enano Percy (Verne Troyer), por otra parte, más que asistente del doctor, representa su conciencia, que es pequeña pero incisiva. “¿Qué haría yo sin ti, Percy?” le dice el doctor. “Conseguirse otro enano” le contesta éste, como si fuera fácil primero renunciar a la propia conciencia, y luego encontrar otra.

Al final, el doctor Parnassus tal vez sea quien imagina al señor Nick, porque el diablo naturalmente es producto de la imaginación humana, para la cual resulta una idea irresistible.

Tuesday, April 13, 2010

Hadewijch, entre la Fe y la Pasión


Entre el misticismo y el fanatismo

Ricardo Martínez García

Los caminos de la fe pareciera que son a veces incomprensibles aún para aquellos que la profesan. Tal es el caso de Celine (Julie Sokolowski), una joven parisina postulante a monja y estudiosa de teología que vive la fe cristiana como ella la entiende –con sacrificio corporal y oración constante, con cierto estilo medieval atormentado- pero que no encuentra comprensión en la comunidad religiosa a la que quiere pertenecer. Su manera de vivir la religiosidad, considerada exagerada, provoca que sea invitada por la madre superiora a regresar al mundo, pero ella sigue enamorada de Jesús, vive para él.

Al ser alejada del mundo religioso, ambiente en el que mejor podría desarrollar ese amor por Cristo, Celine va dando tumbos hasta llegar a sentir la necesidad de auxilio de un comprometido fiel musulmán llamado Nassir (Karl Sarafidis), que entiende también su fe como estudio y oración, pero igual como compromiso de acción. Este modo de pensar coloca a Celine en una situación en la que se cree un instrumento de Dios extrañamente desde el catolicismo hacia el islamismo, con consecuencias funestas.

¿Qué hace creer a Celine que Dios la puso en el camino de esa facción del Islam a la que pertenece Nassir que ve en la violencia un radical modo de actuar?

El director de la cinta Hadewijch, Entre la Fe y la Pasión (09), Bruno Dumont, pone de relieve el hecho de la fortaleza de la fe de Celine y su conexión con Dios. En una de las escenas iniciales se ve a Celine orando, pero mientras lo hace, es como si el mundo exterior se detuviera con el fin de dejarla entrar en esa conexión divina. ¿Se trata de una santa o de una extrema fanática? Celine es estudiante de teología, pero ¿qué teología podría sustentar las ideas radicales de la violencia extrema?

Al final Celine vive atormentada pues se da cuenta de que sus acciones con Nassir, derivadas de su visita o peregrinaje juntos a Oriente Medio (en el que Celine atestigua la destrucción de los bombardeos y la muerte de gente inocente y llora de vergüenza, pero Nassir la conmina a no llorar porque eso hace explícita la humillación de las víctimas) tienen consecuencias desastrosas. Se siente abandonada de Dios y decide escapar de tal situación. ¿Le llegará la redención a esta atribulada llena de fe?

Se trata de una película de tinte religioso, interesante desde el punto de vista particular de Celine, aunque requiere de cierto tipo de conocimiento sobre la lucha que con frecuencia se establece entre religión y política, entre misticismo y fanatismo. Hadewijch fue una poetisa mística que vivió en el siglo XIII en lo que ahora es la frontera entre Bélgica y Holanda. Al parecer también es el nombre del convento en el que Celine quiere ingresar.

Monday, April 12, 2010

El Regreso de la Nana Mágica


Disciplina educativa


Ricardo Martínez García


La magia que maneja la Nana McPhee (interpretada por la excelente y experimentada actriz británica Emma Thompson, en un personaje que se vuelve de sus más emblemáticos) es más para aprender reglas básicas de convivencia que para sorprender o engañar con trucos de ilusión o de actos sobrenaturales.


Para que la magia de la Nana funcione, es necesario que los niños (y los adultos también) pongan de su parte, sobre todo que abran los ojos a la maravilla que subyace en los pequeños detalles domésticos de una granja, o de un bosque o un lago, y que pongan a trabajar su imaginación y fantasía.


Los puntos que la Nana McPhee enseña con cierta disciplina militar, pero de manera gentil y graciosa, a los hijos de la señora Green (Maggie Gyllenhaal) y a sus petulantes sobrinos, van desde aprender a no pelear, a ayudarse mutuamente, a ser valientes y a compartir, hacen no solo de los niños mejores personas, sino de todos aquellos que, adultos o infantes, se dan cuenta de la pertinencia de estas lecciones.


Susanna White, la directora de Nanny McPhee and the Big Bang (10) parte de una adaptación de los libros de la autora Christianna Brand –Nurse Matilda (64) y Nurse Matilda Goes to Town (67)- escrita por la propia Thompson, para desarrollar un argumento en el que la magia es un pequeño pretexto para enfrentar situaciones humanas que en realidad no necesitan más magia que la decisión y la voluntad de las personas para solucionarlas.


A diferencia de otras cintas como la serie de Harry Potter, en la que es más difícil ver de manera sencilla el mensaje y se privilegia el espectáculo y la aventura de unos niños que se vuelven adolescentes, esta cinta toma a la magia de manera tangencial en un contexto de tiempos de guerra, proponiendo un mensaje simple y universal.


En la cinta aparecen brevemente Maggie Smith, Ralph Fiennes y Ewan McGregor pero los verdaderos protagonistas son los niños. La Nana McPhee, fiel a su filosofía de trabajo, desaparece cuando ya la quieren pero no la necesitan.

Thursday, April 08, 2010

Shutter Island II


Armando Extremas Simulaciones

Ricardo Martínez García

La trama de esta cinta, en una segunda lectura, es también la de una historia que contiene otras historias dentro o paralelamente a ella. La capacidad del protagonista Teddy Daniels/Andrew Laeddis (Di Caprio en plan sensacional) para identificar cuál es la real, la que vive en ese momento, es puesta a prueba (lo mismo que la del espectador) por el maravilloso doctor Cawley (sir Ben Kingsley) que a diferencia de sus anticuados colegas cree en los tratamientos psicológicos amables y respetuosos, a través de una enorme y tremenda simulación, que engloba a prácticamente todo el personal de este sanatorio-reclusorio psiquiátrico, tan solo para “seguirle la corriente” a este peculiar personaje de Teddy Daniels y ver hasta dónde llega su tratamiento.

El verdadero artista de la simulación es el director de la cinta, en este caso Martin Scorsese, lo mismo que todos los realizadores o directores de cine: cada película implica el armado de tremendos tinglados (aunque a más grandilocuencia de éstos, menor credibilidad, como en las cintas de ficción o de acción que abusan de los efectos especiales y de las situaciones inverosímiles) que van dirigidos a los espectadores con el fin de inducirlos a la diversión, o a la conmoción, o a la reflexión, o a lo que sea que quieran despertar en quien ve sus cintas.

Lo que el doctor Cawley quiere despertar en Daniels con el armado de su simulación extrema –algo difícilmente imaginable en los anales del tratamiento psiquiátrico, si hubiera sido el caso- es la capacidad de distinguir y aceptar aquello que le ha causado un trauma, y por ende una enfermedad mental, tal que estimula a sus magníficos mecanismos de defensa para crear “realidades alternativas” con el fin de escapar de tal trauma, trauma que es controlable con ciertas drogas psicotrópicas.

Cintas como The Matrix (Hermanos Wachowski, 99), en donde la realidad se confunde con la virtualidad de otras realidades al soñar y al estar dicho sueño controlado por unas máquinas, o como en Identidad Sustituta (Mostow, 09), donde las personas deciden mejor vivir virtualmente en sus “sustitutos” hechos a la medida y al deseo de cada quien, o en Avatar (Cameron, 09), en donde la alteridad es llevada a extremos de diseñar organismos con el fin de ser controlados a través de una virtual enajenación mental (proceso en el que la mente es enviada, de manera electrónica y altamente tecnificada, de un organismo a otro, utilizando como vía de acceso el sueño), son algunos ejemplos de esas construcciones de grandes y extremas “simulaciones” tanto en el sentido de la trama como en el de la propia construcción de la película en sí. Pero la clave de la cinta de Scorsese me parece que está en la conciencia del personaje protagónico que se ha encontrado a sí mismo y que al final se pregunta si vale más vivir como un monstruo o morir como un buen hombre.

En la vida real hay también enormes armadores de simulaciones extremas, como el caso de George W. Bush y su persecución de Saddam Hussein y sus “armas de destrucción masiva”, o a Felipe Calderón y su secretario del trabajo, señalando las bondades de su gobierno al generar fuentes de trabajo, sin tomar en cuenta el saldo negativo de desempleados, muy superior a sus optimistas y pequeñas cifras de empleos generados. Cada quien con sus realidades alternativas, pero el problema es que estas simulaciones son reales y ocultan situaciones muy preocupantes para la sociedad civil. Tal pareciera que a menor capacidad de autocrítica, mayor simulación de situaciones inverosímiles.