Monday, August 30, 2010

Predators


A la caza de… ¿de qué?
Ricardo Martínez García
Depredador de... cinéfilos
Lejos de las cintas dirigidas por John McTiernan (Predator, 1987) y Stephen Hopkins (Predator 2, 1990) y sin nada nuevo que añadir desde el punto de vista dramático, narrativo, efectos especiales o actuación, Depredadores (Predators, 10) de Nimród Antal, es una fallida cinta de acción con pretensiones de ciencia ficción (sin ciencia y con muy escasa ficción) que, a manera de una reinvención de la fábula -muy al estilo de los cómics- de los extraterrestres que toman a los humanos como piezas de cacería, sobreexplota un argumento que de por sí no daba para más desde esa medianamente interesante cinta de 2004 que sintetizaba dos muy revolcadas ideas cinematográficas propias del género: Alien Vs. Predator (04) de Paul W. S. Anderson.
Ante seres tan portentosos y desarrollados física y tecnológicamente, las premisas de la película no se sostienen por mucho tiempo: si hubiera seres así, la sobrevivencia de los seres humanos llegaría a su fin irremediablemente. Es por eso que la verosimilitud o, mejor aún, la situación hipotética planteada de la cinta, cae estrepitosamente. Los seres humanos son como títeres o juguetes totalmente indefensos que solo atinan a suponer lo que se hace con ellos, aunque no les interese saber cómo llegaron a ese planeta (supuestamente en otro sistema solar) que cuenta con paisajes más que improbables.
Cinta prescindible y con escaso ritmo, tanto que hace preguntarse cómo fue que actores como Adrien Brody (que ganó el Oscar a la mejor actuación masculina en el 2002 por El Pianista), o Laurence Fishburne (Matrix) deciden participar en cintas clase B como ésta, producidas por gente como Robert Rodríguez, en fin. Véala si no tiene nada mejor que hacer.

Sunday, August 22, 2010

Un Profeta


Un profeta del delito
Universidad del crimen
Ricardo Martínez García

Un profeta no es aquel que predice o revela acontecimientos que vendrán en el futuro, sino aquel que sabe leer los signos en el presente y que se anticipa a lo que naturalmente puede prever. 

Tal es el caso de Malik El Djebena (Tahar Rahim, joven y excelente actor) un muchacho que en lo que pudiera considerarse la enésima reedición de Los Miserables de Víctor Hugo (aunque aparentemente con mejor suerte que Jean Valjean, especialista en escaparse de su eterno perseguidor, el inspector Jaubert, y eso le signifique vivir siempre en angustia y agonía), es condenado a seis años de prisión por haber golpeado a unos policías, encontrándose en la penitenciaría La Central un microcosmos sórdido y violento, dominado por el jefe de una facción mafiosa originario de Córcega, que coexiste con grupos como el musulmán y otros más, encerrados quién sabe por qué motivos. Es el inicio de una carrera delictiva en el que Malik poco a poco sobresale por su natural don de anticipar las reacciones a ciertas acciones y por su resistencia y aparente humildad.

La cinta, dirigida por el cineasta francés Jaques Audiard, que ganó el Gran Premio en el pasado Festival de Cine de Cannes, es un portento de argumento y realización, mostrando situaciones de la más sórdida condición humana, al mismo tiempo que hace ver al espectador la ruta que lleva a Malik de ser desde el más indefenso y aislado de los prisioneros hasta ser un audaz y atrevido cerebro del crimen.

La película es grandiosa en realización, no porque sea una especie de ensalzamiento romántico del crimen al estilo de Hollywood, con cintas como El Padrino, sino por su ruda sinceridad y falta de concesiones ante una realidad que no está para visiones políticamente correctas. Es lo que es pero sin ser un documental, pues la trama dramática y subjetiva en torno a Malik está por encima aún del intrincado relato del modus vivendi de los prisioneros.

Cinta hiperrealista e impresindible para todo aquel que guste del buen cine, totalmente recomendable.

Tuesday, August 17, 2010

Los hombres que no amaban a las mujeres

Secretos y Mentiras
La decepción ante el fin de la vida

Ricardo Martínez García

Los hermosos y desolados paisajes de la gélida y húmeda campiña nórdica forman parte de los escenarios de Los hombres que no amaban a las mujeres (Man Som Hatar Kvinnor, 09), cinta del director danés Niels Arden Oplev, quien presenta un intenso thriller que dejará satisfechos a quienes gustan del suspenso, de las cintas de detectives, del romance, de las cintas con secretos muy bien guardados.


Basada en el libro del mismo nombre y que es parte de la trilogía de novelas policiacas del escritor y periodista sueco Stieg Larsson (54-04), la cinta versa en torno a una pareja de avezados investigadores -cada uno en su campo- conformada por el maduro periodista Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist) y la joven especialista en computadoras Lisbeth Salander (la bella Noomi Rapace), que recuerda un poco a aquella pareja que hiciera Tom Hanks con Audrey Tatou en El Código Da Vinci, pero estos actores suecos sí que hacen una extraña pero innegable química, cuyo resultado es una gran actuación en esta película mucho más creíble que la dirigida por Ron Howard en el 2006.


El anciano jefe de un emporio industrial de apellido Vanger contrata a Blomkvist para que averigüe el paradero de su sobrina, desaparecida muchos años antes. En la investigación Blomkvist descubre muchas cosas insospechadas -como un asesino en serie que ofrece una descripción casi poética de los momentos postreros de sus víctimas, señalando que sus miradas son de decepción al comprender que no sobrevivirán- pero además su encuentro con la punketa Salander le hará más fácil su investigación. Lisbeth Salander es una suerte de heroína cuya frustrada infancia la ha marcado profundamente. Algunas situaciones de la trama recuerdan a la película Pulp Fiction, de Tarantino, por su enorme carga de sordidez y violencia, aunque Arden Oplev es ligeramente más sobrio que Quentin.


Pronto se estrenará la segunda parte de esta serie, cuyo título tentativo es La chica que jugaba con fuego, protagonizada nuevamente por la pareja de excelentes actores suecos, Nyqvist y Rapace. Tanto los libros como las cintas están de moda en Europa, y realmente se entiende el por qué al ver esta muy recomendable cinta. No hay que dejar de verlas.

Saturday, August 14, 2010

El Retrato de Dorian Gray


Los años no pasan por él
La Edad de la Perversión

Ricardo Martínez García

Un inocente y joven hombre entra, por azares del destino y de una jugosa herencia, a los círculos aristocráticos en Londres y comienza una vida llena de depravaciones, alentadas por el cinismo e hipocresía de esa misma sociedad, representada en quien se supone su protector y amigo. A grandes rasgos es ésta la trama que manifiesta El retrato de Dorian Gray (Dorian Gray, 09) la clásica obra del famoso escritor irlandés Oscar Wilde, llevada a la pantalla grande en esta ocasión por Oliver Parker.

Sin tratos diabólicos a la vista pero sí con toda la natural perversión de la que es capaz el ser humano, esta cinta nos presenta a un Dorian Gray más que apuesto (el excelente actor británico Ben Barnes, que tiene un parecido a Keanu Reeves pero es mucho más expresivo que éste), símbolo de la juventud y la belleza que se vuelve un asiduo a las fiestas aristocráticas y fiel seguidor de la filosofía cínica y vitalista de lord Wotton (el no menos excepcional Colin Firth), aunque el mismo lord no sea coherente con lo que predica.

Wilde fue un escritor de grandes dotes de observador social, sus jucios reflejan una visión aguda y mordaz, constantemente muestra los detalles, los defectos más notorios y divertidos de su sociedad a lo largo de sus escritos. La vanidad de la alta clase social a la que tuvo acceso le hicieron ver lo superfluo de sus vidas, que consistía para la gran mayoría en buscar la mayor cantidad posible de placeres, en el desenfreno disfrazado de liberalismo o en romper cualquier tipo de limitaciones morales. 
 
Hoy en día, tanta gente engreída anda por la sociedad pretendiendo ser buena que yo pienso mostrar al contrario una dulce y modesta disposición a ser malo”, dice lord Darlington, uno de los personajes de El abanico de Lady Windermere, obra de teatro de Wilde, personaje como el también lord Wotton, pero Dorian Gray no muestra esa pequeña y modesta predisposición sino que se mete con todo y de lleno en el mundo desenfrenado de las pasiones. Dorian Gray pasa de una campirana inocencia a una cosmopolita perversión a instancias de Wotton, pero todo tarde o temprano tiene su costo, pareciera ser la moraleja.

El retrato de Dorian Gray, la hermosa pintura que realiza Basil, deviene en una especie de terrible fetiche que ensalza en primera instancia esos dos grandes “valores” humanos, la juventud y la belleza, pero que ignora su propia naturaleza temporal y transitoria, y en esa vanidad lleva su castigo. La obra de Wilde muestra el camino torcido de unos valores que no buscan la trascendencia sino el goce de lo inmediato que busca prolongarse indefinidamente, cayendo en una contradicción insostenible.

La cinta de Parker -que ha filmado también cintas como la shakespereana Otelo y las obras de Wilde The Importance of Being Earnest y An Ideal Husband- es una de esas raras piezas que son como obras de arte por su hechura, realización escénica, mínimos pero efectivos efectos visuales y excelente dirección dramática. No deje de verla.

Saturday, August 07, 2010

Agente Salt


¿De qué lado está ella?
Nada es lo que parece
Ricardo Martínez García

Angelina Jolie es una mujer de acción. Si Brad Pitt, Matt Damon o Tom Cruise son actores que gustan de las cintas de acción, Angelina no desdeña de ningún modo estos papeles, aunque sea con una trama retro en su nueva cinta Agente Salt (Salt, 10), con base en aquellas historias que ya habían desechado los guionistas de Hollywood sobre la vieja pugna entre los Estados Unidos y la madre Rusia y su consecuente labor de inteligencia en ambas partes para infiltrar a sus agentes en el otro lado, buscando desestabilizar o de plano destruir al odiado régimen enemigo.

Alguien se quedó estancado en la historia de la Guerra Fría, siguió con un plan maestro de formación de agentes o espías que comienza desde la más temprana infancia, hasta convertrilos en fieles seguidores de su formador, de un modo casi religiosamente, pero que en su esquemática forma de ver el mundo no prevé los cambios que se gestan en las vidas de las personas a lo largo de los años. Ni respeta su capacidad de análisis.

Jolie es la agente Salt, que al parecer es delatada por quien fuera su profeta en Rusia, luego de que en el pasado éste la instruyera concienzudamente tras sufrir un accidente automovilístico, y que en un movimiento supuestamente premeditado desde años se busca que se cumpla el destino manifiesto de Norteamérica. Pero el personaje de Liev Schrieber aporta un giro en la cinta -clásico en este tipo de filmes- que lleva al espectador a la verdadera esencia de la trama: nadie sabe para quién trabaja y nada es lo que parece.

Esta cinta marca el nacimiento por una parte de una nueva agente especial de la CIA en el combate de los malos del mundo, pero como dice Salt, "como ella ninguna", y tiene razón, y por otra el regreso de tramas de espionaje entre Rusia y Estados Unidos. Dirigida por Phillip Noyce cuenta con escenas de acción a lo Lara Croft solo que en otro contexto menos increíble. Angelina no ganará ningún Oscar por este trabajo, pero sus admiradores podrán verla nuevamente haciendo sus piruetas de action woman.

Friday, August 06, 2010

El Origen

Sueño que sueño que sueño
La Realidad de los sueños
Ricardo Martínez García

Son muchas las coincidencias. Christopher Nolan, director de El Caballero de la Noche, presenta en El Origen (Inception, 10) protagonizada por Leonardo Di Caprio, la historia de unos extractores e inoculadores de ideas que se cuelan en los sueños de sus víctimas, por más inverosímil que esto suene, pero que recuerda muy de cerca a los libros de Carlos Castaneda -especialmente El Arte de Ensoñar- aunque sin el esoterismo y mística de los esfuerzos de un aprendiz de brujo que sigue el camino del guerrero y se vuelve un ensoñador y acechador tremendo, gracias a sus habilidades naturales, como lo muestra el propio Castaneda, aquel famoso antropólogo de la UCLA devenido en el aprendiz del brujo o nagual Don Juan Matus.

Di Caprio encabeza un reparto más que interesante: desde Michael Caine como el profesor universitario Miles que da clases en París y fue mentor de Dom Cobb (Di Caprio) en el aprendizaje del manejo de los sueños. Ahora Cobb es un extractor o ladrón de sueños y secretos de sus víctimas; Ellen Page como Ariadna, la más avezada estudiante de Miles y arquitecta de ambientes de los sueños (algo en lo que Cobb y su esposa Mal -Marion Cotillard- eran muy buenos: reconstruir en los sueños lugares de la realidad a su más mínimo detalle, y que es lo que hace El Inquilino en El Arte de Ensoñar de Castaneda); Joseph Gordon-Levitt, como Arthur, a cargo de la operatibilidad de las incursiones en el subconsciente de las víctimas del equipo de Cobb; Ken Watanabe como Saito y cliente de este mismo equipo al que le plantea una misión, y Cillian Murphy como Robert Fisher Jr., heredero de un imperio económico y principal víctima de Cobb.

No se trata de una película de ciencia ficción porque no centra el argumento en el uso de hipotéticos aparatos tecnológicos que permitieran la incursión de conciencias diferentes en el subconsciente de alguien (solo se ve un maletín de donde sacan algo para concectarse), sino que más bien se explora la idea de que si tal cosa fuera posible -ingresar al sueño de alguien- entonces sería posible ingresar al sueño de alguien que ya está soñando, e ir a un nivel más profundo de ese sueño y así hasta un tercer nivel. Si en los libros de Castaneda se habla del control de los sueños y de su utilización como canales hacia otros universos y suena plausible gracias a que esto es resultado de un incisivo aprendizaje, en la cinta de Nolan todo parece natural pero desconectado, justamente porque no se explica cómo sería posible tal cosa.

En Hasta el fin del mundo (91) Wim Wenders presenta en un momento dado también un pequeño aparato grabador de los sueños, algo como un ipod y que se conecta directamente en la cabeza, que al reproducirlos genera adicción en la persona que los ha soñado, enajenándola de la realidad. De alguna manera El origen alude a la misma idea, aunque con un tono dramático diferente, que se centra en la relación de Cobb y su esposa.

Si Carlos Castaneda no permitió que sus obras fueran llevadas al cine, cuando estaba en este mundo, “para no ver a Anthony Quinn haciéndola de Don Juan”, ahora no ha podido evitar que algunas o muchas de las ideas de sus libros coincidan -o tal vez algo más que eso- con argumentos cinematográficos que ciertamente resultan interesantes, pero no hay nada como leer sobre el explorador azul con el que Castaneda se topa en el mundo de los seres inorgánicos en el citado libro El Arte de Ensoñar, si se trata de irse al origen, o al menos a un origen. Y la afirmación es la misma: este mundo no es real.