Friday, March 26, 2010

Un Sueño Posible


La increíble bondad cristiana

Ricardo Martínez García

¿Por qué resulta tan increíble creer que alguien pueda ayudar a sus semejantes por simple bondad o misericordia crisitiana, en un mundo en el que casi mil millones de personas se dicen ser cristianas? Siempre hay suspicacias sobre los verdaderos motivos que orillan a ciertas personas a ayudar a alguien en situaciones desesperadas.

Si en la cinta Precious el personaje era como una Job moderna a la que el destino pone a prueba de manera más que cruel y despiadadamente, en Un sueño posible (The Blind Side, 09) de John Lee Hancock, la historia es la de la buena samaritana que rescata de su miseria a un chico afroamericano en problemas. Este joven llamado Michael Oher (Quinton Aaron) tiene la suerte de ser casi un gigante, al que le encantan los juegos y es muy bueno en eso.

Leigh Anne Tuohy (Sandra Bullock, en la actuación que le valió el Oscar del 2009 como la mejor actriz, tal vez más un premio a su variada carrera) es una ejecutiva de ventas cuyos hijos asisten a la misma escuela cristiana que le da una oportunidad a Michael de ser bien educado, aunque su desempeño académico deja mucho que desear, no así sus dotes para el fútbol americano.

Luego de un proceso de adaptación a la familia de Leigh Anne, que se desenvuelve como la verdadera jefa de su familia, y de su lucha para sacar adelante su formación académica, sale a la luz una sospecha: si todo lo que hace esta bella mujer y su familia no tiene como pérfido fin reclutar jugadores de excelencia a una universidad en particular.

¿Se puede fingir el cariño y la preocupación que se le prodiga a alguien, aunque no sea de la familia original? ¿Se puede actuar tan deliberadamente que se apueste con mucha premeditación por una persona para desarrollarla como un atleta de alto rendimiento? ¿Qué se obtiene de ello? Leigh Anne y su familia son lo bastante ricos como para suponer que buscan algún tipo de beneficio, pero sus actos (y los de muchos verdaderos cristianos y filántropos) son puestos en duda, tal vez sin razón justificada.

Michael es afortunado de encontrar a ese ángel guardián que lo ayuda a salir adelante con su propia vida, cosa más que suficiente en un mundo gobernado por el individualismo y el mercantilismo rampante. La cinta cuenta con un mensaje casi increíble de tan cristiano que es.

Wednesday, March 24, 2010

Legión de Ángeles


El poder de la fe

Ricardo Martínez García

Desde el principio de los tiempos, el conflicto entre el bien y el mal ha marcado el destino de la humanidad. Para los persas antiguos, el mundo estaba gobernado por la eterna lucha entre esas dos fuerzas, algo que se parece a la concepción de Heráclito de la lucha de los contrarios, que da como resultado el movimiento del mundo.

El zoroastrismo, religión tan antigua o más que la hebrea, consideraba que ese conflicto estaba representado por la lucha entre las deidades llamadas Ahura Mazda y Angra Mainyu, hermano malévolo de Mazda. Con el paso del tiempo, esta concepción naturalista al parecer se fue adaptando a una visión que abarcaba aspectos míticos y religiosos con su consiguiente cosmovisión ética y divina, la cual influyó en la configuración posterior del judaísmo y del cristianismo.

El director Scott Stewart presenta Legión de Ángeles (Legion, 10), una visión del fin de la humanidad, en la que Dios ha dejado de creer en su propia creación debido a su desordenada y pecaminosa vida, y ordena su destrucción, primero al arcángel Michael, o Miguel (Paul Bettany), quien se rebela ante la orden, y luego al arcángel Gabriel, quien hará todo lo posible por cumplirla.

Con un guión escrito por Peter Schink y por el propio Stewart, la cinta gira en torno a Charlie (Adrianne Palicki) y el nacimiento de su bebé. Ella es mesera de un perdido restaurante en medio de un desolado y árido Estado norteamericano; el hijo del propietario (Dennis Quaid), Jeep (Lucas Black) la ama sin reservas y por el mero hecho de amarla, amor que al final será lo que los salve no solo a ellos sino a la humanidad entera.

La cinta ofrece una vuelta de tuerca interesante respecto de la tradicional forma de presentar la mitología angelical, al plantear una inesperada rebelión del arcángel Michael: eso no hace que se convierta en el ángel caído, sino por el contrario, el que muestra lo que Dios necesita de sus creaciones, y que es algo más que obediencia ciega.

Sin exagerar en aspectos visuales como los efectos especiales, o sin engolosinarse en visiones guerreras, con un buen ritmo, la cinta plantea algunas reflexiones, un tanto superficialmente, sobre algunas formas de ser de los seres humanos, como el egoísmo, la indiferencia, la solidaridad, el amor desinteresado, el sacrificio, el deseo de ser mejores. Esta parte es a mi juicio lo mejor de Legión de Ángeles.

La aparición de actores como Bettany, Quaid o la hermosa Kate Walsh (conocida por su participación en las series de televisión Gray, y luego en Práctica Privada) le dan un aire de película grande, aunque hay algo que le falta; tal vez no le tengo demasiada fe a argumentos como el que desarrolla esta entretenida y a ratos divertida –por algunas exageraciones- cinta.

Monday, March 22, 2010

Alicia en el país de las maravillas


Alicia en el cine

Ricardo Martínez García

Lewis Carroll, seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson, publicó Alicia en el País de las Maravillas en 1865 y Alicia a través del espejo y lo que Alicia encontró allí en 1871. Siendo un sacerdote anglicano, pero también un estudioso de la lógica matemática y más que aficionado a la fotografía, Carroll tenía una cultura preponderante y unos puntos de vista que lo colocan, a partir de su trabajo como escritor, como parte de una tradición de escritores como Jonathan Swift, también hombre religioso, y su obra Los Viajes de Gulliver (1726) dado su carácter irónico y sarcástico, crítico de la sociedad de su tiempo, a la que implacablemente le mostró sus defectos y debilidades, sus excentricidades y excesos. Al mismo Carroll se le acusó de tendencias pedófilas por su gusto por fotografiar a niñas, sin saberse si era así o no.

La crítica de Carroll –que también hiciera Swift en su época- va desde señalar las absurdas costumbres sociales aristocráticas en la Gran Bretaña, las guerras sin sentido entre pueblos hermanos (como la Reina Roja de Corazones y la Reina Blanca), la hipocresía y el deseo de quedar bien de los súbditos rastreros con los soberanos, hasta las costumbres no tan extrañas de algunos, como la afición a la pipa de opio y otros a la escritura de novelas de una fantasía desbordada cercana a la alucinación.

Tim Burton realiza un trabajo espléndido de animación e ilustración de un mundo fantástico, dejando para la interpretación del espectador el aspecto crítico de la sociedad británica del siglo XIX.

A algunos les parecerá que la cinta (visualmente extraordinaria, como acostumbra Burton) no tiene ni pies ni cabeza, que está chiflada, que es incomprensible, pero olvidan ese aspecto sarcástico que se muestra tan candorosamente como parte del imaginario de una chica diferente, Alicia (interpretada maravillosamente por Mia Wasikowska), al que accede cada vez que le resulta insufrible habitar el mundo victoriano que le ha tocado vivir. Además, como dice el padre de Alicia, algunas de las mejores personas son las que precisamente están chifladas.

Alicia, como personaje, es una chica sencilla y de gran sentido común, a la que le gusta su libertad, aunque en su mundo convive naturalmente con elementos que se considerarían como de brujería (con pócimas para crecer o reducirse, túneles que conducen a un inframundo, animales que hablan, reinas que usan animales terribles para atacar a sus enemigos). El sombrerero loco (el inefable Johnny Depp) es un personaje que no está tan loco y que brilla por su bondad y capacidad de sacrificio.

Se trata de una excelente película que recrea esa difícil novela que se ha creído –de manera equivocada- que era una obra infantil, puesto que supone una férrea crítica social. No deje de verla.

Sunday, March 21, 2010

Preciosa



La extrema desgracia

Ricardo Martínez García

La vida de Clarice Precious Jones es la expresión cotidiana de una serie de abusos prolongados y sufridos de manera casi inconsciente, y desde su infancia, por parte de sus padres. Su madre es la antítesis del espíritu maternal convertido en una ignorancia egoísta, insensible y parásita, mientras que su padre solo es capaz de mostrar un total embrutecimiento con ella. Tales son las circunstancias familiares adversas de este personaje tomado de la novela Push, de la escritora Sapphire (cuyo verdadero nombre es Ramona Lofton) y llevado al cine por Lee Daniels.

Habitante de uno de los barrios más pobres de la Gran Manzana, Harlem, Precious es una obesa adolescente de 16 años embarazada por segunda ocasión, víctima de su propio padre. Su madre no la ve como una hija sino como su competencia, en lo que constituye una visión completamente retorcida de su relación familiar. Solo algunas personas, de manera casi fortuita, como su bella maestra Blue Rain (Paula Patton), ayudan a Precious cuando decide huir de casa para buscar hacerse dueña de su propia vida.

Protagonista de un drama conmovedor, aunque sin acudir al fácil sentimentalismo, Precious es un personaje al que pareciera que la sórdida vida familiar que le ha tocado en suerte la pone total y radicalmente a prueba. Todas las desgracias posibles parecen cebarse en esta inteligente adolescente afroamericana, pero ella muestra una extraordinaria respuesta al recibir un poco de atención: se muestra capaz de ser consciente de su propia situación, pero sobre todo, de tener el deseo de superarse en la medida de sus posibilidades. Es su fuerza interior lo que llama a admiración.

La interpretación de Gabourney Sidibe como Precious es excelente, pues le valió competir con Sandra Bullock al Oscar de este año como mejor actriz; la cinta cuenta con actuaciones muy buenas de Mo´Nique, Lenny Kravitz y Mariah Carey, entre otros. Muy recomendable si le gustan los dramas profundos y sin concesiones.

Wednesday, March 17, 2010

Personalidad Múltiple


Possession

Ricardo Martínez García

Sarah Michelle Gelar vuelve a protagonizar una cinta de suspense que le sienta muy bien. Pero eso no quiere decir que la cinta sea buena, si acaso regular. En ella interpreta a Jessica, abogada que trabaja para la policía, casada con el hombre perfecto, pero que tiene que lidiar con su hermano ex presidiario.
Durante un choque más que improbable en el que los hermanos son los participantes, su sangre se toca todavía más improbablemente en el momento justo en que le aplican un electroshock a alguno de ellos, lo que al parecer tiene consecuencias funestas e inesperadas para ambos y para Jessica.
Bajo una premisa tan descabellada se desarrolla esta cinta de suspense, en la que la Gelar luce sus dotes de actriz. El título de la cinta remite a aquella memorable película de Andrzek Zulawasky, esa sí inquietante y perturbadora por el manejo de las pasiones en los personajes.
En esta cinta dirigida por Joel Bergvall y Simon Sandquist, subtitulada Personalidad Múltiple, no hay ni verdadera posesión ni personalidad múltiple sino solo un personaje que en sí mismo es un excelente actor, el cual roba la identidad de otro a partir de lo que éste escribió o le contó, en una variación de La Letra Escarlata (Joffé, 95) o aún más de aquella que protagonizara Gérard Depardieu, El Regreso de Martin Guerre (Vigne, 82).

Sin la sorpresa que generó con La Maldición (The Grudge, Shimizu, 04), la esposa de Freddie Prinze vuelve a un género que le ha redituado buenos comentarios, aunque esta cinta es más de suspenso psicológico que terrorífico. Bastante regular, esta cinta es de las llamadas palomeras, pero no espere grandes sobresaltos de ella.

La Isla Siniestra


Aceptar la realidad

Ricardo Martínez García

¿Vale más vivir la vida como un hombre bueno o morir como un monstruo? Tal es la pregunta que se hace el Sheriff Edward Daniels (Leonardo Di Caprio) al final de la cinta La Isla Siniestra (Shutter Island, 10) del laureado cineasta Martin Scorsese.

Daniels decide investigar la desaparición de un paciente en un centro psiquiátrico llamado Shutter Island, ante la sospecha de un complot por parte del gobierno de usar personas para experimentos mentales, investigación cuyo resultado le hace preguntarse al espectador ¿qué es lo real? Y ante esa crucial pregunta solo queda atenerse a las evidencias, por duras que éstas sean y difíciles de aceptar.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos llevó a cabo una serie de juicios por crímenes de guerra conocidos como los Juicios de Nuremberg. El primero de ellos fue un enjuiciamiento por crímenes por realizar experimentos médicos y psicológicos en seres humanos, los cuales eran elegidos en los campos de concentración de Auschwitz, Dachau y otros.

La cinta de Ingmar Bergman El Huevo de la Serpiente (77) ya exploraba de manera más explícita las consecuencias de la experimentación en seres humanos sin su consentimiento. En la cinta de Scorsese también se plantea, por parte de Daniels, la posibilidad de que el gobierno de su propio país haya realizado ese tipo de experimentos, lo cual parecería posible aunque suene a una locura.

De acuerdo con el doctor Cawley (Ben Kingsely) hay tres formas de tratar a los pacientes: por medio de una psicocirugía (como la lobotomía, que es un tratamiento radical), la psicofarmacología (tratamiento con drogas) y la que él prefiere, el tratamiento que consiste en escuchar al paciente, en tratarlo con amabilidad y de manera razonable e incluso en seguirle la corriente a los enfermos. Pero su método preferido al parecer no funciona con casos extremos. ¿Quién le sigue el juego a quien?

Conforme la cinta avanza, la trama se va convirtiendo en una constante vuelta de tuerca muy interesante y que mantiene al borde de la butaca al espectador. La fotografía y ciertas escenas oníricas son verdaderamente hermosas, en una especie de homenaje a Tarkovsky, sobre todo de su cinta El Espejo (74), con esas escenas en cámara lenta de incendios, donde aparecen personajes acuosos que se desintegran, que así como aparecen desaparecen, todo dentro de un ambiente antinatural pero no sobrenatural.

El trabajo actoral es de primera línea, como ya es costumbre en los actores dirigidos por Sorsese.

Se trata de un complejo y entretenido thriller psicológico que explota hábilmente la paranoia y las alucinaciones de un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, producto de los horrores de guerra, los cuales se suman a su tragedia familiar que lo termina por traumatizar, en un ambiente de paranoia social generalizada luego de conocerse los crímenes de guerra aludidos y dados a conocer con los Juicos de Nuremberg. Un ejemplo más de que la ciencia sin conciencia moral destruye la humanidad.

Saturday, March 06, 2010

Opio: Diario de una Mujer Poseída


Adicciones y locura

Ricardo Martínez García

La cinta Opio, diario de una mujer poseída narra la historia de un médico neurólogo, morfinómano y adicto al sexo que comienza un tratamiento en un manicomio para tratar a una paciente obsesionada por escribir y escribir. Sus vidas parecieran las caras opuestas de la misma moneda, y su encuentro será crucial para ambos.

El director húngaro Janos Szasz, especializado en memorables dramas psicológicos, como Woyzeck (94) y Eyes of The Holocaust (00), entre otras cintas, dibuja en Opio, Diario de una mujer poseída (07) ciertas personalidades extremas. El doctor Jozsef Brenner (Ulrich Thomsen) es a la vez un médico y escritor que se encuentra bloqueado para escribir, teniendo que lidiar con enfermos y con sus propias enfermedades, como la de una enorme dependencia a la morfina. Gizella (Kirsti Stubo) es una mujer obsesionada con la idea de que el Mal la quiere invadir y apoderarse completamente de su vagina, y cuya expresión la lleva a sufrir con una compulsión por escribir. Sus terribles e incontrolables espasmos la llevan a ser objeto de medievales y salvajes tratamientos como baños de agua helada y electroshocks.

Brenner se interesa por Gizella primero como paciente. Pero luego el deseo lo cambia todo. Son como dos cuerpos de universos diferentes que siguiendo su órbita de pronto se acercaran y confluyeran en un punto, sus compulsiones sexuales, pero luego del encuentro la realidad de sus universos comienza a alejarlos, pues sus posiciones en esa sociedad cerrada que es el psiquiátrico y sus ideas son completamente diferentes.

La pretensión de ayuda del médico sobre la paciente se revierte y luego de su encuentro el que sale mejor librado es él, pues su bloqueo creativo desparece gracias al trabajo de ella, a sus textos escritos en sus diarios, mientras que él la trata como lo habían hecho anteriormente, aplicándole los viejos métodos medievales.

Las actuaciones son de un intenso dramatismo, descarnadas al grado de rozar el hiperrealismo. La delicada y precisa fotografía de Tibor Mathe nos introduce en un mundo sombrío de finales del siglo XIX, evocando con closeups sobre las texturas rugosas de viejas paredes descarapeladas, de la frialdad de las celdas de los pacientes, de la crudeza del sexo y de la miseria del espíritu humano, una perturbadora opresión difícil de quitar, un simbolismo difícil de descifrar. Todo un caso para el psicoanálisis.

La trama recuerda un poco, aunque sin su carácter particularmente esotérico, a la extravagante cinta del polaco Andrzej Zulawski Possession (81), en la que una mujer se ve irresistible y perturbadoramente compelida a tener relaciones sexuales con una criatura diabólica de enormes tentáculos, dando rienda suelta a una enferma pasión que no conoce límites. Pero los límites entre Brenner y Gizella regresan finalmente en forma de un tratamiento de cincel y martillo. Se trata en suma de una cinta inquietante que muestra una vez más la distancia entre el cine comercial norteamericano y una obra de autor europea: diferentes orientaciones dramáticas, temáticas y técnicas.

Tuesday, March 02, 2010

El Hombre Lobo


Mitos cinematográficos

Ricardo Martínez García

En el folklore europeo, y en muchos otros del mundo, existe la creencia de que algunos hombres se vuelven lobos o bestias feroces a causa de alguna maldición o como resultado de ciertos manejos de magia negra. La mitología coloca a los hombres lobo y a los vampiros como los más recurrentes en las supersticiones tradicionales. La cinta de Joe Johnston El hombre lobo, protagonizada por Benicio Del Toro, se apega completamente a la vieja tradición de ese mito y a la ya extensa filmografía que ha hecho del tema su objeto narrativo.

Bram Stocker hace decir a su personaje más famoso, el Conde Drácula, en un momento de su charla sobre sus antepasados con Jonathan Harker, que “en este remolino de razas europeas, la tribu ugra trajo de Islandia el espíritu guerrero que le dieron Thor y Odín, y del que sus bersekers hicieron gala en las costas europeas y en las de Asia y África, con tal ferocidad, que los pueblos creyeron que se trataba de una invasión de hombres lobo”. Esta explicación resulta bastante creíble para un personaje de ficción. La ferocidad de algunos pueblos guerreros sería entonces el origen de esas creencias que veían a esos combatientes casi como hombres lobo, como dice el Conde Drácula.

Otra explicación del mito, y que está presente con gran claridad en la cinta de Johnston, se expresa como una visión de la forma en que ciertas poderosas y avasallantes pasiones dominan a algunas personas al grado de convertirlas en bestias feroces, pasiones que se convierten en patologías de la mente. Pasiones destructivas y conectadas con una sexualidad tan reprimida como en ciertas sociedades, tal como lo era la victoriana de la Gran Bretaña del siglo XIX y en la que circunscribe esta nueva versión de El Hombre Lobo (The Wolfman, 10).

Sin los efectos especiales, la simpatía y el humor de An American Werewolf in London (Landis, 81), esta cinta del también director de cintas como Jumanji y Parque Jurásico 3, (director que actualmente prepara una cinta sobre El Capitán América) ofrece una estética visual oscura y nostálgica interesante pero que no logra cuajar, al grado de que al final algunos elementos de la escenografía, los efectos especiales y el maquillaje logran recordar a cintas como Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo (Delgado, 71). El actor puertorriqueño ha manifestado su deseo de hacer con el cineasta Carlos Reygadas una nueva versión de esta cinta mexicana.

La actuación de Del Toro, sin estar mal, no es de las que lo harán acreedor a alguna nominación, mientras que el veterano Anthony Hopkins nada literalmente de a muertito en una de sus pocas actuaciones que no será de las recordadas como memorables.