Friday, January 21, 2011

Red Social

Una multimillonaria red
Enlaces y Desenlaces

Ricardo Martínez García

Una idea original puede decirse que es aquella que conjunta varias más pequeñas y ofrece aplicaciones que éstas de manera  aislada no. Tal es uno de los fudamentos de la invención o la creatividad. Aquel que ve la oportunidad de crear algo nuevo a partir de lo que ya existe, y se apresura a hacerlo realidad, es considerado su creador.

David Fincher, director entre otras de Sospechosos Comunes, Alien 3, Seven, El Club de la Pelea y El Curioso Caso de Benjamin Button, presenta en Red Social (The Social Network, 10) una vertiginosa y entretenida versión de cómo el fundador de Facebook Mark Zuckerberg, con muchos golpes de genialidad y oportunidad, llega a convertirse en el multimillonario más joven de la historia.

Con la idea de ofrecer algo que fuera popular, que mostrara cosas cool como intecambiar mensajes u opiniones sobre las personas, primero entre los estudiantes de las diferentes casas de la Universidad de Harvard, y luego para todo tipo de personas en todo el mundo gracias a internet, el proyecto de Zuckerberg va creciendo como bola de nieve, del mismo modo que crecen las expectativas y ambiciones de las personas próximas a su alrededor.

Las pasiones desatadas por el inesperado éxito de la página de Zuckerberg (Jesse Eisenberg) comienza a hacer estragos en su amigo Eduardo Saverin (Andrew Garfield) y su incomprensión y falta de visión ante el fenómeno que desata Zuckerberg, cosa que sí logra observar y canalizar el fundador de Napster Sean Parker (Justin Timberlake), lo que genera el completo recelo ante su intervención.

Con música de Trent Reznor y Atticus Ross, y con un guión escrito por Aaron Sorkin basado en la novela de Ben Mezrich El Multimillonario por Accidente, Fincher presenta una cinta vertiginosa, basada en testimonios de los personajes, en flashbacks, construye la historia con episodios fragmentados que el espectador tiene que volver a unir, aunque con algún tipo de intuición de que de lo que está en juego es mucho dinero generado por un inesperado y sorprendente pastel del que todos quieren probar.

Una frase de Zuckerberg muestra su actitud ante la vida: “no es lo mismo estar obsesionado que estar motivado”, y es motivación lo que lo lleva a construir la red social virtual más grande e importante del planeta, generadora no sólo de las inadvertidas adicciones a ese nuevo y curioso modo de existir, el de “estar conectado”. Es naturalmente un accidente que esa red esté valuada en más de veinte mil millones de dólares.

Thursday, January 13, 2011

Tron, el legado

Lo mejor de la cinta es Olivia Wilde

Virtualmente soporífera

Ricardo Martínez García

Ni la inclusión de la bella Olivia Wilde (House) puede aligerar la densa y sosa trama de videojuego que prevalece en esta cinta de Joseph Kosinski, Tron: Legacy (10) en la que un programador llamado Kevin Flynn (Jeff Bridges) logra pasar de la vida natural a una existencia digital dentro de un mundo computarizado, como si fuera una especie de Jumanji digital, pero con escenografías tristes y oscuras, con efectos de colores fosforecentes y ese tipo de parafernalia que supone un mundo virtual.

Flynn logra el objetivo de trasladar su vida a ese cosmos digital pero no logra evitar que el sistema genere un doble suyo, quién sabe cómo y sin explicarse la razón de esto, y que además se convierta en su antagonista llamado Clu, que pretende regresar al mundo de los humanos –de los usuarios-  para… apoderarse de él, como cualquier villano que se precie de serlo.

Si la cinta del mismo nombre dirigida por Steven Lisberger en 1982, que giraba en torno de un programador cuya vida pasa a ser parte de sus propios programas (interpretado por el mismo Bridges), y de un personaje generado por computadora llamado Tron, no fue un gran éxito de taquilla ni mucho menos, esta nueva versión queda a deber, a pesar del avance de los efectos especiales.

El resultado es una cinta chata y sin chiste, predecible y absurda, cuyo efecto más grande en algunos espectadores es un sopor que invita al bostezo o al abandono de la sala de cine en busca de algo menos aburrido. Triste regreso a la pantalla grande de Bridges.