Saturday, April 18, 2015

Hadewijch, entre la fe y la pasión



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Entre el misticismo y el fanatismo

Ricardo Martínez García

Los caminos de la fe pareciera que son a veces incomprensibles aún para aquellos que la profesan. Tal es el caso de Celine (Julie Sokolowski), una joven parisina postulante a monja y estudiosa de teología que vive la fe cristiana como ella la entiende –con sacrificio corporal y oración constante, con cierto estilo medieval atormentado- pero que no encuentra comprensión en la comunidad religiosa a la que quiere pertenecer. La manera de vivir su religiosidad, considerada exagerada, provoca que sea invitada por la madre superiora a regresar al mundo, pero ella sigue enamorada de Jesús, vive para él.

Al ser alejada del mundo religioso, ambiente en el que mejor podría desarrollar ese amor por Cristo, Celine va dando tumbos hasta llegar a sentir la necesidad de auxilio de un comprometido fiel musulmán llamado Nassir (Karl Sarafidis), que entiende también su fe como estudio y oración, pero igual como compromiso de acción. Este modo de pensar coloca a Celine en una situación en la que cree ser un instrumento de Dios extrañamente desde el catolicismo hacia el islamismo, con consecuencias funestas.

¿Qué hace creer a Celine que Dios la puso en el camino de esa facción del Islam a la que pertenece Nassir que ve en la violencia un radical modo de actuar?

El director de la cinta Hadewijch, Entre la Fe y la Pasión (09), Bruno Dumont, pone de relieve el hecho de la fortaleza de la fe de Celine y su conexión con Dios. En una de las escenas iniciales se ve a Celine orando, pero mientras lo hace, es como si el mundo exterior se detuviera con el fin de dejarla entrar en esa conexión divina. ¿Se trata de una santa o de una extrema fanática? Celine es estudiante de teología, pero ¿qué teología podría sustentar las ideas radicales de la violencia extrema?

Al final Celine vive atormentada pues se da cuenta de que sus acciones con Nassir, derivadas de su visita o peregrinaje juntos a Oriente Medio (en el que Celine atestigua la destrucción que producen los bombardeos y la muerte de gente inocente, lo que la hace llorar, pero Nassir la conmina a no hacerlo porque eso hace explícita la humillación de las víctimas) tienen consecuencias desastrosas. Se siente abandonada de Dios y decide escapar de tal situación. ¿Le llegará la redención a esta atribulada llena de fe?

Se trata de una película de tinte religioso, interesante desde el punto de vista particular de Celine, aunque requiere de cierto tipo de conocimiento sobre la lucha que con frecuencia se establece entre religión y política, entre misticismo y fanatismo. Hadewijch fue una poetisa mística que vivió en el siglo XIII en lo que ahora es la frontera entre Bélgica y Holanda. Al parecer también es el nombre del convento en el que Celine quiere vivir.

Friday, April 17, 2015

Kingsman, The Secret Service

Competencia al 007
Los nuevos caballeros
Ricardo Martínez García

La nueva cinta de Matthew Vaughn , quien ha dirigido entre otras las películas Kick Ass 1 y X-Men Primera Generación, está basada en la serie de cómics de espías escritos por Mark Millar y Dave Gibbons titulada Kingsman Servicio Secreto (15).

Un ñoño y rico empresario de las telecomunicaciones, Richmond Valentine (Samuel L. Jackson) decide que el mundo está sobrepoblado, así que desea hacerle un favor a la Tierra y eliminar a unos cuantos millones de habitantes, a través de sus teléfonos celulares. En su camino, muy a su pesar, se cruzan los agentes de una organización súper secreta que se autodenominan Kingsman, una suerte de órden de caballeros modernos cuya misión es preservar la paz y la armonía en la sociedad, usando para tal fin todos los adelantos tecnológicos y las habilidades de los agentes secretos.

Harry Hart (Colin Firth) es un súper agente, el prototipo de Kingsman, quien se encarga de enrolar para la organización al hijo de un agente caído en combate, el joven Gary “Eggsy” Unwin (Taron Egerton). Vemos a Eggsy sobresalir en casi todas las pruebas a las que es sometido, y luego participar activamente en el combate contra Valentine.

En medio de muestras de la mejor flema inglesa y de su peculiar sentido del humor (efectivo casi siempre), la narración es fluida y entretenida, con luchas, escenas de acción muy bien logradas, con las exageraciones en efectos especiales propias del género (muy buenos por cierto), además de un estupendo trabajo del equipo actoral, que incluye además de a Jackson y a Firth al experimentado Michael Cain y a Mark Strong, cuyo resultado es el de una película disfrutable, sin mayores pretensiones.

Del mismo tenor que las cintas del Agente 007, Kingsman se inclina más por un argumento más ligero, pero no por eso menos entretenido, menor acción y efectos especiales.

50 Sombras de Grey

¿Quién domina a quién?
Las trampas del amor
Ricardo Martínez García

La primera parte de esta franquicia cinematográfica ha generado excesivas expectativas, gracias a una efectiva publicidad que apela más que a la curiosidad al morbo, al deseo ya no tan oculto de presenciar escenas sexuales explícitas desde la pantalla grande pero sin llegar a la vulgaridad o banalidad de lo pornográfico.

Christian Grey (Jamie Dornan) es un millonario con costumbres sexuales de un género tan preciso que necesita primero de contratos de confidencialidad por parte de las mujeres con quienes se relaciona, y luego de contratos personales donde se especifica el rol que jugará cada miembro de la pareja.

El sexo no es tan explícito como sí lo es lo que especifica de modo escrito en el contrato entre el hombre dominator Grey y la sumisa Anastasia Steel (Dakota Johnson), una estudiante que se comporta como una muchacha provinciana que se enamora del inmensamente rico y culto hombre de negocios Grey.

La perversión de Grey consiste en conseguir que su pareja de turno admita, de modo voluntario y en ejercicio de su libertad, una serie de requerimientos que colocan a la relación muy cerca del sadismo en un grado de adulteración que lo convierte en algo muy light.

Ana Steel, sin embargo, en el proceso de conocer a Grey, se enamora de él, ella es una idealista, apela a los sentimientos de Grey y cree que con ellos de su lado conquistará al conquistador, al dominador dominado, dándole la vuelta a la relación, o haciéndola dialéctica, de ida y vuelta, en un movimiento audaz, que la coloca por momentos en el extremo opuesto de su papel, no aceptado aún, de ser la sumisa-tapete de Grey.

El lujo y la exquisitez de los bienes materiales, mostrados prolijamente en la cinta, devienen en algo banal, cuando se muestra que es la envoltura corporal de nuestros seres lo que se esgrime como único referente de la realidad amorosa. Los utensilios que suele usar Grey en su habitación de juegos son diseñados para exaltar o realizar una amplificación de los sentidos, que son puestos al servicio de la exploración y la experimentación del placer sensual.

El planteamiento general de la cinta queda lejos de otras más provocativas o atrevidas, como 9 Semanas y Media (86) de Adrian Lyne, El Último Tango en París (72) de Bernardo Bertolucci, o de El imperio de los Sentidos (76), de Nagisa Oshima.