Friday, October 16, 2015

Siniestro 2

La terrorífica barbarie humana
Atrocidades humanas

Ricardo Martínez García

Pocas cosas perturban tanto a los espectadores como observar escenas de tortura, sean de naturaleza militar, del crimen organizado o de la maldad pura. Éste último caso es el que se presenta en la cinta de Ciarán Foy, Siniestro 2, que continúa con la línea marcada por la primera cinta.

La señora Courtney Collins (Shannyn Sossamon) y sus dos hijos, al huir de un padre abusivo y violento, se instalan en una vieja casa en una zona rural de Estados Unidos, en la que ocurrieron eventos terribles, cuyo saldo fue una familia completa asesinada. El mayor de los niños. Dylan, comienza una aparente amistad con el fantasma de otro niño, Milo, que se le aparece en medio de la noche para mostrarle cintas en las que se ven casos de familias que son sometidas a diversas formas de muerte, cada vez más crueles y malvadas, con la intención de que él a su vez haga su propia “película”.

Esta referencia a historias dentro de la historia general es un recurso que Foy repite de la primera cinta, pero su efectividad no pierde la fuerza evocadora del terror.

El ex alguacil de la primera parte (James Ransone) aparece nuevamente, tratando de resolver lo que parece ser un mito urbano, la existencia de cierto demonio, el cual aparece en diferentes lugares del mundo, causando estragos donde quiera que se le ve. Los niños son sus principales víctimas, y posteriores aliados, al ser corrompidos por ese demonio. Las cintas de los niños, más las grabaciones que encuentra un colaborador del ex alguacil, son lo suficientemente perturbadoras como para producir el escalofrío propio del terror en ciernes. Esas historias dentro de la historia presentan un atisbo de ciertas ceremonias o cultos de carácter brujeril cuyo común denominador es la crueldad sin límite.



El director logra una cinta bastante siniestra ciertamente, aunque como siempre en las cintas de este género, hay también elementos que expresan bondad y sacrificio desinteresado, elementos que hacen contrapeso a la oscuridad y a la parte siniestra de la historia. Es la vieja historia del bien contra el mal, en una de sus múltiples expresiones.

El Agente de Cipol

Amigos y adversarios
Vistazo Retro

Ricardo Martínez García

En 1953 el escritor inglés Ian Fleming publicó su primera novela en la que aparece el agente 007 James Bond, el personaje más famoso de los servicios secretos de la Corona Británica, y cuyo estilo narrtivo ha influido ampliamente en el mundo televisivo y cinematográfico. Fleming murió en 1964, luego de escribir más de una docena de novelas con Bond como protagonista.

La serie de televisión “El Agente de Cipol” fue producida entre 1964 y 1968 por la cadena norteamericana NBC. El argumento estaba ubicado durante la llamada Guerra Fría, e irónicamente dos agentes, uno norteamericano y otro ruso, se ven reunidos para enfrentar a una organización criminal que ha rebasado a las autoridades de ambas naciones. Los protagonistas eran Napoleón Solo (Robert Vaughn) e Illya Kuriakin (David McCallum).

Es de esa serie de la que toma inspiración el director británico Guy Ritchie para su nueva película “El agente de Cipol” (2015), en la que los actores Henry Cavill y Armie Hammer dan vida a Solo y a Kuryakin respectivamente. La propuesta cinematográfica de Ritchie resulta una combinación de frescura y a la vez de homenaje a la serie de los sesenta. (La franquicia que protagoniza Tom Cruise hace lo propio pero a partir de una serie más o menos contemporánea a la del Agente de Cipol: Misión Imposible).

Solo y Kuryakin compiten por rescatar a la hija de un científico nuclear alemán, el cual es obligado a construir una bomba por una organización criminal. Solo gana la partida, logrando poner a salvo a Gaby (Alicia Vikander), pero a partir de ahí se ven obligados a emprender una misión en conjunto, bajo el mando de Alexander Waverly (Hugh Grant, ya lejos de los papeles de galán), generando situaciones que van de lo combativo a lo colaborativo.

Aunque la película tarda ligeramente en tomar ritmo, cuenta con buenas dosis de humor y una trama que genera intriga y expectación. Ritchie lleva a cabo una buena película homenaje a aquella serie de televisión, cuya historia deja de lado el peligro inminente de una guerra nuclear entre las dos potencias de entonces, para centrarse en el combate a las organizaciones criminales que eventualmente representaban amenazas más inmediatas a la precaria estabilidad geopolítica durante ese periodo de la postguerra.


Como de costumbre en las cintas de Ritchie, es de destacar el sonido, así como el trabajo recopilatorio realizado para el soundtrack; mención particular merece la adecuada fotografía y el uso mesurado de los efectos especiales, dando prioridad a la escenografía y a las actuaciones.