
Ricardo Martínez García
La historia del surgimiento de un guerrero legendario e implacable pocas veces ha sido tan tierna y disfrutable como la historia del oso panda Po, quien es hijo (a todas luces adoptivo) de un honrado ganso fabricante de fideos, y de su sueño de convertirse en un formidable exponente del Kung Fu.
Producida por los estudios Dreamworks y dirigida por Mark Osborne y John Stevenson, Kung Fu Panda cuenta con un guión de Dan Harmon, Jonathan Aibel y Glenn Berger, el cual retoma algunos elementos míticos y de sabiduría ancestral china para mostrar que la mejor enseñanza que podemos recibir (y sin tantos rollos, literalmente) es aceptarnos a nosotros mismos y descubrir la riqueza que llevamos dentro. Ésa es la fuente de toda fortaleza y la única manera de sacar provecho de nuestras debilidades.
Aparentemente la maestría del kung fu sólo es alcanzada luego de duros y largos años de entrenamiento, cosa que creen totalmente los cinco discípulos del maestro Shifu –Tigresa, Mantís, Viper, Mono y Gruya- todos ellos tremendamente versados en las artes marciales y lideradas por Tigresa, quien no duda en mostrarle todo su desprecio a Po, quien es un gran concinero torpe y gordo pero es quien, casi sin entrenamiento, al final salva a la ciudad del temible leopardo Tai Lung, ex favorito del maestro Shifu.

Las referencias a la sabiduría china, que también puede ser la griega (como la de Sócrates y el “conócete a ti mismo”) y el proceso de sucesión y elección de maestros, que recuerda a las ordenes de iniciados u organizaciones secretas y esotéricas, hacen de esta película un festín de la imaginación que a los infantes seguro les gustará mucho, y a los grandes nos harán pasar un rato divertido y probablemente hasta de reflexión.
La cinta cuenta con las voces en inglés de Jack Black, Dustin Hoffman, y Angelina Jolie (Po, Shifu y Tigresa) y en español con la voz de Omar Chaparro y Pedro Armendáriz Jr. para Po y Shifu.
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