El eterno drama de la posesión del poder
Ricardo Martínez García
Natalie Portman ha dicho que decidió participar en la nueva cinta producida por la Marvel Comics Thor (2011) porque el director sería Kenneth Branagh. Conocido por ser un actor y director especialista en las obras de Shakespeare (desde los 23 años ha sido miembro de la Royal Shakespeare Company), además de ex esposo de Emma Thompson (fueron conocidos como Ken y Em, la pareja real del cine inglés), con participaciones como actor en algunas populares películas tanto de corte shakespearianas como comerciales –Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet, Frankenstein, Harry Potter y la Cámara Secreta- y actor de teatro galardonado (con una obra de David Mamet, Edmond).
Con ese currículum tras de sí, Branagh presenta su nueva cinta Thor en la que hay dos películas en una. La primera, la que narra las peripecias mitológicas de Thor (Chris Hemsworth), dios del trueno, hijo de Odin, aquel mítico dios venerado realmente por las antiguas tribus germánicas, en su camino hacia el poder real de su padre (Anthony Hopkins), pero que se le complica porque debe ser “digno del poder” aún para poseer el martillo todopoderoso llamado Mjolnir. Esta parte de la cinta recuerda a algunas obras como Hamlet o Ricardo III, pues muestra a unos dioses veleidosos, demasiado humanos, con envidias y apasionamientos, parecidos a los mitológicos dioses griegos. La segunda película es la que transcurre en la vida actual, con la astrofísica Jane Foster (Natalie Portman) a punto de realizar un descubrimiento junto con su colega el profesor Andrews (Stellan Skarsgard) y su ayudante Darcy (Kat Dennings), pero que son avasallados por los cuerpos de seguridad nacional norteamericanos, que no entienden que está a punto de nacer un nuevo súper héroe.
Consideradas por separado, estas dos partes de la cinta son interesantes y bien realizadas, pero al estar mezcladas pierden cierto grado de credibilidad. Por ejemplo, ¿por qué los dioses necesitan de un aparato –destruible- para trasladarse de un lado a otro? O son dioses o son científicamente avanzados (¿o será que al final son lo mismo?). Pero es una constante en algunas de estas cintas basadas en cómics jugar el juego de la imaginación que permite algunas concesiones a las leyes de la naturaleza; además en estas cintas no puede faltar el pequeño cameo por parte de Stan Lee. Branagh logra imprimirle buen ritmo y dramatismo a la cinta, sin descuidar los efectos especiales, que son la marca de identidad de las películas de la Marvel.