Friday, June 17, 2016

Volando Alto

Espíritu invencible
Querer sí es poder!

Ricardo Martínez García

Un deseo, un ideal, una meta o un reto, tal vez todo eso o algo completamente diferente es lo que motiva a una persona a perseguir algo hasta que lo consigue, a pesar de los obstáculos que se le presenten. Tal es la historia de Eddie Edwards, que nos presenta el director británico Dexter Flechter en Volando Alto (2016) la historia de un hombre con un sueño: competir en las olimpiadas, a pesar de su falta de entrenamiento y preparación, pero con un espíritu indomable.

El lema de las Olimpiadas señala que “lo importante no es el triunfo, sino la competencia”, es decir la experiencia misma de estar ahí, compitiendo con los mejores del mundo, aunque sea en las olimpiadas de invierno. Michael Eddie Edwards (Taron Egerton) tal vez no era el británico mejor esquiador saltador del mundo, pero sí es uno de los más tenaces, aguerridos, valientes deportistas y eso es lo que lo vuelve un personaje famoso. Nacido en 1963 en Cheltenham, Inglaterra, Eddie creció en una familia de clase trabajadora, su padre era yesero, pero él aspiraba a algo más. Sin ser un atleta, y gracias a su férrea voluntad, logró que el renuente Comité Olímpico de su país lo aceptara, no sin antes ponerle algunas trabas, como único participante en la prueba de salto en esquíes de las Olimpiadas de Invierno de Calgary, en 1988. Con un gran apoyo de la prensa y la antipatía de muchos competidores “serios”, Eddie apenas si logró clasificarse para esas olimpiadas y ganar algunos patrocinadores.

Pero tal vez el apoyo que logra por parte de su entrenador Bronson Peary (Hugh Jackman) fue el decisivo, el que le dio el impulso a continuar a pesar de las piedras que su padre, el comité olímpico, otros competidores poco leales, le van poniendo en el camino.
La fe de Eddie no está puesta en una instancia divina superior, sino en el deseo y la férrea voluntad de trascender en el puro terreno individual, en la tenacidad y perseverancia a prueba de casi todo. Y esto es lo que se le reconoció a Michael, quien en esas Olimpiadas de Calgary escuchó corear su nombre luego de que el presidente del COI aludiera a su vuelo, como de águila. Es conmovedor cómo los logros de Eddie logran al fin cambiar incluso la actitud de su padre, tal vez el más renuente a dejar a Eddie realizar su sueño de competir en las olimpiadas.
Taron Egerton logra una destacada actuación como Eddie, luego de su debut en la película Kingsman, sobre todo porque al interpretar a Eddie tuvo que subir de peso y colocarse unas gafas para la miopía (además de “el águila” Eddie también fue apodado como “Mr. Magoo”). Egerton logra mostrar las diferentes facetas personales de Eddie de manera convincente, desde su tencacidad, su ingenuidad y su valentía rayando en la temeridad. Por su parte Jackman hace un uso adecuado de su impacto escénico, mostrando que no solo hace bien el papel de Wolverine, sino también otros papeles, como el de este antiguo atleta, saltador en esquíes, gruñón y bebedor, pero que logra ver algo en Eddie y decide ayudarlo a entrenar.

Cabe señalar que luego de la incursión de Eddie en esas Olimpiadas de 1988, las reglas para calificar a la competencia fueron modificadas, exigiendo mayor competitividad a los candidatos, lo que hace prácticamente imposible volver a ver a otro Eddie ingresando a tales pruebas.

Milagros del Cielo

Mueve montañas
Convicción y Esperanza

Ricardo Martínez García

En el mundo actual, ya casi no hay cabida para la fe, la esperanza de que lo irreversible cambie, de que lo inexorable no suceda. Al parecer la cuestión sobre la fe sigue siendo una cuestión de enfoque: o creemos que todo es cotidiano y causal, o creemos que nuestras vidas son el resultado de una cadena de milagros que ni siquiera podemos observar, dada nuestra visión cientificista y nuestro escepticismo radical.

La directora Patricia Riggen presenta, en esta cinta Milagros del Cielo (16) un drama familiar que tiene un final feliz, pero que para alcanzarlo la familia y sobre todo Christy y Anna deben atravesar.

La familia Beam es una familia como tantas otras, que lucha por su bienestar, trabaja, invierte, acude a los servicios religiosos. Pero la situación de salud de una de sus hijas lo trastorna todo. Anna (Kylie Rogers) es la hija mediana de Christy y Kevin Beam (Jennifer Garner y Martin Henderson), quien presenta una rara enfermedad intestinal. Christy, como cualquier madre, desespera ante los síntomas que presenta su hija y que no desaparecen, lo que la lleva a enfrentarse con médicos que a su juicio no hacen lo posible por su hija. Es así como llega con el especialista pediatra Doctor Nurko (Eugenio Derbez), quien confirma los diagnósticos de que Anna sufre una enfermedad incurable, la cual solo puede tratarse en la medida de lo posible, sobre todo evitando el dolor.
Anna, al jugar con su hemana mayor Abbie (Brighton Sharbino), sufre un aparatoso accidente, lo que añade drama a su ya de por sí terrible situación.

Sin la decidida voluntad de Christy, más la bondadosa intervención de algunas personas, como la recepcionista del hospital, o de Angela, la mesera del restaurante (Queen Latifah), o las atenciones a lo Patch Adams de Nurko, no hubiera sido posible la atención que Anna necesitaba en su momento.

Más allá de esto, está la gozosa incomprensión ante un evento positivo, la sobrevivencia de Anna no solo ante su accidente, sino la reversión de lo que era considerada una enfermedad incurable. La fe religiosa de Christy no parecía especialmente fuerte, su congregación y sus feligreses se vuelven algo negativo, luego de que algunas almas caritativas le sugieren como causa de los males de Anna los pecados de sus padres o los de ella misma. A pesar de ello, es a la fe y la oración a lo que acude Christy en el momento crucial en la vida de Anna.

Anna señala, al recordar los eventos luego de su caída, haber sentido comunicarse con Dios aún sin palabras, y que éste le hizo saber que debía regresar y que estaría bien. Fuera un exceso de medicamentos para el dolor, o una auténtica y mística experiencia religiosa, el caso es que la niña recupera la salud y la vitalidad.

El guión de la cinta es una adaptación del libro que escribió la verdadera Christy Beam, en su deseo de relatar su experiencia de vida más feliz y trascendente.

Al final el mensaje de la cinta es de lo más positivo: la vida está llena de milagros cotidianos, y los ve quien quiere verlos. El escepticismo es la incapacidad para cambiar de visión y poder realizar una interpretación de los hechos de manera menos causal y más milagrosa e inexplicable científicamente.


Dios no ha muerto 2

Libertad religiosa en duda
¿Educar o predicar?

Ricardo Martínez García

La profesora Grace Wesley (Melissa Joan Hart) da clases en una preparatoria, y en una de sus clases una estudiante le pregunta sobre si lo que están viendo en historia pudiera ser compatible con lo que Jesucristo señaló en los Evangelios. Su respuesta afirmativa desencadena una lucha laboral entre ella y sus empleadores, que se convierte en un conflicto jurídico en cuyo centro está la laicidad de la educación.

Los padres de la estudiante que cuestiona a la profesora están decididos a no permitir que su hija reciba sin su consentimiento lo que a su juicio es un ejercicio de predicación de la palabra de Dios, toda vez que ellos son librepensadores y no desean ningún tipo de adoctrinamiento contrario a la ciencia. Tal es el argumento en contra de la maestra.

Un hábil y recién egresado abogado toma la defensa de la profesora Wesley, y al mostrar que la respuesta de Grace a su alumna, más allá de estar apoyada en la existencia indudable, probada e histórica de Jesús, está apoyada en sus más profundas creencias, y esto le permite ganar el caso.

La cinta pareciera mostrar que así como hay fundamentalismo religioso, también hay fundamentalismo laico, o científico, o tal vez es algo más oculto. Lo que sí es claro es que la cinta pone de manifiesto una idea de Dios que propone la idea de que la existencia de Jesús de Nazareth como hombre equivale a la prueba indudable de la existencia de Dios. 

El catolicisimo y algunas variantes del protestantismo norteamericano en efecto son partidarios de esta noción, aunque con diferencias tales que las hacen precisamente diferentes y por ello son ramas aparte de una noción general del cristianismo.

El drama en sí puede considerarse típico de una lucha en los tribunales al estilo norteamericano, pero lo que es diferente es la argumentación, que pone de manifiesto ese fundamentalismo al revés, algo que pudiera considerarse anacrónico en pleno siglo XXI, una vez que se ha ganado el derecho a ejercer el culto que se quiera. Pareciera que algunos quieren confundir a la fuerza un comentario religioso con un proselitismo indebido en una escuela laica.


La actuación de Melissa Joan Hart es mesurada y adecuada dramáticamente, algo diferente de lo que vimos en su serie de Sabrina, la Bruja Adolescente. Lo valioso de la cinta es que es un buen pretexto para reflexionar sobre las propias convicciones religiosas y si su manifestación puede hacerse en cualquier contexto. 

Capitán América: Civil War

Amigos enemigos
Libertad por encima de la autoridad

Ricardo Martínez García

En medio de una campaña crítica en los medios de comunicación debido a los daños colaterales de la acción de Los Vengadores en su lucha contra Loki y otros malvados, surge el conflicto entre los líderes de los Vengadores, Steve Rogers o el Capitán América y Tony Stark o Iron Man.

El argumento de la cinta, dirigida por Anthony y Joe Russo, se introduce de modo superficial en un interesante dilema de filosofía política clásica: la oposición entre el ideal de libertad de acción y la necesidad de ceñirla a ciertas limitaciones, como las que establecen las leyes constitucionales. Muchos agradecen la acción defensiva y protectora de los Vengadores, pero algunos otros están en contra de tales acciones debido a sufrir de su acción destructiva (como lo que les ocurre a los héroes que aparecen en la cinta de animación del 2004 Los Increíbles, de Brad Bird).

El audaz héroe de guerra, idealista de la libertad y hombre de acción Steve Rogers (Chris Evans) entra en conflicto cuando se le solicita firmar un acuerdo por parte del gobierno en el que ceden él y el equipo de Vengadores su autonomía, en aras de una autoridad superior. Por su parte, Tony Stark (Robert Downey Jr.), el gran industrial vendedor de armas y posterior desarrollador de alta tecnología, es un firme partidario de suscribir tal acuerdo, con el que cree que estarán mejor el equipo de los Vengadores. Ellos encarnan los lados más destacados de la historia norteamericana ligadas a su fase imperialista del siglo XX: propaganda idealista y desarrollo industrial relacionado con la milicia, desde la perspectiva del cómic de Marvel.

De manera inaudita, cada uno de los miembros del equipo va tomando partido por alguna u otra postura, alinéandose ya sea con el Capitán América o con Iron Man. Destacan las ausencias de Thor y de Hulk, así como las divertidas y novedosas apariciones del Hombre Araña y Ant Man, el primero para el equipo de Iron Man y el segundo para el del Capitán.
Un elemento adicional en el argumento es Bucky Barnes, el amigo de Steve Rogers, quien encarna el punto culminante de la necesidad tiránica nazi (como un resabio de los experimentos de los científicos alemanes previos y durante la Segunda Guerra Mundial, y probablemente después de ésta) de controlar incluso las mentes de sus agentes llamados soldados del invierno. La amistad de Barnes con el Capitán América supone un punto de quiebre más con Iron Man.

No es claro que los Vengadores sean lo suficientemente conscientes de las implicaciones de sus posturas, pero queda claro que sea por la autoridad constituida o por la libertad idealizada, cada uno de ellos luchará por lo que cree correcto con lo que tiene, a pesar de ser amigos de los del otro equipo y a pesar de que en el fondo todos están del mismo lado. 

El resultado es algo confuso para los espectadores infantiles (y también para los adultos): ellos no ven las implicaciones conceptuales de la toma de partido entre los combatientes de esta guerra interna de cómic, solo ven esta cinta como entretenimiento y diversión.

¿Habrá una ruptura con el gobierno y sus leyes, por parte de los Vengadores, o se circunscribirán a ellas en aras de una reconciliación? Ya lo veremos en la siguiente entrega.