Friday, June 17, 2016

Capitán América: Civil War

Amigos enemigos
Libertad por encima de la autoridad

Ricardo Martínez García

En medio de una campaña crítica en los medios de comunicación debido a los daños colaterales de la acción de Los Vengadores en su lucha contra Loki y otros malvados, surge el conflicto entre los líderes de los Vengadores, Steve Rogers o el Capitán América y Tony Stark o Iron Man.

El argumento de la cinta, dirigida por Anthony y Joe Russo, se introduce de modo superficial en un interesante dilema de filosofía política clásica: la oposición entre el ideal de libertad de acción y la necesidad de ceñirla a ciertas limitaciones, como las que establecen las leyes constitucionales. Muchos agradecen la acción defensiva y protectora de los Vengadores, pero algunos otros están en contra de tales acciones debido a sufrir de su acción destructiva (como lo que les ocurre a los héroes que aparecen en la cinta de animación del 2004 Los Increíbles, de Brad Bird).

El audaz héroe de guerra, idealista de la libertad y hombre de acción Steve Rogers (Chris Evans) entra en conflicto cuando se le solicita firmar un acuerdo por parte del gobierno en el que ceden él y el equipo de Vengadores su autonomía, en aras de una autoridad superior. Por su parte, Tony Stark (Robert Downey Jr.), el gran industrial vendedor de armas y posterior desarrollador de alta tecnología, es un firme partidario de suscribir tal acuerdo, con el que cree que estarán mejor el equipo de los Vengadores. Ellos encarnan los lados más destacados de la historia norteamericana ligadas a su fase imperialista del siglo XX: propaganda idealista y desarrollo industrial relacionado con la milicia, desde la perspectiva del cómic de Marvel.

De manera inaudita, cada uno de los miembros del equipo va tomando partido por alguna u otra postura, alinéandose ya sea con el Capitán América o con Iron Man. Destacan las ausencias de Thor y de Hulk, así como las divertidas y novedosas apariciones del Hombre Araña y Ant Man, el primero para el equipo de Iron Man y el segundo para el del Capitán.
Un elemento adicional en el argumento es Bucky Barnes, el amigo de Steve Rogers, quien encarna el punto culminante de la necesidad tiránica nazi (como un resabio de los experimentos de los científicos alemanes previos y durante la Segunda Guerra Mundial, y probablemente después de ésta) de controlar incluso las mentes de sus agentes llamados soldados del invierno. La amistad de Barnes con el Capitán América supone un punto de quiebre más con Iron Man.

No es claro que los Vengadores sean lo suficientemente conscientes de las implicaciones de sus posturas, pero queda claro que sea por la autoridad constituida o por la libertad idealizada, cada uno de ellos luchará por lo que cree correcto con lo que tiene, a pesar de ser amigos de los del otro equipo y a pesar de que en el fondo todos están del mismo lado. 

El resultado es algo confuso para los espectadores infantiles (y también para los adultos): ellos no ven las implicaciones conceptuales de la toma de partido entre los combatientes de esta guerra interna de cómic, solo ven esta cinta como entretenimiento y diversión.

¿Habrá una ruptura con el gobierno y sus leyes, por parte de los Vengadores, o se circunscribirán a ellas en aras de una reconciliación? Ya lo veremos en la siguiente entrega.

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