Amigos enemigos |
Libertad
por encima de la autoridad
Ricardo Martínez García
En medio de una campaña crítica en
los medios de comunicación debido a los daños colaterales de la
acción de Los Vengadores en su lucha contra Loki y otros malvados,
surge el conflicto entre los líderes de los Vengadores, Steve Rogers
o el Capitán América y Tony Stark o Iron Man.
El argumento de la cinta, dirigida por
Anthony y Joe Russo, se introduce de modo superficial en un
interesante dilema de filosofía política clásica: la oposición
entre el ideal de libertad de acción y la necesidad de ceñirla a
ciertas limitaciones, como las que establecen las leyes
constitucionales. Muchos agradecen la acción defensiva y protectora
de los Vengadores, pero algunos otros están en contra de tales
acciones debido a sufrir de su acción destructiva (como lo que les
ocurre a los héroes que aparecen en la cinta de animación del 2004
Los Increíbles,
de Brad Bird).
El audaz héroe de guerra, idealista
de la libertad y hombre de acción Steve Rogers (Chris Evans) entra
en conflicto cuando se le solicita firmar un acuerdo por parte del
gobierno en el que ceden él y el equipo de Vengadores su autonomía,
en aras de una autoridad superior. Por su parte, Tony Stark (Robert
Downey Jr.), el gran industrial vendedor de armas y posterior
desarrollador de alta tecnología, es un firme partidario de
suscribir tal acuerdo, con el que cree que estarán mejor el equipo
de los Vengadores. Ellos encarnan los lados más destacados de la
historia norteamericana ligadas a su fase imperialista del siglo XX:
propaganda idealista y desarrollo industrial relacionado con la
milicia, desde la perspectiva del cómic de Marvel.
De manera inaudita, cada uno de los
miembros del equipo va tomando partido por alguna u otra postura,
alinéandose ya sea con el Capitán América o con Iron Man. Destacan
las ausencias de Thor y de Hulk, así como las divertidas y
novedosas apariciones del Hombre Araña y Ant Man, el primero para el
equipo de Iron Man y el segundo para el del Capitán.
Un elemento adicional en el argumento
es Bucky Barnes, el amigo de Steve Rogers, quien encarna el punto
culminante de la necesidad tiránica nazi (como un resabio de los
experimentos de los científicos alemanes previos y durante la
Segunda Guerra Mundial, y probablemente después de ésta) de
controlar incluso las mentes de sus agentes llamados soldados del
invierno. La amistad de Barnes con el Capitán América supone un
punto de quiebre más con Iron Man.
No es claro que los Vengadores sean
lo suficientemente conscientes de las implicaciones de sus posturas,
pero queda claro que sea por la autoridad constituida o por la
libertad idealizada, cada uno de ellos luchará por lo que cree
correcto con lo que tiene, a pesar de ser amigos de los del otro
equipo y a pesar de que en el fondo todos están del mismo lado.
El
resultado es algo confuso para los espectadores infantiles (y también
para los adultos): ellos no ven las implicaciones conceptuales de la
toma de partido entre los combatientes de esta guerra interna de
cómic, solo ven esta cinta
como entretenimiento y diversión.
¿Habrá una ruptura con el gobierno y
sus leyes, por parte de los Vengadores, o se circunscribirán a ellas
en aras de una reconciliación? Ya lo veremos en la siguiente
entrega.
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