Spielberg Revisited |
Liberando a E.T.
Ricardo Martínez García
El productor, guionista y director, creador del programa Fringe y responsable de cintas como Misión Imposible 3 y Star Trek, J. J. Abrams, es sin duda uno de los discípulos más aventajados de Steven Spielberg. En una sola cinta logra sintetizar algunas de las inquietudes de narración fílmica que más le han atraído al famoso director de éxitos de taquilla como E. T. , Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Poltergeist, Parque Jurásico, Salvando al Soldado Ryan y un largo etcétera. Desde la amistad de una pandilla de niños que comparten la pasión por hacer cine, desastres terribles y destrucción debida a una fuerza superior e incomprensible, operativos militares y secretos muy bien guardados, la creación y cumplimiento de una misión, el romance incipiente entre unos adolescentes hasta la liberación de un ser extraterrestre. Todo eso amalgama de manera ágil y amena Abrams en Super 8.
El homenaje implícito al cine en esta cinta y el amor que le profesan los realizadores Spielberg y Abrams, queda plasmado en el deseo irrefrenable de filmar y dirigir una cinta de zombies del gordito Charles (Riley Griffiths) y de sus amigos, el maquillista Joe Lamb (Joel Courtney), el encargado de los efectos especiales Martin (Gabriel Basso), su actor estrella Cary (Ryan Lee) y la recién reclutada Alice (Elle Fannning), todos niños de entre 12 y 14 años.
Las filias cinematográficas de este grupo de adolescentes –muy probables alusiones a las propias filias del director y productor de la película- son mostradas de manera tal que aparecen como una breve pero concisa historia del propio celuloide, pasando por aspectos dramáticos narrativos con guiños shakespereanos (como cuando se les prohíbe verse a dos de estos chicos), o escenas que ensalzan la amistad y el compañerismo, así como los dramas personales a partir de la pérdida de seres queridos.
El título de la cinta alude al formato de una película casera para filmar llamada Super 8.
Es de notar, por otra parte, que no solo esta cinta, sino muchas, de diferentes directores y géneros, de manera regular, muestran la idiosincracia que tiene el norteamericano común alrededor del hecho de fumar “hierba”. No solo en ésta se muestra que uno de los personajes la consume (y al estar bajo sus efectos, se pierde de la acción a su alrededor); es común que en muchas cintas del vecino país del norte algunos de los personajes la consuman: desde el encargado del videoclub hasta altos ejecutivos, se echan su cigarrito de mariguana para “relajarse” o para sentirse en onda o elevarse, como ocurre con el personaje de Cameron Diaz en su más reciente cinta, Malas Enseñanzas. El consumo de mariguana se ve como una travesura de adolescentes, pero hay adultos que no alcanzan a madurar. El problema es que ese consumo, travieso y cándido allá, genera muertes y violencia acá, en nuestro país, y en muchos otros, y no se ve cómo cambiará esta situación mientras su consumo siga viéndose como una pequeña travesura. Y eso es algo que Super 8, como muchas otras, con historias de ficción o no, muestran casi sin querer.