Pasiones otoñales divertidas
Ricardo Martínez García
Meryl Streep es tan buena actriz que en cualquier género cinematográfico se ve desenvuelta y muy natural. No por nada es considerada una de las más grandes actrices en la actualidad. Tal es el caso de su trabajo en la tragicomedia romántica de Nancy Meyers, en la cual comparte créditos con Alec Baldwin y Steve Martin.
Es una tragicomedia porque mientras reímos con las situaciones jocosas que se presentan en la vida de Jane (Streep) al tener que lidiar con un reencuentro con su ex esposo Jake (Baldwin), por otro lado la vemos sufrir y debatirse con el conflicto que le genera el saber que aunque su ex es alguien todavía importante para ella, la relación que tenía a nivel individual con él se ha terminado mucho tiempo atrás.
La vemos sufrir las dudas, las inseguridades propias de quien ha perdido la práctica de salir y divertirse con alguien, y que cuando las circunstancias lo permiten, se da el lujo de vivir algo que ella desea pero que no sabe qué final tendrá. Es complicado, como ella le dice a su terapeuta.
Jake es un hombre maduro y en la antesala de la vejez que logró fundar una nueva relación con la joven Agness (Lake Bell) y tiene un niño de cinco años. Pero esto no lo hace feliz y luego del reencuentro casual con su ex intenta regresar a la relación que tuvo con ella. Ambos lo intentan pero las inercias de tantos años presentan sus circunstancias propias haciendo que todo sea “complicado”.
Una nueva oportunidad se abre para Jane cuando conoce a Adam (Steve Martin) pero entre que sí y que no regresa con Jake hay una enorme ambigüedad que tiene que ser resuelta. ¿Quién no se ha visto en una situación humana así? Meyers presenta una cinta aparentemente ligera pero de la cual el espectador puede sacar temas de reflexión de manera divertida y madura.