Ricardo Martínez García
Los medicamentos controlados que
prescriben en los consultorios psiquiátricos pueden llegar a ser
peligrosos y poner en riesgo ingresos multimillonarios a los
fabricantes farmacéuticos.
La nueva cinta de Steven Soderbergh
titulada Terapia de riesgo (y más acertadamente en
inglés Side Effects, 2013), protagonizada por Jude Law,
Rooney Mara y Channing Tatum, nos muestra a un psiquiatra que trata a
una paciente suicida-homicida a la cual no le pueden imputar
responsabilidad total debido a la duda sobre el grado de influencia
ejercida por los medicamentos recetados. La historia no es lo que
parece y el desenlace podría considerarse más o menos inesperado.
Tras la complicada trama que va de las terapias con el siquiatra a las complicaciones legales derivadas de actos criminales en los que están directamente vinculados ciertos medicamentos, está la denuncia hacia los poderosos intereses de la industria, que hacen de las suyas con el fin de mantener altas las ventas.
Tras la complicada trama que va de las terapias con el siquiatra a las complicaciones legales derivadas de actos criminales en los que están directamente vinculados ciertos medicamentos, está la denuncia hacia los poderosos intereses de la industria, que hacen de las suyas con el fin de mantener altas las ventas.
En la novela Operación Shylock,
Philip Roth, devenido personaje de su propia novela, narra las
emociones y “sentimientos” al estar bajo tratamiento con un
medicamento real llamado Halción (triazolam benzodiazepina), el
cual, fuera de ficción, fue prohibida en Holanda en 1979, y retirada
del todo en la Gran Bretaña luego de un informe de la BBC en 1991 y
de un artículo aparecido en enero de 1992 en TheNew York Times. El Halción era en su momento el somnífero
más vendido en el mundo, pero la farmacéutica que la elaboraba
ocultó los terribles efectos secundarios “de orden psiquiátrico”
que producía en algunos de los pacientes tratados con la sustancia.
La cinta de Soderbergh, con guión
de Scott Burns, muestra el pequeño gran complot entre supuestos
pacientes y psiquiatras, que son a su vez promotores de los productos
de las grandes farmacéuticas para asegurarse enormes cantidades de
dinero en comisiones por ventas.
En un momento dado el argumento, como
se ha mencionado, plantea un poco a las prisas y algo de pasada la
clásica cuestión sobre si habría imputabilidad de culpabilidad en
un paciente que recibe un tratamiento y a causa de éste comete
ciertos crímenes, es decir si realmente o hasta qué punto su propia
conciencia es rebasada por el uso de los medicamentos prescritos.
Interesante e intrigante película, de ritmo semilento pero efectivo,
y con cierto toque final de thriller detectivesco. Además cuenta con
destacadas actuaciones, sobre todo de Law y Mara.