Realismo
en el cine mexicano
Ricardo Martínez García
Si bien el cine se inventó como un
medio para entretener o mostrar escenas cotidianas, pronto mostró
que sus posibilidades expresivas y de intención son múltiples y
variadas, y se convirtió en un canal de denuncia, en un medio que
puede mostrar las crisis sociales, reflejando la preocupación que la
sociedad tiene ante fenómenos que amenazan la integridad de sus
elementos, por causas bien conocidas e identificables.
Tal es el caso de dos cintas mexicanas
recién exhibidas. La cinta Heli (2013) de Amat Escalante,
muestra de manera cruda las desventuras de una familia que se ve
avasallada por haber interferido, aunque sea de modo accidental pero
no menos fatal, en el mundo del narcotráfico, que solo conoce sus
propias e impunes reglas y sus violentas acciones devastadoras.
La comprensible sed de venganza ante la
agresión a la vida del protagonista, llamado Heli (Armando Espitia),
por parte de un grupo de narcos, que se mimetizan con policías
federales, dentro del submundo del narco -que abarca a todos los
sectores de la sociedad, corrompiendo a la mayoría-, pone sobre la
mesa una situación real y tangible que preocupa al espectador y lo
alerta sobre la gravedad de la situación. Se trata de una cinta sin
concesiones que muestra eventos más que ficticios probables y que
remite, en cierto modo, a otro largometraje de corte similar, Miss
Bala (2011) de Gerardo Naranjo.
La otra cinta es un reestreno, Espacio
Interior (2012), de Kai Parlange Tessman, basada en hechos
reales: recrea el caso de un arquitecto secuestrado que sobrevive a
su cautiverio a fuerza de convicción personal, de fortaleza interior
y de buena suerte, suerte con la que no contaron otras personas en
casos similares recientemente, a cuyas familias les obligan a pagar
rescate y luego ejecutan a la víctima.
Lázaro (Kuno Becker) es el arquitecto
al que secuestran y que vive primero desesperadamente pero luego, al
paso del tiempo, más sensatamente su cautiverio. Parlange Tessman
muestra la manera en la que sobrevive Lázaro, aferrándose a sus
recuerdos, a su vida interior, a su familia, al recuerdo de la vida
en libertad, ante el aislamiento y el silencio al que es sometido por
sus captores. La cinta trasciede en tal sentido por el lado
actoral: Becker realiza un trabajo interesante, pero también porque
muestra un flagelo más para la sociedad.
En el mes de enero pasado, el
periodista Omar Granados, en el portal de Animal Político,
señalaba una estadística de terror: México ocupa el segundo lugar
mundial en el rubro de secuestros. Los grupos del crimen organizado
en México han variado sus actividades además del control de los
estupefacientes, y tanto el secuestro como la extorsión son otras
variantes a su actividad delictiva.
En la cartelera cinematográfica hay de
tanto en tanto películas mexicanas de comedia, pero también
trabajos con una seria preocupación por nuestra realidad social
actual, como estas dos cintas.