Escalofríos en la espalda |
Diseñando sustos
Ricardo Martínez García
Las acciones de esta cinta transcurren en una
casa embrujada, donde una familia de siete miembros experimentan algo
así como una montaña rusa del terror, y con ellos el
espectador a través de la misma película, pero que en los momentos
más difíciles tienen la gran fortuna de contar con la calificada
ayuda profesional de dos grandes estudiosos de lo paranormal y
cazadores de fantasmas.
De un estilo narrativo pulcro y
puntual, casi de documental, El conjuro (The Warren Files,
2013) logra la compenetración del espectador con la cinta de un modo
casi inmediato: una familia se muda a una antigua casa y
aparentemente todo es normal y felicidad hasta que algunos de sus
miembros comienzan a experimentar fenómenos cada vez más macabros,
cuya eficaz narración fílmica logra generar ciertos sobresaltos y
pieles de gallina o bellos corporales erizados.
Más allá de la natural predisposición
del espectador generada en gran parte por la publicidad alrededor de
esta cinta, es el oficio cinematográfico del director de origen
malayo James Wan lo que le permite hilar una escalofriante historia
de terror, aparentemente verídica, a partir de uno de los casos más
complicados a los que se enfrentó la pareja de estudiosos de
fenómenos parapsicológicos Ed y Lorrain Warren (los cumplidores
Patrick Wilson y Vera Farmiga).
La cinta plantea, por una parte, el
fenómeno siniestro y desconocido que domina a la casa y a sus
habitantes, y por la otra a los benefactores que pueden enfrentarse a
tal fenómeno, como si fuera una representación más de la mítica
lucha entre el bien y el mal, aderezada con detalles religiosos
preponderantes y más o menos conocidos.
Los Warren encarnan así a esos míticos
benefactores, algo como el personaje del doctor Van Helsing en la
novela de Bram Stocker Drácula, o el del padre Merrin en la
de William Peter Blatty, El Exorcista. Son esos personajes los
que saben o los que se enfrentan en una batalla a muerte contra
ciertos entes malignos.
El también director de La noche del
demonio (Insidious, 2011) y Saw (2004) logra una cinta
redonda, con un argumento interesante (y alusiones a maldiciones de
brujas, burlas a la Divina Trinidad, o a la existencia de esos entes
que no son de origen humano, etc.), una narración eficaz y un
trabajo actoral muy bueno, sobre todo el de Lily Taylor y Vera
Farmiga, y sin abusar de efectos especiales muy elaborados. Tal vez
está de más esa escena en la que un grupo de aves se estrellan
contra la casa, en el clímax de la historia, pero en realidad no
afecta al final.
Wan presenta una película que resulta
disfrutable y entretenida, que por su temática remite naturalmente a
otras cintas como la clásica y ya mencionada El Exorcista o
El exorcismo de Emily Rose, y es de las películas que una vez
vista, todos quieren comentar o recomendar a sus conocidos.
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