La gente necesita la magia de la diversión
Ricardo Martínez García
El filón de oro que creó la escritora J. K. Rowling desde que publicó a fines de junio de 1997 el primer volumen de esta exitosísima serie, sigue dando lo mejor de sí cinematográficamente. Harry Potter y El Príncipe Mestizo representa el aprendizaje de las otras cinco cintas precedentes y las supera ampliamente. El misterio y el suspenso que rodean la vida académica y personal del más famoso de los personajes creados por la autora británica son llevados a niveles magistrales en esta cinta dirigida por David Yates, responsable de Harry Potter y la Orden del Fenix, y de las dos cintas a estrenarse en 2010 y 2011, Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte 1 y 2.
La cinta nos muestra a unos estudiantes de Hogwarts, la utópica Academia de Magia, en plena efervescencia adolescente. Los tres grandes amigos aprendices de mago (acá diríamos de brujos) se enfrentan a sus agitadas hormonas y a algo más: a la constante amenaza que representa el regreso –siempre inminente- del Señor Oscuro, Lord Voldemort, que no termina por aparecer completamente.
Hay básicamente dos ingredientes que añaden gran atractivo a esta sexta entrega de la saga del mago de anteojos redondos. Por una parte los enredos amorosos, con grandes toques de comicidad, que comienzan a producirse entre Ron y la empalagosa Lavender Brown, los incipientes pero innegables celos de la adorable y talentosa Hermione ante este hecho, los pequeños y tiernos escarceos entre Harry y la hermana menor de Ron, Ginny, y los intentos fallidos de Romilda Vane por conquistar a Harry con chocolates preparados para tal fin.
El segundo ingrediente es la aparición de un nuevo profesor, que a decir de Dumbledore (Michael Gambon, quien es fácilmente confundible con Ian McKellen en su papel de Gandalf, de El Señor de los Anillos) es crucial para saber cómo contrarrestar la aparición de Voldemort. Tal profesor es Horace Slughorn (Jim Broadbent), quien imparte la clase de pócimas encantadas. Es en esa clase donde Harry se encuentra con un libro propiedad de un tal Príncipe Mestizo, que con sus anotaciones en dicho libro hace de Harry el primero de la clase.
El espectador no puede por menos pensar en este punto que ojalá así fueran las cosas en la vida, la magia y los encantamientos estarían a la orden del día, y se venderían en botica como pan caliente. La magia podría ser usada de este modo para ganar juegos de manera tramposona, para enamorar a aquellos que se muestran reacios a hacerlo, para arreglar el tiradero de la casa, en fin para mejorar las cosas, si ese es el humor del brujo, tal como se ve en cintas como El Castillo Vagabundo (Hayao Miyazaki, 04), donde el guapo y narcisista mago Howl realiza operaciones increíbles en su castillo con la magia, o en La Espada en la Roca (Wolfgang Reitherman, 63), donde el bonachón mago Merlín se ayuda de la magia para casi todas sus actividades.
El asunto en Harry Potter y el Príncipe Mestizo es que se intuye la labor negativa del Señor Oscuro, que ya cobró la vida de Sirius Black en la cinta anterior, a manos de su subordinada Bellatrix Lestrange (Helena Bonham Carter), pero no queda muy claro que digamos qué va a ocurrir cuando finalmente se decida a regresar y actuar tanto en el mundo de los magos como en el de los llamados Muggles. Lo que sí se sabe es que eso sería malo para ambos mundos, y la misión de Harry se vuelve cada vez más complicada.
El antagonista de Harry, el antipático albino Draco Malfoy (Tom Felton) es el más próximo que se atreve a usar la magia para cosas malvadas, por lo que se vuelve el instrumento natural de operaciones del grupo de seguidores de Voldemort, encabezados por Bellatrix, y cuya acción tendrá consecuencias terribles para la causa de Harry.
En algún momento inicial de la cinta uno de los protagonistas dice que la gente necesita diversión, y eso es justamente lo que ofrece la sexta entrega de la saga de Harry Potter, que es muy buena en efectos especiales, la trama es ágil y entretenida, de buen ritmo, con elementos de un romanticismo juvenil muy inocente, y con un argumento que deja en claro quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Incluso una nota ayer de ¡Hey! da cuenta de que El Vaticano, a través de su periódico El Osservatore Romano, dio su bendición a la película, a través de una crítica positiva, cuando antes se había opuesto constantemente al personaje. ¿Qué más puede pedir este joven mago de buen corazón, además de divertir y entretener?
Lo que en realidad nos enseña Harry es que la verdadera magia está en la confianza que cada quien debería generar sobre sí mismo, sobre sus propios actos y proyectos, sin necesidad de artilugios de ningún tipo, solo con la simple inducción o suposición del elemento mágico. La vida en sí misma es mágica.
2 comments:
Estoy de acuerdo contigo, cuando dices que la verdadera magia está en la confianza que cada quien debiera generar sobre sí mismo, sin necesidad de artilugios de ningún tipo. Pero tampoco debemos olvidar que no estamos solos, que finalmente se puede lograr más en equipo, en comunidad, porque pretender lo contrario, no sólo es un sacrificio inútil, sino soberbio. Los lazos de afecto son también una red de soporte para enfrentar las adversidades y los beneficios y crecimiento, nos llegan a todos. Me encantó esta película y me remite a muchas otras que ya te comentaré luego. Un beso.
No creo que pueda hablarse de aprendizaje, ya que han cambiado mucho de directores. Y la película es bastante buena si no has leido el libro, pero a mi no me dejó satisfecha, aunque debo admitir que no estuvo tan mal, prefiero las anteriores, que se apegan más a los libros.
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