Hay seres acechando |
Energías negativas
Ricardo Martínez García
El enfoque de esta cinta ante el fenómeno del mal, o de lo desconocido, atrae y aterra porque ofrece una visión no tan mítica del origen de lo malévolo.
Con un excelente ritmo, gracias a un ágil guión (producto de Leigh Whannell, el mismo de Actividad Paranormal) y un eficiente trabajo de edición y musicalización, la cinta Insidious, La Noche del Demonio (2010), dirigida por James Wan, el mismo de Saw, refresca un género que estaba ya gastado, gracias al exceso de sangre y clichés utilizados para producir los anhelados sobresaltos.
La cinta recurre a algunos elementos clásicos del género, pero de manera eficaz y sin excederse. Incluso el trabajo de maquillaje se inclina por una estética más propia del teatro pero sin caer en situaciones estrambóticas. Los efectos especiales son los necesarios y logran muy bien su cometido.
Más allá de la idea de posesiones demoníacas, de casas embrujadas o de exorcismos, la cinta plantea la idea de que en el universo hay más entidades conscientes no necesariamente humanas, y que algunas de esas entidades andan a la caza de los pocos seres humanos que tienen la capacidad de visitar sus mundos a partir de los llamados viajes astrales.
No sería raro que aquellos que han leído los libros de Carlos Castaneda, aquel famoso antropólogo de la UCLA que se convierte en discípulo de un brujo yaqui de nombre Juan Matus, relacionen el argumento central de la cinta con un pasaje de El arte de Ensoñar, específicamente con la parte que describe el mundo de los seres inorgánicos y los tratos en los que entra Castaneda con el Explorador Azul.
La cinta de Wan realmente arranca algunos escalofríos, no por la imagen estilizada que presenta del demonio, sino por el buen manejo de los elementos dramáticos y visuales, así como las implicaciones argumentales.