Ella sí sabe jugar |
Los juegos del amor
Ricardo Martínez García
Jenniffer Lawrence, una de las nuevas divas, junto con Emma Stone, de la
Meca del cine, va de los Juegos del Hambre a los Juegos del Destino sin mayores
problemas, dada su capacidad histriónica, de la que hace gala en cada cinta en
que participa. Bradley Cooper deja de ser el superficial y divertido nerd de
las películas relajientas de ¿Qué pasó
ayer?, para encarnar a un muy creíble obsesionado marido que no logra superar la
infidelidad de su esposa.
Sin ahondar en las causas o motivos de las circunstancias
dramáticas que rodean la vida de Pat (Cooper), que ha pasado cierto tiempo en
un hospital siquiátrico, luego de un altercado con su esposa y su amante, lo
vemos tratando de rehacer su vida, en la que sus padres juegan un rol
principal. En tal reconstrucción conoce a Tiffany (Lawrence), que poco a poco
le hará ver, de manera inprevista, la forma de sanar su espíritu maltrecho.
Personajes raros, algo maniáticos y trastornados, con los
sentimientos a flor de piel, Pat y Tiffany logran entrecruzar sus caminos, en
uno de esos vericuetos que el amor difícil suele ponerle a veces a los
demasiado desesperanzados o destrozados o autoengañados. La trama discurre
también entre apuestas, peleas domésticas escandalosas, encuentros fortuitos,
amor fraternal y espíritu de equipo algo forzado.
La cinta, cuyo título en inglés es Silver Linings Playbook, está dirigida por David O. Russell, y cuenta
en el reparto con Robert De Niro y un irreconocible Chris Tucker, tiene sin
duda sus momentos brillantes, y representa una interesante y diferente opción
para ver en esta semana sanvalentinesca.
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