Ricardo Martínez García
Tony Stark (Robert Downey Jr.) es un
personaje carismático, simpático y cínico a la vez, multimillonario, filántropo, genio y
playboy, pero no puede evitar comportarse a veces como un
buscapleitos de cantina ante las cámaras de televisión.
Lo mismo que a Mr. Increíble,
menospreciar a posibles colaboradores le genera a Tony su
animadversión automática, que
luego le pasará la factura.
Con una actuación irónica y ligera,
casi de parodia, sir Ben Kingsley se despoja de toda su ceremoniosidad de caballero inglés al realizar el papel del terrorista llamado el Mandarín,
terrorista que es la cómica fachada de algo más.
Guy Pearce hace el papel del villano
Aldrich Killian, el despreciado posible colaborador vuelto enemigo
mortal de Stark. Aldrich acumula tanto poder como tecnología
suficientes como para destruir completamente a medio planeta y a este solitario
Vengador, que se ha mudado a la Costa Oeste de los Estados Unidos,
lugar del cual anuncia dirección y código postal en cadena
nacional.
¿Nacerá una nueva heroína? Posiblemente Pepper Potts sea la protagonista de una nueva franquicia, lo cual permitiría ver más tiempo a la bella Gwyneth Paltrow en la pantalla grande para beneplácito de los papás de los niños que acuden a ver la cinta.
Shane Black es el guinista y director
de esta entretenida cinta, Iron Man 3 (13), que descansa sobre todo en el carisma del
personaje y del actor, así como en los suficientes efectos
especiales que la hacen atractiva, sin importar
demasiado la trama y el contexto en el cual se asienta la historia.
Los súper héroes a veces no pueden
dejar de ser humanos, demasiado humanos. Tal vez por eso es
relativamente sencilla la identificación con sus pasiones,
debilidades y fortalezas.
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