Ricardo Martínez García
Guiseppe Tornatore es uno de los
directores más interesantes e influyentes de la cinematografía
italiana en la actualidad. Su cinta Al Mejor Postor (13) es
una muestra de la maestría dentro del ejercicio cinematográfico que
ha alcanzado este cineasta, autor de obras como Cinema Paradiso,
Una pura Formalidad y Malena.
Virgil Oldman (Geoffrey Rush) es un
maestro de subastas de obra de arte, de muebles y antigüedades, que
ha hecho de su oficio y modo de vida a su vez un arte, que aprovecha
su conocimiento y maña para hacerse de una muy importante colección
de obras de arte. Es un hombre soltero y demasiado poco afecto al
contacto humano. Al verse impelido a entrar en contacto con una mujer
enferma de agorafobia, su mundo se trastoca de un modo tan completo
que nada puede volver a ser igual para él.
Si en Cinema Paradiso Tornatore
ofrece un nostálgico homenaje a la cinematografía y a la manera de
vivirla de un pequeño poblado, en Al Mejor Postor ofrece una cinta
llena de simbolismos e imágenes muy cuidadas y hermosas.
Si el cine consiste en exhibir escenas
para mostrar algo, esta cinta muestra cómo Virgil vive para
coleccionar obras de arte y esconderlas (algo que recuerda a esos
extraordinarios palacios romanos llenos de obras de arte, que lucen
abandonados y en tinieblas, a los cuales muy pocos pueden acceder a
ellas para admirarlas, como muestra otra gran cinta italiana, La
Gran Belleza, de Paolo Sorrentino), tenerlas y atesorarlas
para su disfrute personal.
El arte cinematográfico es una
creación que presupone una cierta magia o prestidigitación, el
director sabe a dónde quiere conducir al espectador y crea
ambientes, diálogos, personajes, para llevarnos a un final que, en
el mejor de los casos nos sorprende y agrada. Martin Scorsesse lo
sabe y lo muestró en La Invención de Hugo, y lo sabe
Tornatore. Hacer cine es como la construcción de un autómata del
cual poco a poco se encuentran sus piezas, se embonan y se forma un
cuerpo completo. El resultado final puede ser extraordinario o
decepcionante, pero en todo caso plantea cuestionamientos que pueden
dejar al espectador con una sana actitud reflexiva.
Virgil Oldman, así como el espectador,
al final de la cinta quedará sorprendido por la muy intrincada y
bien elaborada estratagema de la cual fue objeto.
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