Ricardo Martínez García
El
director surcoreano Bong Joon-Ho realizó en 2013 su primera película
en inglés, El Expreso del Miedo (Snowpierce) una metáfora de la
vida social moderna, de su configuración marcadamente clasista y con
una ambientación casi apocalíptica, de clara inclinación
pesimista. A poco más de dos años de su estreno en Corea, la cinta
llega a México.
Para
combatir el calentamiento global, se lleva a cabo un experimento que
falla totalmente y lleva al planeta a un estado inverso al
calentamiento, muy parecido a una era glaciar. Los pocos
sobrevivientes son los que compraron un boleto para viajar en un tren
llamado Snowpierce, una máquina formidable de movimiento continuo,
concebido como una especie de arca de Noé, gracias a la previsión
de su constructor y dueño, el señor Wilford.
El
tren es todo un sistema social y ecológico completo pero en
miniatura, autosustentable, donde viajan juntos dos grandes grupos
humanos, los pobres y los ricos. Los pobres viven hacinados en
pequeños espacios, dada su cantidad, en los vagones traseros,
mientras que los ricos viajan cómodamente en los carros delanteros.
Ante la represión de la que son objeto los pobres, surge un líder
que decide llegar hasta el primer vagón y apoderarse del tren,
Curtis Everett; en su lucha arrastra a los más audaces, pero los
ricos, controladores de los cuerpos de seguridad, se opondrán a su
avance.
El
guión está basado en la novela gráfica escrita por los franceses
Jaques Lob, Benjamin Legrand y Jean Marc Rochette titulada Le
Transperceneige.
Cuando
Everett termina de atravesar el tren (travesía que es como ir de una
siniestra oscuridad a una insospechada vida luminosa, relajada y
hasta disipada), finalmente se entrevista con el señor Wilford. De
esa entrevista, se puede proponer un conjunto de ideas y reflexiones,
una de las cuales es que el tren es una metáfora de la vida: pobres
y ricos van en él, cada grupo ocupando naturalmente el lugar que le
corresponde, de acuerdo a lo que pudo comprar, a su nacimiento o a su
suerte, pero cuyo destino no es la vida eterna, como parece ser el
propio tren. Pareciera entonces que la humanidad en realidad se
engaña cuando supone que vive de acuerdo a una idea de libertad (más
los ricos que los pobres), o de que puede invertir o trastocar la
estructura social a la que pertenece. El final de la cinta parece
mostrar un pequeño atisbo de esperanza, pero al costo de una gran
subversión.
Joon-Ho
dirige a un gran elenco, en el que hace brillar como actor de
carácter a Chris Evans (alejándolo de su papel de Capitán
América), y saca una vez más lo mejor de los veteranos Tilda
Swinton, John Hurt y Ed Harris. Se trata de una cinta interesante y
entretenida, pero que se presta para comentarios más profundos.
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