Friday, December 11, 2015

El tren de Miedo

Vía a la Subversión
Hacia el futuro

Ricardo Martínez García
 
El director surcoreano Bong Joon-Ho realizó en 2013 su primera película en inglés, El Expreso del Miedo (Snowpierce) una metáfora de la vida social moderna, de su configuración marcadamente clasista y con una ambientación casi apocalíptica, de clara inclinación pesimista. A poco más de dos años de su estreno en Corea, la cinta llega a México.

Para combatir el calentamiento global, se lleva a cabo un experimento que falla totalmente y lleva al planeta a un estado inverso al calentamiento, muy parecido a una era glaciar. Los pocos sobrevivientes son los que compraron un boleto para viajar en un tren llamado Snowpierce, una máquina formidable de movimiento continuo, concebido como una especie de arca de Noé, gracias a la previsión de su constructor y dueño, el señor Wilford.

El tren es todo un sistema social y ecológico completo pero en miniatura, autosustentable, donde viajan juntos dos grandes grupos humanos, los pobres y los ricos. Los pobres viven hacinados en pequeños espacios, dada su cantidad, en los vagones traseros, mientras que los ricos viajan cómodamente en los carros delanteros. Ante la represión de la que son objeto los pobres, surge un líder que decide llegar hasta el primer vagón y apoderarse del tren, Curtis Everett; en su lucha arrastra a los más audaces, pero los ricos, controladores de los cuerpos de seguridad, se opondrán a su avance.

El guión está basado en la novela gráfica escrita por los franceses Jaques Lob, Benjamin Legrand y Jean Marc Rochette titulada Le Transperceneige.

Cuando Everett termina de atravesar el tren (travesía que es como ir de una siniestra oscuridad a una insospechada vida luminosa, relajada y hasta disipada), finalmente se entrevista con el señor Wilford. De esa entrevista, se puede proponer un conjunto de ideas y reflexiones, una de las cuales es que el tren es una metáfora de la vida: pobres y ricos van en él, cada grupo ocupando naturalmente el lugar que le corresponde, de acuerdo a lo que pudo comprar, a su nacimiento o a su suerte, pero cuyo destino no es la vida eterna, como parece ser el propio tren. Pareciera entonces que la humanidad en realidad se engaña cuando supone que vive de acuerdo a una idea de libertad (más los ricos que los pobres), o de que puede invertir o trastocar la estructura social a la que pertenece. El final de la cinta parece mostrar un pequeño atisbo de esperanza, pero al costo de una gran subversión.

Joon-Ho dirige a un gran elenco, en el que hace brillar como actor de carácter a Chris Evans (alejándolo de su papel de Capitán América), y saca una vez más lo mejor de los veteranos Tilda Swinton, John Hurt y Ed Harris. Se trata de una cinta interesante y entretenida, pero que se presta para comentarios más profundos.

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