La Historia ficción de Orson Scott Card
Ricardo Martínez García
Ricardo Martínez García
La serie de Alvin Maker del escritor Orson Scott Card, famoso por sus obras de ciencia ficción como El Juego de Ender y la saga del Retorno a la Tierra, es un ejemplo de la nueva literatura norteamericana que se encuentra entre el best seller y la literatura «seria».
Se trata de una revisión de los momentos clave de la historia de los Estados Unidos de Norteamérica desde su independencia hasta mediados del siglo XIX: el proceso de colonización de los territorios del medio oeste (El Séptimo Hijo), los conflictos con los indios de esas regiones y su posterior eliminación (El Profeta Rojo), el esclavismo y la lucha por la abolición (desde Alvin el Aprendiz hasta Fuego del Corazón). Todo en clave de ficción fantástica: los pobladores del imaginario Rio Hatrack son poseedores de dones extraordinarios que en otros lados, como en la puritana Nueva Inglaterra, son consideradas como actos de brujería.
A pesar de que Card es un mormón practicante, no realiza proselitismo alguno de tal religión en sus novelas. Es más bien un tipo que escribe con gran sentido común y dosis de humor sobresalientes. Card utiliza las características sicológicas de sus personajes -área en la que es un verdadero maestro- para llevar a cabo reflexiones con cierta profundidad sobre los momentos históricos clave señalados.
Problemas como el respeto a las culturas autóctonas y a sus territorios invadidos por los colonos blancos, la perversidad de algunos políticos deseosos de eliminar a todo piel roja a cualquier precio, el sufrimiento y la humillación de las personas sometidas a esclavitud, la hipocresía de algunos blancos dueños de esclavos que se creen señalados por Dios y que terminan realizando tremendas bajezas con los indefensos, o de aquellos otros que sólo de dientes para afuera “desean” la libertad de la población negra, son puestos al escrutinio de manera clara en sus novelas.
Alvin, el personaje central, es un super hombre pues tiene grandes poderes, es un “hacedor” desde el momento de su nacimiento, al ser el séptimo hijo varón de un séptimo hijo varón. Puede ordenar a seres vivos a hacer lo que él quiera, manipular o manejar todo tipo de materiales, especialmente la roca, los metales, e incluso convertir el hierro en oro.
Los dones de Alvin podrían ser utilizados casi para cualquier cosa, buena o mala, pero él elige utilizarlos para el bien. Desde su nacimiento, Alvin cuenta con la ayuda de Peggy, una tea que puede ver los senderos del destino de aquellos a los que examina; pero también cuenta con un adversario formidable: el deshacedor, un ser opuesto a él, que es un hacedor. Estos dos personajes, y todos los demás que intervienen en la trama, representan a los grandes prototipos humanos, con sus complejidades y sus cambios de humor.
No se puede negar por otro lado que Card utiliza, directa o indirectamente, referencias a otros personajes de la historia o literarios como características de sus personajes.
Alvin tiene un hermano llamado Calvin, y juntos representan a los bíblicos Abel y Caín; a veces Alvin es presentado como si fuera un mesías que va recolectando prosélitos, a pesar de que se casa y concibe una hija, luego de casarse con Peggy (Alvin el Oficial).
Tampoco se podría negar la similitud entre los dones de Alvin y Peggy, como correr a gran velocidad gracias al “canto verde” aprendido con los pieles rojas, o ver el “fuego interno” de las personas, con las habilidades que Carlos Castaneda dice haber aprendido de su maestro el nagual Don Juan Matus, en la famosa serie de libros de Castaneda: la “marcha del guerrero” y la capacidad de “ver” a los seres vivos como campos de energía con formas ovoides, es decir, verles sus fuegos internos.
Incluso Alvin realiza un cambio en la estructura física de Arturo Estuardo, un mulato que es como su hijo, gracias a su poder de manipulación de la materia y de su conocimiento de las partículas que componen los cuerpos humanos. Dicha manipulación recuerda la de un brujo como Don Juan, el cual puede manipular su cuerpo energético moviendo su punto de encaje para transformarse en otro ser. Alvin no lo hace consigo pero sí transforma a Arturo. El mismo Arturo puede “hablar” con algunas aves, como lo hiciera Castaneda con un coyote.
En Fuego del Corazón, Card nos presenta a Alvin y a su esposa, en compañía de algunos amigos, luchando en contra de la esclavitud y enfrentando un juicio en Nueva Inglaterra por brujería, en la cual Alvin es el acusado. El autor muestra brillantemente -en un bello contraste-las “brujerías” que practicaba la población negra para soportar su vida en esclavitud, renunciando a su nombre y a sus pasiones rebeldes, volviéndose aparentemente dóciles y hasta estúpidos.
Una de las grandes virtudes de las obras de Orson Scott son sus diálogos, llenos de humor, tan coloquiales a veces o tan profundos otras pero siempre disfrutables.
Card es un escritor lo suficientemente flexible que se da el gusto de plasmar algunas ideas críticas sobre la libertad de expresión, como cuando recuerda que Tom Jefferson era un hombre al que le gustaba hablar de libertad, a pesar de que no hizo nada por liberar a los esclavos, mientras amaba controlar a otras personas. “¡Podías tener libertad de expresión siempre que no la usaras para oponerte a la política de Jefferson!”, dice en Fuego del Corazón.
La misma idea la podemos trasladar al contexto actual norteamericano (no hacerlo sería ignorar el presente) y suponer que los ciudadanos norteamericanos pueden tener libertad de expresión, siempre que no la usen para oponerse a la política de Bush.
Reflexiones como ésa son comunes a lo largo de esta interesante y recomendable serie de historia ficción que es Alvin Maker.
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