Friday, October 17, 2008

Quémese Después de Leerse

La Reafirmación de los Actores Sexys

Ricardo Martínez García

Con un gran reparto encabezado por George Clooney, John Malkovich, Tilda Swinton y Brad Pitt, los hermanos Ethan y Joel Coen muestran en Quémese Después de Leerse (Burn After Reading, 08) lo que se puede hacer con estos actores: una cinta llena de enredos, de humor negro y sarcásticas críticas a algunos aspectos del American Way of Life.

Contrario al glamour de la vida personal de los actores Pitt y Clooney, ambos considerados como dos de los hombres más sexys del mundo por las revistas Vanity Fair y Empire, el trabajo que desarrollan en esta cinta no deja lugar a dudas de su capacidad histriónica.

Los personajes de este dúo dinámico, dentro del guión escrito por los propios hermanos Coen, corresponden a tipos comunes y corrientes, tanto así que en el caso de Chad Feldheimer (Pitt), se trata de un teto simpaticón, empleado de gimnasio, sin más aspiraciones que ejercitarse continuamente en su bicicleta.

El eje argumentativo arranca con la renuncia del analista de datos de la CIA Osborne Cox (John Malcovich), el inminente divorcio que le prepara su distante e infiel esposa, la doctora Katy (Tilda Swinton), y el intento de chantaje, demasiado chabacano, al que es sometido por los empleados de un gimnasio: la secretaria Linda Litzke (Frances McDormand), quien está obsesionada con una cirugías que quiere hacerse, y su amigo y perfecto compañero de locuras, Chad.

Clooney encarna a un empleado del Tesoro, Harry Pfarrer, que es cínico, simpático y mujeriego galán otoñal, y que se enreda con Katy y con cuanta mujer se le pone enfrente, entre ellas Linda.

Katy, aconsejada por un abogado inescrupuloso, despoja hasta de la camisa a su aún esposo Osborne. El abogado consigue información personal de Osborne pero su secretaria pierde un disco con la información al ir al gimnasio. Así comienza la historia del chantaje.

Linda está tan obsesionada con las cirugías que necesita para “reinventarse”, que no le importa absolutamente nada, e incluso llega a ofrecer la información y memorias de Osborne a la embajada rusa. “Ustedes no tienen ideología” le espeta el funcionario que los atiende. Ni Linda ni Chad dan muestras de entender a qué se refiere tal aseveración.

La actuación de Clooney resulta realmente llena de vitalidad, en este galán que también es un gran director y productor. El trabajo de Swinton, que se encuentra ahora un tanto alejada del cine de arte que la hiciera famosa y por el cual es recordada en cintas como Orlando, de Sally Potter (92), pero sobre todo por su trabajo con el director de culto Derek Jarman, es también bastante destacable.

La cinta es una muestra más de la versatilidad de John Malkovich, quien tiene en su haber cintas como Relaciones Peligrosas de Stephen Frears (88), En la línea de Fuego de Wolfgang Petersen (93) y en Being John Malkovich, de Spike Jonze (99) donde se interpreta a sí mismo. Su personaje en Burn After Reading –título que hace referencia a la práctica de los espías con documentos confidenciales o ultrasecretos que han cumplido con su cometido- es tal vez el más cotidiano de todos, pero Malkovich lo hace estupendo.

Al principio cuesta trabajo concebir a Pitt en su personaje, pero su trabajo, lo mismo que en el caso de Clooney, no tarda en convencernos de la credibilidad de su papel. Una de las razones de la dificultad pudiera ser que nos hemos acostumbrando más a verlo como el padre de los hijos de la bella Angelina Jolie que como actor.

Difícilmente alguno de los actores en esta cinta será nominado al Oscar por el trabajo realizado en ella, (tal vez McDormand tenga una oportunidad) pero eso es debido a la inclinación de la Academia por las cintas “serias”.

Es tal la riqueza interpretativa en esta película que uno podría llegar a sentirse indigesto, si no se tratara de una comedia que ante todo ironiza sobre la estulticia con la que se rigen tanto algunas instituciones y personas en la actual sociedad norteamericana.

La cinta expone el sinsentido, la obsolencia y vacuidad de la burocracia que impera en la CIA y en otros organismos (como el FBI o, para ser inclusivos, en una institución extranjera como la Embajada Rusa en los Estados Unidos), señalando con humor la inoperancia de tales instituciones. Después del enredo generado por el intento de extorsión de Linda, un jefe de la CIA le pregunta a su subalterno “¿Qué aprendimos?”, “No tengo la menor idea” le contesta éste. “Que no lo volveremos a hacer” concluye el jefe. La ganadora al final es Linda, pues al parecer sus cirugías correrán a cargo de la Agencia de Inteligencia (?).

Ethan y Joel Coen hacen realmente lo que quieren con lo más granado de Hollywood y así lo demuestra esta curiosa y divertida cinta.

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