Tuesday, January 13, 2009

Australia

Un Western muy Meridional

Ricardo Martínez García

Luego de dirigir a Leonardo Di Caprio y Claire Danes en la ecléctica versión de la obra Romeo y Julieta de Shakespeare y de trabajar dirigiendo el musical Moulin Rouge protagonizado por su paisana Nicole Kidman, ahora Baz Luhrmann entrega una cinta de corte western pero ubicada en su país natal, Australia.

Es una cinta que narra la historia de una noble inglesa que se tiene que hacer cargo de un rancho de su propiedad ubicado en el lejano país meridional de Australia. Para salvar dicha propiedad del desastre de ser absorbida por un ambicioso terrateniente, tiene que trasladar a un enorme número de cabezas de ganado hacia el puerto de Darwin, en plena Segunda Guerra Mundial y poco antes de un ataque por parte de la Fuerza Aérea Japonesa.

Nada más llegar a Australia la delicada Lady Sarah Ashley (Kidman) comienza a depender de señor Drover (El Capataz, un excesivamente varonil Hugh Jackman) con quien pronto se verá cada vez más relacionada.

Lady Sarah es una dama inglesa decidida, valerosa pero ignorante de lo que se le viene encima. Ante sus evidentes abusos corre a su capataz, el cobarde y ladrón Neil Fletcher (un excelente villano interpretado por David Wenham) quien es responsable de la concepción con una aborigen del niño Nullah (Brandon Walters, con la actuación revelación de la cinta) y a quienes maltrata sin miramientos.

El amor que surge entre lady Sarah y el señor Droven es bastante predecible pero no por eso menos eficaz entre los espectadores, sobre todo en aquellos que contamos con un corazón de pollo.

Siendo una película de carácter épico, puesto que no cualquiera arrea dos mil cabezas de ganado durante días enteros, ayudado por un equipo de vaqueros inexpertos compuesto por tres mujeres, un anciano y un niño (y un poco de magia, hay que decirlo), y con la necesidad de cruzar un desierto mortal, sorprende que en algunas escenografías no se utilicen locaciones naturales (como en gran parte de la cinta) sino que es notoria la artificialidad propia de los estudios. Tal es el caso de las escenas de la acampada al pie de unos acantilados, cuyos fondos hacen recordar los usados por el director Vicente Orona en la cinta Los Gavilanes, cuando Pedro Infante y Lilia Prado se encuentran en pleno “cerro”. Así más o menos se ve ese escenario pero ahora con la Kidman y Jackman.

Del mismo modo son notorias las escenas de animación digital en las que cientos de reses se encaminan directo a un desfiladero, lo cual era lo más recomendable dada la naturaleza de la situación.

Lo mejor de la cinta es la conmovedora relación que se gesta entre Sarah y Nullah, la cual ofrece tanto el dramatismo como la parte sentimental, así como el respeto a las tradiciones autóctonas, dadas las condiciones en las que se da dicha relación. En Australia, como en muchos otros lugares del mundo que han conocido la colonización por parte de pueblos europeos, los habitantes autóctonos se encontraban en su propia tierra como extraños, los prejuicios raciales generaron problemas en ambos lados y la hipocresía social se hacía de la vista gorda ante algunos actos bajos de miembros de la raza conquistadora. Tal es el caso de Nullah, que al ser hijo del blanco Fletcher y de una negra, no sabe cuál es su lugar en el mundo, hasta que lo rescata su abuelo, tanto de los peligros reales como de los de su aparente falta de identidad.

Dicen que a Nicole Kidman no le gustó cómo quedó la cinta finalmente, pero creo que hay muchas películas mucho más malas y menos disfrutables que este western australiano. Vale la pena verla.

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