Clásico pero diferente
Ricardo Martínez García
La historia de un gato muy astuto que se las arregla con mil trucos y un poco de magia para ayudar a su joven y pobre amo a conseguir casarse con la princesa de su reino, historia creada por el escritor francés Charles Perrault (1628-1703), es llevada a la pantalla grande por los directores Jérôme Deschamps, Pascal Hérold y Macha Makeieff, en una coproducción francesa, belga y suiza.
Los dibujos animados son bastante buenos pero no mejores que lo que se ha visto en las cintas de Pixar o Disney. Las escenografías, creadas por el Studio Delacave de Pascal Hérold, ofrecen un resultado magnífico del uso de la tercera dimensión, además de una estética visual con imágenes llenas de formas y colores que a veces recuerda ciertas etapas muy impresionista, a veces renacentista o barroca, que son el resultado de una técnica de filmación llamada Key Frame.
Los efectos especiales y la animación son el resultado de dos años de trabajo en el Estudio de Duran con una tecnología especial en “rendu” de tiempo real y alta definición desarrollada en conjunto con la sociedad Nadeo, la cual ofrece una especial cualidad de realidad, aunque los personajes indefectiblemente recuerdan a los presentados en Shrek por sus actitudes y figuras.
El desarrollo argumentativo no es muy claro que digamos, pareciera que la historia no termina de arrancar cuando de pronto llega a su fin la cinta. Hay por otra parte un estilo dramático fuertemente inspirado en la ópera y el teatro en el que abundan los cantos y las coreografías muy marcadas, debido al trabajo en estos campos de los directores Deschamps y Makeieff; el manejo de los personajes resulta interesante, por ejemplo el propio Gato, que se esfuerza por ser simpático, desenvuelto e hiperactivo y un poco mentirosón pero bien intencionado, el doctor Marcelo, un chimpancé tecladista que toca tonadas graciosas en los momentos más álgidos, el Ogro dueño de un castillo que cuando se enoja se convierte en pulpo pero que en realidad quisiera convertirse en algo más delicado, además del detestable chambelán de los reyes, que ante la indolencia de sus amos decide actuar por su parte.
Pierre, el amo adolescente del Gato e hijo de un molinero, carece de gracia pues al parecer se limita a dejar hacer lo que el gato le propone. La princesa de la cual se enamora, por el contrario, es una verdadera chispa: baila y canta muy bien tanto melodías populares como arias operísticas, además de que se deja ver en sitios a donde se supone no van los nobles.
La realización musical de Juliette Deschamps es digna de resaltar, es de lo mejor de la cinta. La historia es la conocida del tipo pobre que se enamora de la rica con base en ciertos pequeños engaños. Artísticamente es muy buena, pero no es una cinta muy original en ciertas otras áreas. No obstante, vale la pena ver este producto de animación europea, puede funcionar con ciertos sectores infantiles.
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