Tuesday, September 22, 2009

Transsiberian


Pasiones en el Expreso de Medianoche

Ricardo Martínez García

El director Brad Anderson entrega en El Expreso de Medianoche (poco que ver con el título original Transsiberian, y que además refiere injustificadamente a la cinta de Alan Parker de 1978, Midnight Express) un thriller combinado con una movie road que lleva al espectador por los maravillosos bosques y tundras que el mítico tren atraviesa en su larguísimo camino desde Pekín hasta Moscú.

Un matrimonio en misión religiosa en China formado por el simpático Roy (Woody Harrelson) y

la taciturna Jessie (Emily Mortimer) deben regresar a los Estados Unidos, pero antes deciden hacer un viaje en el Transiberiano en busca de un poco de aventura, sin saber que encontrarán algo más que eso. El viaje les proporciona la posibilidad de conocer gente diferente, conocer a su pareja y finalmente a sí mismos. Entre aquellos con los que entran en contacto se encuentra una pareja formada por el bien parecido español Carlos (Eduardo Noriega, en un personaje que recuerda un poco al que hizo en Tesis, 96) y Abby (Kate Mara), que a todas luces tienen algo extraño: él con una actitud demasiado desenvuelta y hasta maliciosa y ella reservada y tímida.

La trama se desarrolla al principio como en cualquier viaje largo, pero durante el trayecto afloran las pasiones, las debilidades, las inseguridades. Jessie y Carlos son los antagonistas principales en esta lucha pasional, con resultados insospechados. Hay aquí también una historia muy conocida por los mexicanos sobre el tráfico de drogas y la corrupción policiaca, en la que de pronto se encuentran inmiscuidos tanto Roy como su esposa.

El muy versátil actor inglés Ben Kingsely, ganador del Oscar por su trabajo en la cinta de 1982 Ghandi, interpreta a un detective de narcóticos ruso, el oficial Grinko, que hace ver su suerte a Jessie, al llevarla al límite de sus emociones.

Anderson maneja muy bien las tensiones humanas y el ritmo, dando como resultado una película interesante y a la vez realista. Muestra cierta parte de la condición humana de manera cruda, como la imprevisibilidad de la actitud de los personajes, sobre todo hablando de las dos parejas, que se supone se conocen, pero es bastante previsible al mostrar la corrupción de los sistemas policiacos dedicados a la lucha antidrogas. Es decepcionante ver cómo miente la gente, y cómo otros son demasiado ingenuos al enfrentarse a situaciones límite.

La moraleja tal vez sería que uno no debe confiar en la policía rusa ni china y si a esas vamos, mexicana o de cualquier lugar, y menos si es de narcóticos.

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