Diálogos y personajes inteligentes y divertidos
Ricardo Martínez García
Buenas costumbres es una cinta de época costumbrista sobre cierta aristocracia británica que nos remite de inmediato a los ambientes familiares narrados por Jane Austen en Sensatez Y Sentimientos o en algunos cuentos de Virginia Woolf, pero con la peculiaridad de introducir un elemento discordante en esa sociedad en los años veinte: la bella esposa americana de John Whittaker (Ben Barnes), el hijo aventurero que regresa a la palaciega casa familiar para presentarla a sus parientes.
Larita Whittaker (Jessica Biel, que presenta un trabajo sobresaliente) es una hermosa y joven mujer adelantada a su tiempo, avispada e inteligente conductora de autos de carreras, que se casa con el joven John porque es un alma pura e intachable. Pero el encuentro con la familia de su esposo, sobre todo con su suegra Verónica (Kristin Scott-Thomas, siempre en plan grandioso) resulta cada vez más complicado: a pesar de la cortesía con la que se tratan, entablan ingeniosas conversaciones en donde descargan toda su mordacidad una contra otra, como si se tratara de personajes de El Abanico de Lady Windermere, obra sensacional de Oscar Wilde.
La belleza, frescura e ímpetu de Larita pronto contrasta con el anquilosado estilo inglés de vida familiar de los Whittaker y hace obvios sus prejuicios e idiosincracia. Con el único que medianamente congenia es con Jim Whittaker (Colin Firth, haciendo una vez más alarde de su capacidad histriónica y de sus dotes para el tango), su suegro y ex capitán en el ejército británico, atormentado por su experiencia en la guerra.
El director Stephan Elliot presenta esta comedia romántica que a ratos parece una incisiva y crítica disección de la aristocracia y de sus pequeños secretos, de sus hipocresías y envidias, todo ambientado magníficamente en la hermosa campiña británica y musicalizada con piezas de charleston y música popular norteamericana de principios del siglo XX.
Basada en la novela del escritor británico Noël Coward Easy Virtue, el ritmo de esta cinta pareciera sugerir una ligereza de estilo de vida de la familia Whittaker, en la que aparentemente su estilo de vida es de sibaritas, pero que en el fondo esconde situaciones maritales, familiares, económicas y sociales que nadie se atreve a reconocer. Ciertos estilos y situaciones de vida, como el de Larita y el de Jim Whittaker, son incomprendidos o de plano juzgados con los prejuicios de una clase social enclavada en una tradición de siglos.
Se trata de una excelente película que en su ritmo sutil y ameno encierra algo más que una comedia de situaciones familiares. No deje de verla.
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