Historias reales hechas ciencia ficción
Ricardo Martínez García
La nueva cinta de James Cameron, Avatar, presenta un espectáculo visualmente magnífico que dejará contentos a aquellos que gustaron de películas aparentemente tan disímbolas entre sí como Apocalipsis Now, Aliens, Titanic, Identidad Sustitua, Shrek y Un hombre llamado caballo, entre otras.
La animación y los efectos especiales son magníficos, así como la combinación de ambientes que mezclan escenarios de guerra, de viajes espaciales, de aventuras fantásticas, de viejas mitologías sobre la naturaleza y hasta de romance.
La argumentación dramática de la cinta es como un tratado sintético de varios momentos estelares de la historia de la humanidad: la conquista de ciertos territorios en busca de los tesoros autóctonos por parte de los invasores inversores, tal como hicieran aquellos países colonialistas europeos (y luego preponderantemente los Estados Unidos) de los siglos XVI al XX en América, Asia y África; en esa búsqueda de lugares míticos como El Dorado, los conquistadores en busca de riquezas se ven en la necesidad de “desalojar” a los pueblos habitantes de esos lugares objeto de su ambición.
Historias como la de la Malinche pero a la inversa, o del exterminio de los indígenas y el ecocidio de todo aquel elemento natural que estorbe a las desmedidas ambiciones de riqueza por parte de un gran conglomerado empresarial poseedor de naves espaciales son expuestas en esta interesante cinta como si fueran el resultado de una cegera moral y social de esos mega ricos que solo ven por sus propios intereses.
Jack Sully (Sam Whortington, al que vimos como el buen robot en Terminator 3) es un ex marine asignado a una misión espacial comercial como sustituto de su hermano gemelo y desarrollador de un proyecto de creación de avatares dirigido por la enérgica pero de buen corazón doctora Grace (la siempre correcta Sigourney Weaver).
El proyecto Avatar es concebido como una manera de infiltrar a un humano, con el fin de ganar su confianza y conocer sus debilidades, en la comunidad de los nativos Na´vi del satélite Pandora de un planeta llamado Polyphemus, ubicado a casi cinco años luz de la Tierra y que tiene una atmósfera nociva para los humanos. El proyecto así genera criaturas que combinan el ADN de los nativos con el de los humanos, y estas criaturas son controladas a distancia (como en la película de Identidad Sustituta) por algún ser humano que duerme, como aquellos dobles de los que habla Don Juan Matus en los libros de Carlos Castaneda.
El avatar de Sully ingresa a la comunidad de los Na´vis de una manera afortunada, al ser señalado como alguien único (como si fuera un ungido) y protegido por la hija del jefe de uno de los clanes de Na´vis. En la lógica precisa de estos nativos, son los humanos los que son alienígenas. Scully, tal como el personaje de Richard Harris en A man Called Horse (Silverstein, 70) es expuesto a algunas pruebas, luego de las cuales es considerado como uno de ellos y luego como un líder, se liga a la hija del jefe, la bella Neytiri (Zoe Saldana) y hasta doma a una criatura voladora (como Burro en Shrek) que lo distingue aún más.
Como si fuera el coronel Kilgore de Apocalipsis Now (Ford Coppola, 79), personificado por Robert Duval, el Jefe de Seguridad y ex militar Miles Quaritch (Stephen Lang) se sabe jefe absoluto de esos humanos mercenarios tripulantes de helicópteros futuristas al servicio de la empresa espacial que busca hacerse de una sustancia muy valiosa y que sirve para la generación de energía, por lo que los acicatea sin piedad para destruir a estos “monos azules”, como llama el representante de dicha empresa a los nativos.
La duración de la cinta es de dos horas y cuarenta minutos pero es bastante amena y no se siente demasiado larga; el final es en cierto modo predecible, es como si Cameron sintiera culpabilidad por lo que hicieran en el pasado algunos países como el suyo, y ahora propusiera el muy positivo cuidado del medio ambiente, enfatizando la importancia de una mítica unidad entre la tierra y los seres vivos que lo habitan, los cuales están realmente conectados con ella y que son un todo armónico que se encuentra en peligro por esa especie dañina y enemiga de casi todos los demás seres en el universo, precisamente por su naturaleza destructiva: el hombre.
Se trata de una cinta entretenida que hace reflexionar sobre el papel de cierto tipo de seres humanos depredadores y su incidencia en un universo por el momento ficticio pero plausible.
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