Wednesday, February 17, 2010

La Zona de Miedo


La guerra como adicción

Ricardo Martínez García

La directora norteamericana Kathryn Bigelow presenta en Zona de Miedo (The Hurt Locker, 08) una visión muy personal de un soldado que se enfrenta a las situaciones más peligrosas con una actitud como de irresponsable o de un temerario hombre de acción, sin miedo a la muerte.

El sargento William James (Jeremy Renner, nominado por esta cinta como mejor actor) es asignado a un escuadrón antibombas del ejército norteamericano en ocupación de Irak. Bagdad es una ciudad desolada y semidestruida en medio del desierto, escenario perfecto para personas que ya no tienen casi nada qué perder, como son los miembros de ese escuadrón.

La directora Bigelow muestra una cinta llena de dramatismo en el que seguramente las situaciones reales que se producen en la guerra son vistas tan cotidianas por los verdaderos soldados pero que en la pantalla grande pasan como de ficción. Ya se sabe que la realidad supera a la imaginación, triste y dramáticamente para las víctimas.

Un aspecto en el que Bigelow pone especial atención es en la camaradería tan viril pero a la vez tan nihilista que prevalece entre los soldados nortemaricanos destacados en Irak, que son conscientes de que en cualquier momento pueden perder su vida de manera casi irreal de tan repentina. El sargento James es tan osado que pareciera que en cada operación de desarme de bombas está buscando la muerte, en una especie de suicidio laboral o en cumplimiento de su "deber".

Otras cintas bélicas como Salvando al Soldado Ryan, o La delgada línea roja, ambientadas en la ya mitificada Segunda Guerra Mundial, tienen una visión ligeramente más global de la naturaleza de estos enormes conflictos bélicos, pero ninguna de ellas abunda en las causas políticas, sociales o económicas que llevaron a los países a enfrentarse. Eso es para los historiadores o investigadores, no para el mundo del cine, podrían alegar los cineastas.

La cinta de Bigelow, basada en el libro The Hurt Locker del periodista Mark Boal, que ofrece sus experiencias de guerra al lado de un escuadrón antibombas, (y quien escribió también un artículo para Playboy en el 2004 titulado Muerte y Deshonor, artículo que fue el fundamento argumentativo de la cinta En el Valle de Elah [Haggis, 07¨]), tampoco tiene ese interés ideológico de explorar las causas de la invasión. Bigelow aborda el tema como algo que naturalmente se vive –la guerra y la ocupación- y se tiene que enfrentar de una u otra manera, en la que tanto los protagonistas como el espectador son meros testigos de las puras acciones bélicas, sin prácticamente ningún cuestionamiento.

La película se enfoca así en la personalidad del sargento James, el cual difícilmente pasaría por un héroe patriota o un hombre de familia, pues se encuentra realmente en una situación de adicción a la adrenalina que la guerra le provoca, lo que lo hace actuar como un temerario y eficaz desarmador de bombas sin más, hasta que no estalle en mil pedazos. Hay no obstante, un resto de humanidad y conciencia en él cuando descubre el cadáver de un niño vendedor de dvd´s conocido suyo, que aparece torturado y con una bomba en el interior de su cuerpo.

La cinta es un excelente retrato sobre terribles detalles de una desquicida guerra productora de soldados traumatizados y de actitudes nihilistas que solo esperan poder alcanzar vivos la siguiente misión.

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