Friday, April 29, 2011

Hop, un rebelde sin Pascua

La pascua edulcorada

El extravío de los orígenes

Ricardo Martínez García

Si la Pascua –originalmente una celebración judía para conmemorar el escape de los hebreos de su cautiverio en Egipto- es una tradición religiosa que devino cristiana y cuya expresión es el huevo –símbolo de la renovación de la vida para muchos pueblos como los chinos, los hindúes, los persas, los egipcios-, en la cinta de Tim Hill Hop, un rebelde sin Pascua (Hop, 11), el conejo de pascua es llamado así porque es originario de la Isla de Pascua, en donde están las fastuosas instalaciones de una enorme fábrica de dulces y huevos de pascua, al estilo de la Fábrica de Chocolates de Willie Wonka, solo que más increíble, pues está regenteada por un Conejo cuyo capataz es un enorme pollo que ansía su poder, para mandar sobre los pequeños pollos obreros.

Para un adulto, la película puede leerse primero como una introducción infantil al mundo industrial, con la descripción visual –muy interesante- de los procesos productivos de los dulces y los huevos. También puede leerse como la búsqueda de la propia vocación, que se opone en apariencia con lo que se espera de uno como herencia familiar o como tradición, problema espinoso que se plantea desde la antigüedad (hay que recordar el famoso juicio de Sócrates y una de las acusaciones que se le imputaban, la de “pervertir a los jóvenes” al hacerles ver que no debían necesariamente dedicarse a lo que sus padres lo habían hecho).

Para un niño, es la divertida historia de un conejo en la búsqueda de su identidad y de su propio destino

Con un estilo fílmico que recuerda las cintas de Stuart Little (Rob Minkoff, 99, 02) o Alvin y las Ardillas (dirigida por el mismo Hill) la cinta logra una gran interacción entre personajes reales y animados, con buenos momentos de comedia. El argumento, escrito por Ken Daurio, Brian Lynch y Cinco Paul, a ratos ofrece ciertos guiños involuntarios que recuerdan a cintas como Rebelión en la granja, aunque sin acercarse siquiera a la crítica inherente de esta novela de George Orwell y en menor grado a la película de Joy Batchelor y John Halas de 1955 (Animal Farm).

Cuando el pollo Carlos, principal capataz del Conejo de Pascua (que en el original inglés cuenta con la voz de Hugh Laurie), comienza a albergar la idea de hacerse con el poder de su jefe, que es a su vez el padre de EB, el joven conejo rebelde a su destino de ser el sucesor del Conejo de Pascua, nadie se pregunta cómo es que el venerable Conejo de Pascua llegó al poder, o de qué tradición le viene tal poder.

“Por el poder que me fue conferido”, dice el anciano conejo cuando nombra como sucesores tanto a EB como a Fred (el otro rebelde pero humano) en una parte de la historia que muestra una clara inclinación monárquica de esas que decían que el poder les fue dado a los reyes por el mismísimo Dios.

Se trata de una cinta para niños con momentos divertidos que de un modo sutil plantea y refleja modelos de poder político incuestionables, demasiado poco claros por profundos para los niños y para alguno que otro adulto. ¿Alguien recuerda el clásico texto de Ariel Dorfman y Armand Mattelart Para leer al Pato Donald

Monday, April 25, 2011

Los piratas del rock

Rock con humor

Vivir para el Rock and Roll

Ricardo Martínez García

La existencia de la radio en el mundo del rock es tan necesaria como el agua para la vida. De acuerdo con la cinta de Richard Curtis Los piratas del Rock (The boat that rocked, 09), en la Gran Bretaña de 1966, año en el que el rock pop estaba “en su punto más alto”, la BBC, radio oficial del imperio, solo programaba unos cuantos minutos de rock and roll al día. El surgimiento y florecimiento de radios piratas fue la solución a esa necesidad del alma de escuchar música, especialmente rock.

Con un reparto encabezado por Philip Seymour Hoffman, Bill Nighy, Nick Frost y Kenneth Branagh, la cinta muestra momentos de alegría y de baile domésticos, momentos plenos de esa  clandestinidad cotidiana en la que incurren los radioescuchas al sintonizar la estación pirata Radio Rock, montada en un buque anclado en el Mar del Norte, lejos de la jurisdicción británica pero cerca del corazón y el gusto de la población.

De manera un tanto cómica, la cinta señala una cierta necesidad de control por parte de las autoridades del gobierno británico sobre las radiodifusoras, especialmente sobre Radio Rock, cuyos altos niveles de audiencia se deben a la gran variedad de locutores y sus estilos, que van desde la irreverencia y picardía sexual más ácidas, hasta un casi inexpresivo D´J con la voz más sexy y aterciopelada.

Con un guión escrito por el propio Curtis, autor del guión de películas como El Diario de Bridget Jones y Un lugar llamado Notting Hills, y de series de televisión como Mr. Bean, esta entretenida película resulta divertida gracias a la flemática e ingeniosa manera británica de bromear de la mayoría de los protagonistas, como el locutor estrella Gavin Kavanagh (Rhys Ifans), el gerente de la estación Quentin (Bill Nighy) o el “doctor” Dave (Nick Frost), así como el Duke (Hoffman), que aunque sea norteamericano, no desentona en absoluto.

La cinta cuenta con una musicalización de primera línea, cuyas canciones merecen mención aparte, pues muestran toda una época de oro del rock pop  a partir de una amplia gama que va del hard rock de The Who (My generation), The Animals (House of the rising sun), Jimmy Hendrix (The wind cries Mary) o The Kinks (All day and all of the night), pasando por las románticas plenas de Soul de grupos como The Supremes (The happening), The Isley Brothers (This old heart of mine) o de Smokey Robinson and The Miracles (Ooo baby baby) hasta llegar a rolas clásicas de grupos como The Box Tops (The letter), Tommy James and the Shondells (Crimson and Clover), The Moody Blues (Nights in White Satin). No deje de verla.

Sunday, April 24, 2011

La chica que soñana con una cerilla y un bidón de gasolina

Heroína del siglo XXI
El surgimiento de una heroína nórdica

Ricardo Martínez García

Stieg Larsson, el escritor sueco autor de la saga de Milenium, de la cual se han adaptado las versiones fílmicas y exhibidas en México dos de ellas, murió en el año 2004 a la edad de 50 años. Milenium 2, cinta dirigida por Daniel Alfredson, es la adaptación correspondiente al libro La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.

Si en la primera parte de esta trilogía literaria y fílmica la acción se centra en el trabajo de investigación periodística de Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist) y la valiosa ayuda de la hacker Lisbeth Salander (Noomi Rapace) para solucionar la desaparición de la sobrina-nieta de un importante empresario, en esta segunda parte Lisbeth se enfrenta con sus demonios particulares y su historia particular, ajusta cuentas con algunas personas de su pasado, mientras que Mikael siempre anda un paso atrás en las pistas que va dejando ella, pero haciendo su aparición en el momento más apremiante.

El ritmo de la acción es trepidante, con nuevos personajes que le aportan riqueza y agilidad argumentativa a la cinta de Alfredson, la cual solo resulta incoherente o al menos falta de credibilidad al final de la cinta, cuando ésta se deja llevar por una especie de síndrome de Rambo encarnándose en el personaje de la Salander. Un pequeño tropiezo que puede ser obviado por las más de dos horas de intensa e intrigante narración policiaca y de investigación criminal.

El planteamiento novedoso de esta cinta, protagonizada por actores europeos, no ha sido suficiente para mantenerla por más de dos semanas en la cartelera cinematográfica de la Ciudad de México, lo cual es una pena, puesto que ofrece una excelente alternativa a la escasa oferta de películas de calidad previas a la temporada veraniega.

Mis últimas 5 Novias

El amor es un esayo continuo

El rebote emocional

Ricardo Martínez García

Cuando las comedias románticas intentan establecer reflexiones sobre el tortuoso camino por el que a veces llega ese sentimiento que llamamos amor, suelen establecer la contradictoria situación que se presenta en el individuo que lo experimenta, y ahí está la vena de la cual se puede extraer tanto el aspecto cómico como el trágico. En la formación de tal contradicción incluso se apela a la larga tradición literaria y filosófica que aborda el tema, pero que deja abierta la experiencia porque nadie “experimenta en cabeza ajena”.

Tal es el caso de cintas que más bien abordan el desamor, o las contradicciones inherentes al amor. Quinientos días con ella, de Mark Webb, Amigos con derechos de Ivan Reitman y ahora Mis cinco últimas novias de Julian Kemp tienen en común ser comedias reflexivas, irónicas, desesperanzadas, que se preguntan si la soledad no será mejor destino que tal búsqueda y encuentro, que con bastante frecuencia conducen a la infelicidad.

Mis últimas cinco novias es el relato del desesperado y casi suicida Duncan (Brendan Patricks), que ve en retrospectiva desfilar a novias que no puede retener, sin alcanzar a  ver cuál ha sido su falla, sin que sus reflexiones (que muestran que en el fondo hay un egoísmo en su concepción del mundo, como si todo girara en torno suyo) lo conduzcan a la comprensión mínima del fenómeno llamado amor.

Se trata de una divertida y entretenida cinta británica basada en la novela de Alain de Botton Ensayos sobre el amor, (autor también de la serie Filosofía: una guía para la felicidad) en la que propone el tema de siempre pero con una propuesta novedosa e inteligente.

Wednesday, April 20, 2011

La otra familia


¿La familia es amor?
¿La misma sociedad?

Ricardo Martínez García

El caso particular de una pareja homosexual que decide hacerse cargo de un niño puede verse desde diferentes ángulos. En la propuesta fílmica del director mexicano Gustavo Loza La otra familia (11) hay crítica social, humanismo, descomposición social y prejuicios. Algunas posturas están bien planteadas pero otras son dejadas como a la deriva. En el primer caso está la aceptación entre ciertos círculos sociales de las nuevas formas de convivencia, convivencia reconocida por las leyes que rigen al menos en la Ciudad de México.

Jean Paul y José María (los estupendos actores Jorge Salinas y Luis Roberto Guzmán) son una pareja que decide casarse y arman tremendo pachangón para celebrarlo. La ceremonia es presidida por su amigo el padre Tomás (Alejandro Calva), que además es director de un instituto de educación. Esta forma de convivencia despierta si no las sospechas mal intencionadas (sobre todo de personas a su servicio o de gente de baja ralea) sí el claro prejuicio de muchas otras (como la mujer que se preocupa por que el niño que pretendía adoptar sea “protegido” por ese tipo de pareja).

Los roles sociales están bien marcados en los personajes: la sirvienta y el jardinero que sospechan de la honorabilidad de sus patrones, la adicta (Nailea Norvid en una actuación sensacional y escalofriante) que deja abandonado a su hijo por andar en el viaje, el narcomenudista que ve en la situación de abandono infantil su oportunidad de hacer negocio a costa del niño, el pudiente hijo de papi que pretende comprar a un niño porque “es un rollo adoptar en este país”. Las amigas buena onda que se preocupan realmente por la situación del niño en cuestión.

Esta cinta muestra que el problema de la adopción es problemático de por sí para las parejas heterosexuales, y no se diga para las homosexuales, que además tienen que luchar aún contra prejuicios generados por su preferencia sexual. La cinta propone una situación particular pero no ofrece una solución aunque la sugiere. La sugerencia en términos reales puede plantear más problemas que una adopción legal pero, de acuerdo con el mensaje de la cinta, esto no plantea un problema insuperable si realmente hay amor de familia.

La película cuenta con momentos de humor, sobre todo con las situaciones inesperadas cuando un niño se hace presente en un lugar en el que su presencia no era contemplada. Tierna a ratos y jocosa por absurda también, es una cinta que en general resulta agradable, aunque el final es un poco ambiguo.

Salvando al Soldado Pérez


Pueden perder el estilo, pero no a la familia
Nuevos Héroes en la Era de los Narcos

Ricardo Martínez García

El cine es una expresión artística pero también muestra, dependiendo del guión y el contexto, las tendencias sociales que son aceptadas o rechazadas y que forman parte ya de la idiosincrasia de un pueblo, o de las tendencias a las que se quieren dirigir dichas idiosincracias.

En la cinta mexicana del director y guionista Beto Gómez Salvando al Soldado Pérez, la parodia de la cinta bélica de Steven Spielberg Salvando al Soldado Ryan (98) –con su propia carga ideológica y propagandística muy particular- es llevada a extremos cómicos que funcionan porque además de mofarse de los clichés de la cinta de Spielberg, el contexto ahora es el de los clichés, cada vez más aceptados en nuestra sociedad, de lo que parecería la consolidación de una cultura del narco.

El poder económico, el estilo de vestir y de hablar, las conexiones internacionales, el manejo de armas de alto poder, el poder hacer casi cualquier cosa que se propongan, hace de los capos del narcotráfico seres prácticamente míticos, los héroes de algunos sectores de la población que ya no solo construyen plazas para sus pueblos, o escuelas, iglesias o clínicas rurales, pareciera que ahora pueden, si no rescatar por sí mismos a los suyos en peligro, sí mandar a la gente que lo pueda hacer. La fuga del Chapo y el rescate de tantos otros reos directamente de los penales de alta seguridad son pequeñas muestras del áura que los rodea y protege ahí en la sierra donde habitan, a la vista de todos.

El elenco que ha reunido Gómez es de lo mejor en términos actorales: Isela Vega, Jesús Ochoa, Miguel Rodarte, Jaime Camil, Gerardo Taracena, todos bien dirigidos y trabajando en escenarios que no le piden nada a los de Hollywood (como esos donde se producen los feroces tiroteos y persecuciones en esos pueblos supuestamente de Irak y Turquía). Se trata de una cinta divertida que muestra que la aceptación de este tipo de personajes en la vida real ha avanzado más allá de lo que la sociedad civil está dispuesta a aceptar abiertamente.

Tuesday, April 19, 2011

Amigos con Derechos

La eterna búsqueda de la relación perfecta

Ricardo Martínez García

Cuando dos personas, en la clásica búsqueda del amor, entablan una relación de amigos pero en el que hay más circunstancias que las meras expresiones de amistad, como el sexo, casi siempre tal relación termina por convertirse en un embrollo, si es que las reglas no quedan claras o si las reglas dejan de tener sentido al momento de experimentar  los sentimientos que respectiva y correspondientemente se les presentan a uno y a otro.

El que se enamora pierde, y eso es justo lo que le ocurre en Amigos con Derechos (No Strings Attached, 11) a Adam (Ashton Kutcher) cuando luego de ver cómo su exnovia se junta con su padre, y de encuentros y reencuentros con su antigua compañera escolar Emma (Natalie Portman), de fundamentar su particular tipo de relación en sexo consensuado y casual pero siempre con la idea de no involucrarse más que solo de manera superficial, así como de extrañas competencias con otro galán que sí parece el indicado para Emma. 

El grado de convivencia no prevista ni deseada –como el dormir juntos y vestidos- así como el enamoramiento y la  situación que se genera asusta a Emma y decide alejar a Adam de su vida.
Adam lo tiene más claro, pero esa claridad no es nada sin la parte de ella, o al menos no lo es hasta que a Emma le cae el veinte, su propio veinte.

Esta comedia, dirigida por Ivan Reitman, resulta divertida sin duda por la participación de Kutcher, que se ha especializado en este tipo de cintas. Luego de su intenso trabajo en El cisne negro, extraña pero es un placer ver a Portman en una comedia, en la que si bien no es la que arranca las carcajadas, cumple de manera natural con su papel. El final es algo predecible y complaciente, pero vale la pena volver a verla.