¿La familia es amor? |
¿La misma sociedad?
Ricardo Martínez García
El caso particular de una pareja homosexual que decide hacerse cargo de un niño puede verse desde diferentes ángulos. En la propuesta fílmica del director mexicano Gustavo Loza La otra familia (11) hay crítica social, humanismo, descomposición social y prejuicios. Algunas posturas están bien planteadas pero otras son dejadas como a la deriva. En el primer caso está la aceptación entre ciertos círculos sociales de las nuevas formas de convivencia, convivencia reconocida por las leyes que rigen al menos en la Ciudad de México.
Jean Paul y José María (los estupendos actores Jorge Salinas y Luis Roberto Guzmán) son una pareja que decide casarse y arman tremendo pachangón para celebrarlo. La ceremonia es presidida por su amigo el padre Tomás (Alejandro Calva), que además es director de un instituto de educación. Esta forma de convivencia despierta si no las sospechas mal intencionadas (sobre todo de personas a su servicio o de gente de baja ralea) sí el claro prejuicio de muchas otras (como la mujer que se preocupa por que el niño que pretendía adoptar sea “protegido” por ese tipo de pareja).
Los roles sociales están bien marcados en los personajes: la sirvienta y el jardinero que sospechan de la honorabilidad de sus patrones, la adicta (Nailea Norvid en una actuación sensacional y escalofriante) que deja abandonado a su hijo por andar en el viaje, el narcomenudista que ve en la situación de abandono infantil su oportunidad de hacer negocio a costa del niño, el pudiente hijo de papi que pretende comprar a un niño porque “es un rollo adoptar en este país”. Las amigas buena onda que se preocupan realmente por la situación del niño en cuestión.
Esta cinta muestra que el problema de la adopción es problemático de por sí para las parejas heterosexuales, y no se diga para las homosexuales, que además tienen que luchar aún contra prejuicios generados por su preferencia sexual. La cinta propone una situación particular pero no ofrece una solución aunque la sugiere. La sugerencia en términos reales puede plantear más problemas que una adopción legal pero, de acuerdo con el mensaje de la cinta, esto no plantea un problema insuperable si realmente hay amor de familia.
La película cuenta con momentos de humor, sobre todo con las situaciones inesperadas cuando un niño se hace presente en un lugar en el que su presencia no era contemplada. Tierna a ratos y jocosa por absurda también, es una cinta que en general resulta agradable, aunque el final es un poco ambiguo.
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