Humor y Estilo |
Tradición
y lujo cinematográfico
Ricardo Martínez García
Con una escenografía impactante, y un
trabajo fotográfico excelente, la cinta de Wes Anderson, El Gran
Hotel Budapest (14) es una película dentro de la mejor tradición de
las grandes producciones, tanto por su realización como por su
elenco y temática.
Sobesaliente tanto en argumento como en
elaboración visual, con escenarios naturales y hasta maquetas muy
bien hechas, la cinta narra la manera enla que Zero Moustafá (F.
Murray Abraham, y Tony Revolori, de joven) se convirtió en el
propietario de un hotel de gran tradición en la Europa oriental de
antes de la Segunda Guerra Mundial.
Con gran ritmo, un fino y sutil sentido
del humor y agilidad, somos testigos en esta cinta de una narración
dentro de otra y dentro de otra, que como matrioskas rusas entretejen
la historia de Zero y su jefe y amigo Mister Gustav (Ralph Fiennes en
un trabajo estupendo), quien es consierge del Gran Hotel
Budapest, en la convulsa Europa Oriental, y que destaca por su
atención a la clientela.
La devoción de Mister Gustav hacia su
trabajo lo lleva a complacer a sus clientes, especialmente mujeres,
hasta límites muy personales. Eso hace que al morir la anciana
duquesa Madame D. (Tilda Swinton), le herede sus bienes, por encima
de sus propios familiares, lo que lo lanzará a una serie de
intrigas, estancias en la cárcel y otras aventuras. La devoción
hacia Mister Gustav, a su vez, de su lobby boy Zero, lo hará
su inseparable en estas peripecias.
Con varias pequeñas subtramas, en las
que intervienen actores de un excelente reparto, la cinta es
disfrutable de principio a fin, en la que el espectador puede revivir
su gusto y afición por cintas de buena calidad, entretenidas,
ligeras pero a la vez con un cierto toque de sofisticación.