Friday, June 20, 2014

El Gran Hotel Budapest

Humor y Estilo
Tradición y lujo cinematográfico
Ricardo Martínez García
Con una escenografía impactante, y un trabajo fotográfico excelente, la cinta de Wes Anderson, El Gran Hotel Budapest (14) es una película dentro de la mejor tradición de las grandes producciones, tanto por su realización como por su elenco y temática.
Sobesaliente tanto en argumento como en elaboración visual, con escenarios naturales y hasta maquetas muy bien hechas, la cinta narra la manera enla que Zero Moustafá (F. Murray Abraham, y Tony Revolori, de joven) se convirtió en el propietario de un hotel de gran tradición en la Europa oriental de antes de la Segunda Guerra Mundial.
Con gran ritmo, un fino y sutil sentido del humor y agilidad, somos testigos en esta cinta de una narración dentro de otra y dentro de otra, que como matrioskas rusas entretejen la historia de Zero y su jefe y amigo Mister Gustav (Ralph Fiennes en un trabajo estupendo), quien es consierge del Gran Hotel Budapest, en la convulsa Europa Oriental, y que destaca por su atención a la clientela.
La devoción de Mister Gustav hacia su trabajo lo lleva a complacer a sus clientes, especialmente mujeres, hasta límites muy personales. Eso hace que al morir la anciana duquesa Madame D. (Tilda Swinton), le herede sus bienes, por encima de sus propios familiares, lo que lo lanzará a una serie de intrigas, estancias en la cárcel y otras aventuras. La devoción hacia Mister Gustav, a su vez, de su lobby boy Zero, lo hará su inseparable en estas peripecias.

Con varias pequeñas subtramas, en las que intervienen actores de un excelente reparto, la cinta es disfrutable de principio a fin, en la que el espectador puede revivir su gusto y afición por cintas de buena calidad, entretenidas, ligeras pero a la vez con un cierto toque de sofisticación.  

Obediencia Perfecta

Asalto a la inocencia
Un tema muy espinoso
Ricardo Martínez García
La historia periodística que ha sido tomada como base para el argumento de la película Obediencia Perfecta (14) del director Luis Urquiza, comenzó con algunos reportajes publicados en el diario La Jornada en abril de 1997. Salvador Guerrero Chiprés publicó un reportaje en cuatro partes, en donde señalaba los abusos sexuales a niños de entre 12 y 17 años por parte del fundador de los Legionarios de Cristo, el sacerdote michoacano Marcial Maciel, a quien también se señaló como adicto a la morfina.
Lejos de pretender ser una cinta de denuncia, el cauto eufemismo de llamar en ella a la orden religiosa “Los Cruzados de Cristo”, y a su fundador como el sacerdote “Angel de la Cruz”, no logra ocultar las verdaderas identidades tanto de la orden como del defenestrado Marcial Maciel, quien en sus últimos años recibió la orden de Benedicto XVI, en 2006, de no ejercer más su ministerio sacerdotal, y a retirarse a la vida de oración y penitencia.
Juan Manuel Bernal interpreta de manera soberbia al sacerdote Ángel de la Cruz, superior de los Cruzados, seductor y manipulador consumado, al cual vemos en plena acción al convertir al niño seminarista (interpretado por Sebastián Aguirre) en su discípulo personal y amante.
La cinta de Urquiza muestra el dominio manipulador del padre De la Cruz, que hacía creer a los niños abusados sexualmente que lo que hacían con él era una muestra de devoción y amor hacia su persona y hacia la voluntad de Dios, que era una ayuda importante para su salud. La complacencia, casi complicidad, de los altos jerarcas de la Iglesia, hacia el estilo de vida de De la Cruz, muestra el cinismo del que sí sabe lo que ocurre, pero que no le conviene hacer algo por detenerlo.
La perfidia e hipocresía del sacerdote De la Cruz alcanza un grado superlativo, al repetir regularmente el proceso de seducción en otros nuevos e inocentes niños que ingresan a su orden. “No somos ángeles, cuiden a sus niñas”, etcétera, dijeron altos jerarcas al ser cuestionados por el caso de pederastia de Marcial Maciel. Es una manera cínica de dar un buen consejo.


El Crimen del Cácaro Gumaro

Homenaje al cine
Humor Estrambótico
Ricardo Martínez García
La unión de tres guionistas, cada uno poseedor de una vena (tragi)cómica diferente, da lugar a una película estrambótica, divertida a ratos, ácida, crítica e irregular. Tal es el caso de la cinta El crimen del Cácaro Gumaro, dirigida por Emilio Portes.
La cinta muestra escenas que van desde el humor más o menos blanco de Andrés Bustamante, en su personaje de Don Cuino, presidente municipal, en todo el estilo antipriísta de los supermachos de Rius, de un pueblito llamado Güépez, hasta el corrosivo sentido del humor de Armando Vega Gil, quien da vida a un párroco que se hace acompañar de un monaguillo por todo el pueblo, al que trae como si fuera su mascota.
La historia que se cuenta, la de un propietario de un cine que le hereda la sala a uno de sus hijos, expone las contradicciones inherentes a la industria de la cinematografía: para unos representa la creatividad, la tradición de la sala de cine, como un epicentro lúdico de la vida comunitaria, y la autenticidad de las películas vistas en el cine; para otros, las obras cinematográficas representan la fuente de la industria de la piratería, de la ganancia fácil y la ilegalidad.
La cinta es un conglomerado con diferentes tipos de intereses y resultados. Por una parte es un homenaje al cine mismo, a las buenas películas, con alusiones a Cinema Paradiso, o 9, y también a otras malas y a veces divertidas cintas japonesas al estilo de Godzilla, cintas de epidemias y zombies, cuya parodia es evidente. Es también un homenaje a las propias salas: el cine de Güépez se llama Linterna Mújica, evocando a la antaña sala Linterna Mágica, ubicada por el rumbo de San Gerónimo. Pero también es una crítica implícita a los propios exhibidores cinematográficos y a la industria botanera que gira en torno a los clientes-cinéfilos, y de paso a los políticos corruptos, encarnados en don Cuino.
El resultado es una cinta irregular y extravagante, pero que cuenta con algunos buenos momentos, por la crítica implícita, que también se hace de modo paródico.
Además de Bustamante y Vega Gil, participan en el reparto la bella Ana de la Reguera, Jesús Ochoa, Alejandro Calva (como Archimboldo) y Carlos Corona (como Gumaro), con breves participaciones de Javiér López “Chabelo”, Cármen Salinas, Jorge Rivero y Eduardo Manzano.

Divergente

Los alcances de la libertad
La libertad de elegir destino
Ricardo Martínez García
La película Divergente, del director Neil Burger, está basada en el libro de la joven escritora Veronica Roth, de 25 años, titulado Divergente, y cuenta con una secuela de dos libros: Insurgente y Lealtad, publicados en 2011, 2012 y 2013 respectivamente.
La historia está ambientada en alguna sociedad norteamericana después de una guerra masiva, y los sobrevivientes son organizados en facciones bien delimitadas. Cada facción social tiene sus respectivos roles, y cada miembro que nace y crece en ellos tiene oportunidad de hacer un examen de aptitud para determinar a qué facción quiere pertenecer, e incluso elegir, por única y primera vez, la facción a la que desean ingresar.
La película refleja las tendencias autoritarias de lo que se supone un gobierno racional, las contradicciones entre las habilidades naturales y el ejercicio de la libertad o la libre autodeterminación, o las que hay en torno a la vida organizada socialmente y la vida individual. Parecería que lo que se desea dejar en claro es el límite de los alcances de la libertad (elegir una de las facciones existentes y quedarse en ella) y su relación con la necesidad de control social, enfatizando los beneficios de tener una sociedad organizada casi mecánica o robóticamente. El orden social sobre cualquier otra cosa.
La historia se centra en Tris Prior (Shailene Woodley), en su novio Four (Theo James) y en aquellos que no encajan bien en ninguna de las facciones disponibles: Verdad, Erudición, Cordialidad, Osadía y Abnegación.
Al no encajar en ninguna de esas facciones, algunas personas son consideradas peligrosas, y por ello deben ser eliminadas, por poner en peligro ese orden social, tan arbitrariamente logrado.
Tal vez el espectador se pregunte por qué solo esas serían las facciones existentes, siendo que el ser humano es pluridimensional, pero esa es justamente la idea fascista: que el ser humano en realidad debe ser unidimensional, y por eso se le debe categorizar y conducir a alguna “facción”.
Por la temática y manera de abordarla, la cinta puede compararse con las de la serie de los Juegos del Hambre, incluso ambas series tienen como heroína a una joven adolescente, y tienen que luchar contra el sistema establecido.
Ubicada en un futuro próximo, las acciones están ambientadas en edificios ruinosos, con aire de abandono y de deterioro. Predecible hasta cierto punto, el resultado es una cinta entretenida y que da pie a algunas reflexiones, algo como lo que ocurre con cintas como Bee Movie o las citadas de la serie de los Juegos del Hambre.