Evolución explosiva |
El máximo narcótico
Ricardo Martínez García
El uso de drogas y alucinógenos en las
culturas tradicionales tienen por lo general intenciones místicas,
de unión con la naturaleza o con deidades que de otro modo estarían
fuera de alcance para los seres humanos. Pero en la actualidad son
también una vía de escape de la realidad, una lúdica manera de
concebir el mundo. O tal vez algo más.
La nueva película del realizador y
productor francés Luc Besson, Lucy (14), protagonizada por
Scarlett Johansson, nos muestra a una norteamericana que es
secuestrada por una banda taiwanesa de narcotraficantes y es usada
para transportar en el interior de su cuerpo cierta cantidad de una
nueva droga sintética, que promete ser de gran potencia estimulante.
Hasta ahí la historia parece
convencional, pero al ser golpeada por unos hombres, la carga que
lleva en el interior de su vientre comienza a ingresar al organismo
de Lucy (Johansson), y los efectos comienzan a hacerse patentes.
Al mismo tiempo vemos cómo un
científico (Morgan Freeman) ofrece conferencias sobre el uso del
potencial cerebral del ser humano, que en las personas comunes y
corrientes alcanza apenas el 10 % de su capacidad. Este científico
especula sobre lo que pasaría al incrementar tal potencial,
sugiriendo el surgimiento de nuevas y poderosas habilidades en quien
lograra tal incremento. Lucy, como conejillo de Indias involuntaria,
alcanza pronto un nivel de consciencia insospechado y habilidades
fuera de lo natural.
La cinta en términos de escenas de
acción, persecución en autos, coreografías de artes marciales, no
es muy diferente de las protagonizadas por ejemplo por Jason Statham
como la serie de El Transportador (cuyo productor es el mismo
Besson), y tiene una buena dosis de entretenimiento.
En lo que es diferente la película es
en la idea de que al incrementar la capacidad cerebral, al llegar al
100%, el ser humano es tan consciente de todo y de poderes tan
amplios, que alcanza su máximo (de manera regresiva) justo en el
instante en que el universo se crea, y lo trasciende. La
ciencia ficción entonces se vuelve la clave, vía la analogía, para
entender conceptos abstractos como el origen del universo, la noción
de Dios, la existencia y lo primigenio. O tal vez para confundirlos.
La cinta tiene el sello Johansson, es
decir el sello del trabajo de una de las mejores y más versátiles
actrices de la actualidad. Su presencia escénica suple casi
cualquier deficiencia que tenga la cinta, que las tiene, añadiéndole
un plus tanto visual como dramático, que en el cine es esencial.
Buena elección la que hace Luc Besson.
No comments:
Post a Comment