Tuesday, November 25, 2014

Lucy

Evolución explosiva
El máximo narcótico

Ricardo Martínez García

El uso de drogas y alucinógenos en las culturas tradicionales tienen por lo general intenciones místicas, de unión con la naturaleza o con deidades que de otro modo estarían fuera de alcance para los seres humanos. Pero en la actualidad son también una vía de escape de la realidad, una lúdica manera de concebir el mundo. O tal vez algo más.

La nueva película del realizador y productor francés Luc Besson, Lucy (14), protagonizada por Scarlett Johansson, nos muestra a una norteamericana que es secuestrada por una banda taiwanesa de narcotraficantes y es usada para transportar en el interior de su cuerpo cierta cantidad de una nueva droga sintética, que promete ser de gran potencia estimulante.

Hasta ahí la historia parece convencional, pero al ser golpeada por unos hombres, la carga que lleva en el interior de su vientre comienza a ingresar al organismo de Lucy (Johansson), y los efectos comienzan a hacerse patentes.

Al mismo tiempo vemos cómo un científico (Morgan Freeman) ofrece conferencias sobre el uso del potencial cerebral del ser humano, que en las personas comunes y corrientes alcanza apenas el 10 % de su capacidad. Este científico especula sobre lo que pasaría al incrementar tal potencial, sugiriendo el surgimiento de nuevas y poderosas habilidades en quien lograra tal incremento. Lucy, como conejillo de Indias involuntaria, alcanza pronto un nivel de consciencia insospechado y habilidades fuera de lo natural.

La cinta en términos de escenas de acción, persecución en autos, coreografías de artes marciales, no es muy diferente de las protagonizadas por ejemplo por Jason Statham como la serie de El Transportador (cuyo productor es el mismo Besson), y tiene una buena dosis de entretenimiento.

En lo que es diferente la película es en la idea de que al incrementar la capacidad cerebral, al llegar al 100%, el ser humano es tan consciente de todo y de poderes tan amplios, que alcanza su máximo (de manera regresiva) justo en el instante en que el universo se crea, y lo trasciende. La ciencia ficción entonces se vuelve la clave, vía la analogía, para entender conceptos abstractos como el origen del universo, la noción de Dios, la existencia y lo primigenio. O tal vez para confundirlos.


La cinta tiene el sello Johansson, es decir el sello del trabajo de una de las mejores y más versátiles actrices de la actualidad. Su presencia escénica suple casi cualquier deficiencia que tenga la cinta, que las tiene, añadiéndole un plus tanto visual como dramático, que en el cine es esencial. Buena elección la que hace Luc Besson.

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