Thursday, December 20, 2007

Los Sultanes del Sur

¡Nadie sabe para quién trabaja!
Ricardo Martínez García

Los Sultanes del Sur, dirigida por Alejandro Lozano y escrita por Tony Dalton, es la historia de una banda de ladrones que inicia con escenas bien logradas y prometedoras –tomando en cuenta la fotografía, el ritmo y la presencia de una despampanante Ana de la Reguera- pero que se diluyen poco a poco por un argumento que no acaba de cuajar y termina por ser una caricatura de sí misma.

Pareciera al principio de la cinta que estamos viendo la versión hispano-mexicana-argentina de una espectacular película sobre el robo a un banco al estilo de Fuego contra Fuego (Heat, Michael Mann, 95) y en la que hay un líder cerebral que planea perfectamente el golpe millonario, líder que en esta película es eliminado muy pronto por las intrigas de sus adversarios argentinos.

No se puede negar tampoco que en el guión puede haber –tal vez de manera involuntaria- alguna referencia a Tarde de Perros (Dog Day Afternoon, Sidney Lumet, 75), filme sobre unos ladrones ineptos que secuestran a los clientes de un banco, hacen trabajar a la policía y finalmente caen en una trampa mortal.

La referencia anterior termina cuando estos ladrones mexicanos, Sánchez, Leserio (Dalton y Silverio Palacios) y Mónica (Ana de la Reguera), comandados por el español Leo (Jordi Mollá) escapan por un hoyo excavado en el piso del banco.

La cinta conforme avanza se inclina cada vez más hacia las que se clasifican como Tipo B, es decir aquellas hechas para la televisión sin grandes pretensiones de superproducción internacional.
Los ladrones mexicanos discuten, luego del golpe y la fuga mientras viajan en clase turista hacia Argentina, si ya pueden o no celebrar su éxito (uno sólo puede celebrar tales cosas si es dueño de una curul en el congreso o si uno es gobernador y amigo de los magistrados de la suprema corte), aunque sólo uno de ellos sabe con certeza que sí.

Al llegar a su destino, Leo, el líder de los ladrones, es el primero en ser ejecutado por uno de los dos prominentes cabezas de la delincuencia organizada en Argentina (los verdaderos Sultanes del Sur), luego de un fallido intercambio de los 12 millones de dólares robados por pesos argentinos, pues hacen la transacción tan mal que pierden todo: dólares y pesos. El supuesto beneficiado es Pablito, jefe policiaco argentino, que se queda con todo el dinero, pero eso le genera problemas con El Texano, dueño de los pesos argentinos y el otro capo de importancia en Argentina. El Texano obliga a Sánchez a que recupere su dinero, tomando como rehén a Mónica. Sánchez recupera el dinero, movido por su amor a Mónica, tan solo para ver cómo todo termina en una traición.

Jordi Mollá está muy bien en su papel de Leo, es una lástima que tuviera que ser tan breve, pues su presencia le daba calidad a la cinta. El personaje de Ana de la Reguera es algo plano, no logra transmitir a la femme fatale que pretendía Dalton y que el director no pudo obtener, sólo es una mujer despampanante e inexpresiva que no conecta con sus compañeros; se extraña su natural actuación de la que hace gala en los comerciales de agua embotellada o en otras cintas.


El rol de Dalton intenta ser la de un duro y estoico, arrojado e imprudente pero demasiado poco inteligente ladrón. Eso de ir a gritarle a Pablito frente a sus hombres que es un policía de mierda y luego salir vivo de esa, sí que es increíble. Por su parte, Silverio Palacios es el único que logra hacer de su personaje, un ladrón vulgar e histérico, alguien plausible de tan común y corriente, y por lo mismo, a final de cuentas el más sorprendente.

Como película de acción, la cinta se queda como tipo B, con algunas bien logradas escenas de acción, como la de la explosión de la bodega de Pablito, pero como thriller deja bastante qué desear, pues le falta profundidad argumentativa y cuenta con un ritmo irregular.

¿Qué salió mal?, pregunta la voz en off de Sánchez al principio de la película, y parece que lo que hizo que saliera mal es confiar en uno que, por principio, no se puede confiar, o al menos así lo muestra el dicho ladrón que roba a ladrón…, pero lo que sale mal en gran parte de la cinta es el trabajo argumentativo y narrativo: no hay manera de dar credibilidad a una cinta en la que los líderes de la banda de asaltantes actúan como si no hubiera necesidad de autorización por parte de la delincuencia organizada mexicana o argentina, y de ahí los enfrentamientos con El Texano y con Pablito, ambos personajes tratados con los típicos clichés y por ello bastante desdibujados.

Tal vez lo único que rescata de una debacle a la película es el final inesperado –dado el poco material argumentativo que había mostrado el guión- en el que un moribundo Sánchez toma conciencia de momentos clave, a partir de flashes, de quién y cómo resulta ser el verdadero ganador en esta feroz lucha por el dinero. Esa parte es lo mejor del guión de Dalton: nadie de la banda sabe para quién trabaja, excepción, claro, de quien se queda al final con el dinero, que es mucho suponer del personaje.

No comments: