Fantasía arqueológica déjà vu
Ricardo Martínez García
Nicolas Cage da vida en La leyenda del Tesoro Perdido: El libro de los Secretos al arqueólogo Ben Franklin Gates, quien debe encontrar las pruebas de que un antepasado suyo no formó parte del grupo de personas que planificaron y ejecutaron el asesinato del presidente Abraham Lincoln, lo que lo llevará a las aventuras más inverosímiles pero muy bien presentadas fílmicamente.
El referente más próximo de esta cinta es la saga de Indiana Jones, protagonizada por Harrison Ford. La estructura narrativa es muy parecida: hay un arqueólogo cazador de tesoros que, en aras de limpiar el buen nombre de un antepasado, (en Indiana Jones y el Templo del Destino (Spielberg, 84) el motivo de las aventuras –que transcurren en la exótica India- es encontrar una piedra sagrada), se enrola en una serie de aventuras que incluyen el secuestro del presidente de los Estados Unidos.
La cinta, dirigida por Jon Turteltaub, presenta a un Nicolas Cage mucho más suelto y natural de lo que nos tiene acostumbrados, excepción de contadas cintas, como Salvaje de Corazón de David Lynch.
Lo mismo se puede decir del espectacular trabajo de producción, que es responsabilidad de Jerry Bruckheimer, uno de los productores más destacados en la industria del cine y la televisión de su país.
El principio del filme es un poco confuso, con tantos nombres históricos manejándose (que son el pretexto de la cinta), pero luego queda claro que de lo que se trata es de hallar un tesoro perdido, para poder desmentir que el antepasado de Gates hubiera sido un traidor a la patria.
Entonces comienzan las aventuras, aderezadas con efectivas dosis de humor y romance y la inevitable aparición de un villano que naturalmente también quiere el tesoro, el cual, luego un viaje a París y Londres y del secuestro presidencial y complicadas pesquisas en la biblioteca del Congreso, resulta ser un bien oculto conjunto de pirámides de oro (referencia histórica al mítico El Dorado) ubicadas en el subsuelo del lago a espaldas del Mount Rushmore National Memorial, en Keystone, Dakota del Sur.
Apoyada en un reparto de primer nivel la calidad actoral está garantizada, pues cuenta con el trabajo de la extraordinaria Helen Mirren (Emily Appleton, mamá de Ben y experta descifradora), los veteranos Jon Voigt (Patrick Henry Gates, papá de Ben y cazador de fortunas), Ed Harris (Wilkinson, el villano) y Harvey Keitel (Sadusky, agente del FBI y amigo de Ben), además del de la bella Diane Kruger (Abigail Chase, ex de Ben) y de Justin Bartha (Riley Poole, colaborador de Ben y escritor de libros).
La cinta tiene un defecto: cojea en ciertas partes de la historia misma, la cual hace pensar que en tanto película de acción, las de James Bond le vienen quedando cortas.
No se puede negar la buena hechura de las escenas de persecuciones en las calles de Londres, o las escenas semiacuáticas en las pirámides de oro. Pero eso de que Gates y su equipo puedan vulnerar tan fácilmente los sistemas de seguridad del Palacio de Buckingham y de la Casa Blanca –ayudados con tecnología portátil de punta, o con los encantos de su ex- es difícil de imaginar. Lo que de plano es del todo inverosímil es el secuestro del presidente y su posterior comprensión, dadas las circunstancias en las que se produce su secuestro: se trata de limpiar el buen nombre de un compatriota.
En descargo de lo anterior, hay que decir que la cinta es de Disney y tiene clasificación A y a fin de cuentas es muy disfrutable en un día de vacaciones -palomitas incluidas- y para todo el público no exigente de un poco de realismo.
1 comment:
El cambio de escenario de la primera parte fue entretenido. Pero la primera película sigue siendo la mejor, la vi en HBO online y la secuencia de escenas de acción te mantiene entretenido y curioso
Post a Comment