En busca de Bolaño o de la obra de un autor de culto
Ricardo Martínez García
El mundo de los escritores noveles, pobres e inexpertos, completamente marginales, que apenas sobreviven en oscuras y sucias buhardillas, mal pagados en el mejor de los casos o explotados por revistas o periódicos de mala facha y de peor prestigio, en suma, el mundo de los escritores fracasados pero comprometidos hasta los huesos con la literatura, es un tema que aparece constante en los escritos de Roberto Bolaño.
Las ciudades de México, Barcelona, París, Londres, son escenarios típicos que dan sustancia a los relatos o novelas de Bolaño. El conocimiento de algunos barrios y calles populares –que parece haber recorrido una y otra vez- que tiene de esas ciudades introducen al lector en ambientes familiares, conocidos, que permiten su identificación plena tanto con lugares como con personajes.
El amor por la literatura lleva a los protagonistas –a la manera de modernos Ulises homéricos- por odiseas pletóricas de aventuras, de sufrimientos, de gozo, de experiencias vitales y humanas, a veces demasiado humanas. Los argumentos bolañescos son complejas ramificaciones dramáticas que se desprenden de un hilo conductor común: el gusto por escribir y por la vida misma.
El estilo sabroso y juvenil que desprenden de las narraciones de esos primeros escritores –a la vez personajes del escritor- al hablar del amor, de la libertad inconsciente del que tiene todo el tiempo del mundo para la literatura y para nada más, escritores que como buenos lectores de otros escritores como José Emilio Pacheco o José Agustín son llevados a extremos muy bien elaborados en novelas como Los Detectives Salvajes, 2666 o en relatos como Llamadas Telefónicas. Ese gusto que se desprende de la narración de personajes como Arturo Belano (alter ego de Bolaño, escritor chileno atormentado y trotamundos) o de Juan García Madero o Ulises Lima, o Leprince, que son personajes que revelan en sus odiseas la Odisea mayor del autor que se proyecta y se identifica en sus propios personajes, dotándolos de una tangible –por humana- realidad.
Bolaño es un creador de historias de escritores desaparecidos, escritores míticos, o generadores de escuelas o corrientes literarias (como el real visceralismo, hermano ficticio del infrarrealismo), escritores cultos y a la vez objetos de culto; es un creador de historias de lectores voraces capaces de enfrentar y vencer el hambre con tal de satisfacer su necesidad de lectura; Bolaño crea estudiosos que trabajan tras las pistas de algún escritor o escritora -como verdaderos detectives- del cual se han vuelto especialistas pero que se alcanzan a dar cuenta de que sus búsquedas no alcanzan a llenar sus propias vidas. Historias de vida que son inabarcables, en las que las vidas de los personajes se parecen tanto a las de su autor.
Roberto Bolaño nació en Santiago de Chile el 28 de abril de 1953. Vivió su infancia en esa ciudad y luego se mudó a la Ciudad de México en 1968, donde se convirtió en un lector voraz, asiduo visitante de bibliotecas públicas. Fue cuando decidió ser escritor. Tras un breve regreso a Chile, donde estuvo preso durante una semana, regresó a México y fundó una corriente literaria de vanguardia llamada infrarrealismo. Luego, decepcionado del mundo literario mexicano y de sus manejos, partió hacia El Salvador, a diferentes lugares de Europa y África, lugares en los que trabajó en muy diversos oficios. Finalmente decidió quedarse en España, donde pudo dedicarse exclusivamente a escribir, ganando cada vez mayores premios y reconocimiento.
Bolaño murió a causa de una insuficiencia hepática, el 14 de julio de 2003. Sus obras incluyen títulos como Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, La Senda de los Elefantes, Los perros románticos, La pista de hielo, La literatura nazi en América, Estrella Distante, Llamadas Telefónicas, Los Detectives Salvajes, Nocturno de Chile y 2666.