Thursday, November 12, 2009

Brüno


El gran desparpajo gay

Ricardo Martínez García

Ooops, como Britney Spears, Brüno lo vuelve a hacer. El estrambotiquísmo actor británico Sacha Baron Cohen vuelve a poner el dedo en la llaga de lo políticamente correcto con su nuevo personaje Brüno, un modisto austriaco gay que se esfuerza por abrirse camino en el mundo fashion internacional pero con desastrosos resultados.

Brüno es como una gran broma absurda, jocosa ciertamente a ratos, que se prolonga a lo largo de la cinta durante hora y media, que hace mofa de lo peor del mundo de la moda, del machismo, de las adopciones interraciales que tanto le gustan a los famosos, del deseo de triunfar a toda costa que el mundo moderno ha inoculado en estos seres humanos dispuestos a cualquier cosa (como permitir que sus pequeños hijos sean usados de cualquier modo, con tal de conseguir un trabajo en un comercial). Una broma así de larga resulta cansada.

Los personajes que forman el mundo de Brüno muestran una desparpajada sexualidad gay que rompe con los esquemas de las buenas conciencias, algo tan chocante para ciertas personas que resultan tan naturales sus reacciones como la de los visores del programa piloto que el modisto prepara con una supuesta entrevista con Harrison Ford, en su intento por alcanzar el éxito en Los Angeles, luego de que es puesto en la lista negra de los desfiles de modas.

El ácido humor de Sacha se centra sobre todo en la visión gay que su personaje tiene del mundo y de la vida. Es como el humor escatológico-sexoso-militar de Adam Sandler en No Te Metas Con Zohan, tan incisivo respecto a las incongruencias en la lucha entre palestinos e israelíes.

A propósito de lo anterior, uno de los momentos más angustiantes pero hilarantes de esta cinta es cuando Brüno sale vestido casi como judío ortodoxo ¡en Israel! y tiene que salir corriendo ante el acoso de algunos miembros de esa ala ultra conservadora del judaísmo.

Las escenas sexuales no son tan explícitas como en la clásica y divertida cinta gay Acóstándose con Perros (Wally White, 95) porque el tono de esta película dirigida por Larry Charles es casi como de un documental falso, que lo acerca naturalmente a Reli…qué?, del mismo director, en el momento en que se pretende que Brüno desea convertirse en un hombre heterosexual “porque eso” es lo que tienen en común los más grandes y exitosos actores de Hollywood, y para ello acude a un “convertidor” de gays religioso al que le coquetea de la manera más descarada, o como cuando el filme muestra cierto carácter exploratorio de la ideología social, al estilo que tanto le gusta a Michael Moore, y que Brüno hace patente al participar en un panel donde la mayoría del público es de raza negra y él hace alarde de su homosexualidad y de su descuidada adopción de un bebé, justamente afroamericano, llamando a los africanos afroamericanos “porque es lo políticamene correcto”. El público casi se lo come.

Si a ciertos espectadores les repugna ver a dos hombres besándose absténganse de ver esta cinta, o tal vez podrían preguntarse –como un mero ejercicio intelectual, se entiende- si detrás de su aspecto varonil no se oculta la necesidad de mantener en secreto una naturaleza menos masculina. Eso es al menos lo que Brüno no puede ocultar: que por más que luche por su heterosexualidad, su naturaleza al fin aflora.

Sacha Baron Cohen ha dado ingeniosas entrevistas para promover esta cinta, diciendo cosas como que el mayor aporte de Salma Hayek al mundo de la moda es lograr que todos los demás se vean bien vestidos a su lado. Es como para asarlo vivo, ¿no Salma?

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