El mundo está en peligro |
Del comic a la pantalla
Ricardo Martínez García
La Marvel se pliega ante
las necesidades mercadológicas de la industria cinematográfica,
típica de las cintas de verano o que aspiran al máximo de la
taquilla, y presenta en Los Vengadores (Whedon, 12) las
aventuras de un disímbolo grupo de super héroes y un mega villano
que juega con sus mentes, aunque su propósito sea muy simple: la
dominación absoluta.
Como película de fantasía
franquicitaria, pareciera que la trama puede soportar el juntar a
estos personajes, sin importar la lógica interna de cada una de las
historias independientes de los protagonistas: de pronto todos están
unidos en la misión de salvar al mundo de una amenaza total. Tal
cosa es posible en la medida en que el enemigo proviene de otro mundo literalmente, de
ahí tal unión.
Los protagonistas son de lo más
disímbolo que pudiera ser. Hay una hermosa espía rusa de grandes
habilidades llamada Natasha Romanoff o la Viuda Negra (Scarlett
Johansson), un agente con armas insospechadas en sus flechas llamado
Hawkeye (Jeremy Renner), el millonario cínico redimido cuya fortuna
proviene de producir armas de alta tecnología Tony Stark, mejor
conocido como Iron Man (Robert Downey Jr.), un soldado patriota
víctima y beneficiario de los anabólicos conocido como el Capitán América (Chris
Evans) y un científico que fue más allá de sus límites en la
investigación de los rayos gama, creando una criatura inmensamente
fuerte llamada Hulk (Mark Ruffalo). Y está Thor (Chris Hemsworth).
La fuerza bruta en esencia es la que se
impone al momento de que estallan las hostilidades. En el caso de
Hulk, representa toda la furia dirigida en contra de quien considera
el enemigo, y a veces hasta con los que debería estar aliado. Ese
compacto conglomerado de vigor y violencia que es Hulk representa el
último razonamiento en contra de quien puede destruir, con la mano
en la cintura, a este mundo, teniendo tanto la tecnología como la
intención de hacerlo, como el villano Lokki. Algo que sería
lógicamente mucho peor para la humanidad que el fascismo, y que
naturalmente el Capitán América (sin más poderes que su fuerza de
organización y su enjundia, que no es nada comparada con la fuerza
de Hulk) debe combatir con todo su ser.
Thor es un caso aparte, sencillamente
porque él es un mítico dios caído y atrapado en la Tierra; hijo de
Odín, ambos forman parte de la mitología escandinava, de la que las
revistas de Marvel abrevaron en su momento. Los guionistas en esta
cinta se metieron así en problemas al tratar de combinar en una
misma cinta a Thor y a los demás personajes, especialmente a Iron
Man, tan distintos en sus orígenes (divinidad contra humanidad),
pero tan parecidos en sus fuerzas (sobrenaturales y tecnológicas),
aunque claramente Thor es superior, al ser prácticamente inmortal,
lo que lo hace tan invulnerable como el propio Lokki.
La historia es regular, un tanto
forzada, aunque la hechura, los chistes y la acción son buenos, y
los efectos especiales son espectaculares, dignos de una película
taquillera, palomera, cuyo propósito esencial es muy simple: el
total y absoluto entretenimiento.
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