Ricardo
Martínez García
La
cinta de Ron Howard “En el corazón del mar” (15) se basa en un
libro que a su vez trata de cómo se escribió la novela que se
consideró la épica literaria norteamericana del siglo XIX. Vemos a
Herman Melville, autor de Moby Dick (interpretado por Ben Whishaw) entrevistando a un marinero, que le contó su
encuentro con una ballena blanca. El libro tiene el mismo título que
la cinta, y su autor es Nathaniel Philbrick.
Un
grupo de cazadores de ballenas zarpan desde la isla de Nantucket,
Massachusetts, a recorrer los mares del Atlántico, llegan a la
Tierra del Fuego y continúan hacia el norte por el Pacífico, en
busca de sus preciadas presas, de las cuales extraen el aceite,
artículo muy caro dadas sus cualidades de combustión.
A
ojos de los actuales ecologistas, esta cacería resulta
comprensiblemente deleznable, pero para algunos países como Japón,
Islandia, Rusia, Estados Unidos, etc., desde el siglo XVII y hasta el
XX hubo una importante industria basada en la caza de los cetáceos,
por su aceite, ámbar gris y otros productos.
Luego
de esa larga travesía hasta el Pacífico de la América del Sur, las
escasas reservas logradas por su cacería obligan al capitán George
Pollard (Benjamin Walker) y a su primer oficial Owen Chase (Chris
Hemsworth) a lanzarse en busca de grupos de ballenas. Luego de un
tiempo en alta mar tienen éxito, pero en plena cacería (con escenas
bien logradas) los marineros se llevan una fea sorpresa: una enorme
ballena cachalote los ataca de manera poderosa y sin tregua.
Sin
el lujo literario de Melville, pero con grandes descripciones
gráficas, la cinta deviene casi un documental acerca de la
sobrevivencia de unos náufragos en alta mar, que los llevan a
realizar actos extremos.
Es
de resaltar la transformación física que llevaron a cabo los
actores para esta cinta, destacando Chris Hemswort, quien de ser el
fortachón Thor en las cintas de los Vengadores, resulta uno de los
pocos sobrevivientes de ese encuentro fatal con aquel formidable
animal que inspiró a Herman Melville para escribir Moby Dick. El
drama de los náufragos resulta bastante convincente en esta
disfrutable película, con una gran fotografía y escenografía, una
buena alternativa para el fin de semana.