Saturday, August 20, 2016

Más fuerte que las bombas

El punto ciego de los sentimientos
La verdad de los sentimientos

Ricardo Martínez García

Gene es un profesor de preparatoria y ex actor, viudo de una fotoperiodista de gran fama, Isabelle, fallecida en un accidente de auto. Tanto él como sus hijos Jonah y Conrad, viven su duelo de maneras muy distintas.

El director noruego Joachim Trier presenta en este filme cuatro perspectivas familiares sobre un suceso vivido en común: la pérdida de la madre y de la esposa. Para cada uno este evento tiene un significado diferente, lo cual resulta patente cuando la agencia para la que trabajaba Isabelle (Isabelle Huppert) solicita permiso para buscar material fotográfico inédito en la casa familiar.

Gene (Gabriel Byrne) vive con su hijo menor Conrad (Devin Druid), quien vive introvertido pero no ajeno a su entorno. Cada vez que Gene intenta establecer alguna charla con su hijo, solo encuentra rechazo y aislamiento. El hijo mayor, Jonah (Jesse Eisenberg), está por terminar su doctorado en sociología y acaba de ser padre. Es él el que revisa el material dejado por su madre para la agencia, encontrando efectivamente material inédito que desecha por ser demasiado íntimo y revelador. Al mismo tiempo, el colega periodista de su madre Richard (David Strathairn) decide escribir un homenaje para Isabelle en el New York Times, lo cual genera cierta angustia a Gene, pues su hijo menor no sabe sobre lo que se piensa realmente del accidente de su madre.

La trama se teje con elementos cotidianos en las familias modernas, fragmentadas, indiferentes en apariencia, faltas de comunicación, cada uno intentando vivir su vida lo mejor que puede, egoísta la mayor de las veces. Los recuerdos que cada uno de ellos hilan sobre su madre ofrecen para el espectador una visión más completa que la imagen fragmentada que la que ellos se han construido para sí individualmente; la personalidad de todos es una construcción colectiva. Siendo así, no se puede hablar de que una visión personal sea más cierta que otra. La imagen que tenemos de cada quien, pareciera sugerir la cinta, es resultado de lo que hemos vivido con esa persona, más lo que otras personas comunican de ella. La verdad es consensual, como diría Adorno, o al menos el conocimiento de los otros. Pero en la cinta no hay consenso sin comunicación.

Si en su trabajo como corresponsal gráfica de guerra Isabelle fotografiaba escenas que denuncian la barbarie de los conflictos armados, la cinta denuncia esa falta de comunicación en las familias, que ocultan cosas para no lastimarse entre sí, pero el verdadero daño es precisamente no comunicarse. El trabajo periodístico de Isabelle debía generar profunda indignación, pero lejos del conflicto, sus fotos se pierden en la indiferencia de la vida social. La sola comunicación no basta para vencer la indiferencia general.


La cinta invita a la reflexión sobre la vida familiar y social, sobre la importancia de la comunicación y su valorización, y al final, sobre aquello que consideramos cierto o verdadero pero que puede no ser más que parte de un todo, del que solo conocemos una parte.

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