Pasiones que No Mueren
Ricardo Martínez García
Si se aparecen fantasmas a personas específicas es porque éstas tienen deudas pendientes con ellas, sobre todo de carácter pasional. Las cintas de terror orientales se caracterizan por proponer que ciertos espíritus no pueden separarse de este mundo al fallecer su cuerpo porque han quedado anclados a él por algún trauma mayor. Dichos traumas son como una impresión que se realiza en ciertos lugares que los guardan como si fueran grabaciones o registros de alguna forma metafísica.
Tal es el caso de películas como El Aro, La Maldición, El Ojo, Una Llamada Perdida, etcétera, y la cinta Imágenes del Más Allá (Shutter, 08) del japonés Masayuki Ochiai, no es la excepción.
La cinta es un remake, de los tantos que ha habido en Hollywood y que pretenden adaptar las historias generadas en Oriente, en este caso de la cinta tailandesa Shutter de los directores Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom estrenada en el 2005, a un mercado más global.
El actor canadiense Joshua Jackson, ex novio y compañero de Katie Holmes en la serie de televisión Dawson´s Creek, encarna a Benjamin Shaw, un joven y exitoso fotógrafo recién casado que por cuestiones de trabajo viaja a Tokio con su esposa Jane (Rachel Taylor).
A ratos la película sigue una trama cercana a la de Perdidos en Tokio (Sofia Coppola, 06), sobre todo cuando Jane pasea por la ciudad y el metro, pero pronto la cinta toma unos cauces metafísicos incompatibles con la dirigida por la hija de Francis Ford Coppola.
Jane comienza a ver extrañas figuras en lugares insólitos a la vez que las fotos de la luna de miel y de la boda, así como las de las sesiones con las modelos con las que trabaja Ben revelan formas fantasmagóricas.
Jane, sobreponiéndose a su espanto, comienza a investigar tal fenómeno, investigación que la conduce a conocer algo de la vida de Megumi (Megumi Okina), traductora con la que su esposo tuvo sus queveres.
Ben literalmente tiene que cargar en sus hombros con el peso de las acciones realizadas por él y sus amigos en contra de la despechada, humillada y violentada Megumi, la cual sólo busca –comprensiblemente- vengarse de las malas acciones sufridas.
Rachel Taylor lleva el peso dramático de esta historia con guión de Luke Dawson. Se trata de una actriz que físicamente tiene un parecido tanto a Nicole Kidman como a Naomi Watts, es como una síntesis de ellas, y su trabajo resulta convincente.
Joshua Jackson por su parte muestra versatilidad y madurez cada vez mayores. El resultado final es una cinta con un nivel de calidad muy semejante al de La Maldición, el también remake protagonizado por Sarah Michell Gellar.
Aquellos que no vieron la original tailandesa podrán ver una versión bastante disfrutable aunque no lo suficientemente original. Está bien para una tarde en compañía de la novia o el novio, quienes tal vez se lo pensarán mejor antes de cometer contra el otro alguna humillación o infidelidad, si es que creen algo de las premisas de la cinta.
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