Si todos somos malos, ¿a quién perseguirá la policía?
Ricardo Martínez García
El tema recurrente en las novelas de James Ellroy es la tremenda corrupción policíaca que impera en la ciudad de Los Ángeles, ciudad en la que ficticia o verdaderamente se ha asentado el poder criminal de la policía en contra de la propia hipócrita sociedad, la cual debido a sus pecados se ve expuesta al chantaje y la extorsión.
Si la cinta Los Ángeles al Desnudo (Curtis Hanson, 97) mostraba al agente Bud White (Russel Crowe en una gran actuación encabezando un estupendo reparto: Kevin Spacey, Kim Bassinger, Guy Pearce y James Cromwell) como un fornido agente que es utilizado como brazo ejecutor de la ley e inmerso en una maraña de relaciones corruptas de las cuales sólo puede salir bien librado hasta que “abre los ojos”, ante la evidencia de que los jefes de la policía perseguían sistemáticamente a los criminales con métodos que los convertían en sujetos mucho más perversos que los delincuentes, en Los Reyes de la Calle (David Ayer, 08), nos encontramos con el atormentado y borrachín agente Tom Ludlow (Keanu Reeves, un poco más humano que en Matrix) un “guerrero” que ha tomado por su cuenta, en una especie de cruzada personal, la lucha contra los criminales angelinos.
Tanto White como Ludlow son agentes que exceden con mucho los límites legales permitidos en la lucha contra “los malos”, y ambos son consentidos y solapados por sus jefes, en aras supuestamente de su utilidad como “instrumentos de justicia”.
Las cintas basadas en novelas de Ellroy, como las dos mencionadas y La Dalia Negra (Brian de Palma, 06), están llenas de secretos, mentiras y chantajes dentro de los círculos del poder político y económico, donde nada es lo que parece ser, pero en los que todos los protagonistas están involucrados para bien o para mal, en lo que representa un sistema legal corrompido y al servicio de los más astutos.
Los Reyes de la Calle tiene grandes escenas de acción y algunos momentos de humor, tal vez involuntario, como en las que el cinismo campea en las conversaciones. Por ejemplo cuando el detective Ludlow pregunta ingenuamente a su jefe el comandante Jack Wander (Forest Whitaker): ¿Y qué pasó con lo de “encerrar a los malos”?, Éste le responde lacónicamente: “Todos somos malos”. Tal es la ideología –que si no fuera tan alarmante sería hilarante- con la cual se justifica la perversión policíaca, que pareciera encarnar a la perfección la máxima hobbesiana de que el hombre es el lobo del hombre.
A pesar de que la cinta tiene un aire de déjà vu (es como la gemela de Los Angeles al Desnudo) no deja de ser interesante y entretenido ver a Reeves crecer como actor y además corretear con su Charger negro deportivo a punto de atropellar a unos peatones y matando salvajemente a los criminales, a Whitaker mostrando una vez más sus facultades histriónicas como el cerebro que mueve los hilos policiacos a placer, a Hugh Laurie en un papel diferente al del Dr. House, pues resulta curiosa su aparición como el capitán Biggs, de asuntos internos de la policía, en el hospital en el que Ludlow es atendido por su novia enfermera (Martha Higareda, en un papel discreto que representa su incursión en Hollywood), como si fuera un guiño a su famoso personaje.
También es sorpresivo el papel de Chris Evans (Johnny, el simpático antorcha humana de Los Cuatro Fantásticos) como el detective Diskant quien al final paga su novatez de manera trágica.
Lo que resulta realmente disfrutable es que la cinta propone una desmitificación de la sociedad norteamericana como paladina de la legalidad y el respeto a las normas civiles: todos los policías, salvo excepciones, están sistemáticamente coludidos en una cínica corrupción que ciega e inútilmente atina sólo a acumular dinero en una pared (algo que tampoco es creíble entre los corruptos de verdad: éstos seguramente cuentan con asesores en inversiones y ese tipo de cosas).
David Ayer es un joven director que ha trabajado en el guión de cintas como Rápido y Furioso (Rob Cohen, 01), SWATT (Clarck Johnson, (03) y Dark Blue (Ron Shelton, 03), y ha dirigido Harsh Times (06), y Mafia Cop (08). Como puede verse, son cintas en las que, a partir de las novelas de autores como James Ellroy o Elmore Leonard, las actividades policiales y su corrupción son elementos comunes, ya sea en la ciudad de Los Angeles o en la de Nueva York.
Como espectáculo, la cinta funciona muy bien. Como crítica social resulta puntillosa si se le sabe ver el ángulo. No deje de verla de cualquier manera.
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