Marjane Satrapi, una mujer de Persépolis
Ricardo Martínez García
A casi un año de su estreno en el Festival de Cannes del 2007, se exhibe en México Persépolis, cinta animada de la dibujante iraní Marjane Satrapi y del realizardor francés Vincent Peronnaud.
La cinta está basada en los cuatro volúmenes de la obra de Satrapi del mismo nombre, publicados en español por Norma Editorial entre 2002 y 2004. Dichos volúmenes son una colección de los dibujos de Satrapi que tienen como tema su vida, abarcando diferentes etapas: cuando era una niña de 10 años y veía el mundo con una curiosidad intelectual poco frecuente en pequeños de esa edad, luego como adolescente que vive la guerra de su país con Irak (80-84), su estadía en Austria (84-89), el regreso a Teherán –donde obtuvo una maestría en Bellas Artes- y su partida definitiva a París.
El trabajo de Satrapi está caracterizado gráficamente por dibujos de trazos limpios y bien definidos, en los que prevalece un fuerte contraste entre el blanco y el negro utilizado para delinear a los protagonistas, así como una gama de grises para los fondos.
En una entrevista para el diario El País, la dibujante señaló que algunas referencias artísticas utilizadas en su cinta provienen de “filmes expresionistas alemanes y los del neorrealismo italiano. Son dos referencias artísticas surgidas de países que acaban de sufrir una guerra”.
Del lado político Satrapi llama la atención por su postura crítica ante el gobierno de Irán, cosa que le ha granjeado algunos roces y conflictos con las autoridades de su país natal. Por ejemplo, la Fundación Cinematográfica Farabi, del Ministerio de Cultura y Guía Islámica iraní –una sección más de los Guardianes de la Revolución- señaló en un comunicado en mayo del 2007 que el Festival de Cannes había seleccionado una cinta sobre Irán que “presentaba un cuadro irreal de las consecuencias y resultados de la revolución islámica”.
Satrapi señala y acusa en su largometraje la terrible situación de las mujeres en un régimen dominado por inclinaciones religiosas muy fuertes de inspiración islámica, la masacre que representó la guerra con Irak, la cual produjo un millón de muertos, así como la manera en que tanto iraníes como iraquíes le siguieron “estúpidamente” el juego a lo que ella llama “occidente” (básicamente Estados Unidos y la Gran Bretaña pues el primero le vendía armas a ambos países y el segundo ha tenido viejos intereses petroleros en la zona).
También hay un trabajo de profunda introspección en la cinta: mientras narra cuáles fueron durante su infancia los hechos y las personas inspiradoras de sus ideas y convicciones –como su abuela y su tío, encarcelado por el gobierno del sha y luego ejecutado por el gobierno revolucionario-, se confiesa ante el espectador como una mujer que lucha por comprender el mundo, por vivirlo personalmente y enamorarse y recuperarse de las decepciones que una y otra vez se presentan.
Satrapi nos cuenta su vida sin ánimo de glorificarse ni de vender una imagen de heroína, más bien nos ofrece un aspecto humano, demasiado humano con el cual reconocernos en ella, porque ¿quién no ha caído en severas depresiones, se ha sentido defraudado por el sistema, por el amor, pero se ha recuperado para seguir viviendo?
Persépolis nos muestra que el concepto que tenemos de algunos extranjeros (en este caso de los habitantes del Medio Oriente como los iraníes, pero también de los palestinos, de los afganos, de los iraquíes, de los sirios, etcétera) son ideas moldeadas y manipuladas por la propaganda occidental –muy eficaz, ciertamente- para producir el efecto de percibirlos e imaginarlos como “terroristas” o como bárbaros que no tienen el menor aprecio por la vida humana. Pero hay que decir que a la inversa, del lado iraní también se maneja una propaganda que vende la idea de que la cultura occidental es “decadente” (en algunos escasos casos ambos bandos tienen razón).
Así, gracias a la propaganda, algunos pueden llegar a pensar que cualquiera con aspecto de árabe es un potencial suicida capaz de dirigir aviones en contra de edificios tan solo porque odia la “libertad y la democracia” norteamericana u occidental. Y ellos a su vez pueden llegar a pensar que somos decadentes porque escuchamos a Michael Jackson o nos gusta el punk.
Satrapi y Peronnaud contaron con la colaboración de Chiara Mastroiani y de su madre Catherine Deneuve, quienes hacen las voces de Marjane y de su madre respectivamente. El resultado es una cinta muy recomendable y disfrutable aunque no apta para quienes no sienten ningún interés histórico o cultural por este pueblo del Medio Oriente.
La cinta no cuenta con la tecnología animada de Shrek o Toy Story, por ejemplo, pero es un trabajo que atrapa y cautiva al espectador por su excelente realización y concepción visual y por su efectiva musicalización.
Cabe destacar que los libros de Satrapi han merecido algunos premios, pues ha ganado el Premio al Autor Revelación (Coup de Coer) en el 2001, premio perteneciente al Salón del Cómic de Angouleme, así como el norteamericano Premio Harvey a la Mejor Obra Extranjera en el 2004 y el español Premio de la Paz Fernando Buesa Blanco en el mismo 2004.
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