Thursday, April 15, 2010

El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus


La irresistible tentación fáustica

Ricardo Martínez García

El doctor Parnassus (Christopher Plummer) ha hecho un trato milenario con el diablo, con el fin de potenciar la imaginación de sus clientes a través de él. Pero el precio que cobra por sus servicios este diablo pícaro llamado señor Nick (Tom Waits en un personaje que ni mandado a hacer) siempre apunta sobre aquello que más se quiere, y en el caso de Parnassus es su hija adolescente Valentina (Lily Cole), a la manera de la Sara bíblica, que obtuvo al suyo en el ocaso de su vida y a través de un milagro.

La cinta del director Terry Gilliam The Imaginarium of doctor Parnassus (09) nos ofrece una historia que resume algunos aspectos de la historia de la humanidad: la lucha por salir de lo cotidiano, el afán de novedades, la picardía de algunos personajes (en este sentido el verdadero diablillo es Tony, ese personaje encarnado primero por Heath Ledger y luego Johnny Depp, Jude Law y finalmente Colin Farrel, él es el verdadero motor de la historia), la inocencia perdida, la irresistible tentación de acceder a aquello que creemos fuera de nuestro alcance.

Pero ¿quién ha dicho que no está a nuestro alcance? Si el mundo es ilusión, entonces todo puede ser accesible precisamente por ese canal natural que poseemos todos los seres humanos. El problema viene cuando finalmente se da la contrastación con la realidad, ¿pero quién nos quita lo bailado, perdón, lo imaginado?

El carácter lúdico de la cinta está precisamente en esos maravillosos mundos imaginarios del doctor Parnassus (con unos efectos especiales que recuerdan a cintas como Charlie y la Fábrica de Chocolate, de Tim Burton, o Las Aventuras del Barón Munchausen, del propio Gilliam), que en realidad son de cada uno de los que sueñan a través del espejo mágico de su destartalado escenario ambulante. De ahí el carácter caótico y estrambótico de esos mundos.

El enano Percy (Verne Troyer), por otra parte, más que asistente del doctor, representa su conciencia, que es pequeña pero incisiva. “¿Qué haría yo sin ti, Percy?” le dice el doctor. “Conseguirse otro enano” le contesta éste, como si fuera fácil primero renunciar a la propia conciencia, y luego encontrar otra.

Al final, el doctor Parnassus tal vez sea quien imagina al señor Nick, porque el diablo naturalmente es producto de la imaginación humana, para la cual resulta una idea irresistible.

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