Friday, April 30, 2010

Furia de Titanes


La Unión Indisoluble

Ricardo Martínez García

La imaginación que el hombre ha puesto en los mitos y las cosmogonías de los pueblos y en las culturas que éstos generaron no tiene límites, pero además algunas de ellas son parecidas o tienen puntos en común entre sí. Por ejemplo, Perseo, el mítico ser de la mitología griega que es mitad humano y mitad divino (pues es hijo de Zeus), tiene un origen parecido al de Jesús de Nazareth, que también nace de una mujer que concibe luego de que el Espíritu Santo (una de las tres personas que componen la Divina Trinidad) se posa sobre ella y la deja preñada.

Es Perseo también un héroe que libera a su pueblo de la opresión de un horrible monstruo llamado Kraken, en la película del director Louis Leterrier Furia de Titanes, (Clash of Titans, 10). Jesús en comparación tiene una misión menos fantástica pero no menos emancipadora: libera al hombre del pecado.

Sam Worthington, luego de dar vida al personaje principal en Avatar, encarna Perseo, el cual presenta en esta nueva versión de Leterrier, que recrea ciertos pasajes de la mitología griega –un tanto alejada de los cánones reconocidos- un valor y un encono en contra de Zeus (Liam Neeson), quien ha castigado a los hombres por su falta de amor y obediencia a través de su hermano Hades (Ralph Fiennes). El resentimiento particular de Perseo es debido a que culpa a los dioses de haber dado muerte a sus padres y hermana.

Los efectos especiales recuerdan otras versiones de cintas heróicas y míticas, como Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille, 56), o la misma Furia de Titanes (Desmond Davies, 81). No es que estén chafas los efectos, sino que hacen un homenaje a esas cintas clásicas.

Luego de que Perseo decide pelear contra la Medusa y luego contra el Kraken, manteniendo su esencia humana, muestra primero su desprecio hacia Zeus su padre, pero luego decide aceptar sus regalos (entre ellos el de la bella Io) y luego se reconcilia con él. El carácter épico y aventurero de la cinta recuerda la historia de Jasón y los Argonautas (tan bien contada por Robert Graves en El Vellocino de Oro) que dan ganas de volver a leer todas esas hermosas historias (y tal vez volver a compararlas con los mitos hebreos).

El mensaje principal pareciera ser que es imposible que el ser humano se desapegue completamente de los dioses, los cuales pueden confabular un rato contra ellos (como le pasó a Job) pero no quieren realmente su eliminación. Como dice el dicho: Dios aprieta pero no ahorca, y así parecen establecerlo diferentes cosmogonías.

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