Wednesday, February 25, 2015

Corazones de Hierro

Papi Guerrero
Héroes de guerra incógnitos.

Ricardo Martínez García

La cinta de David Ayer Corazones de Hierro (Fury, 14) es un ensayo fílmico en el que se intenta retratar la irracionalidad de la Segunda Guerra Mundial, donde la lógica de la sobrevivencia o del exterminio, como en cualquier otra guerra total, es “o los matamos o nos matan”.

El sargento Wardaddy (Brad Pitt) es el comandante de un tanque norteamericano que ingresa a territorio alemán, poco antes de la caída de Berlín, en el cual sus cinco tripulantes hacen todo lo que pueden ante la superioridad de los tanques alemanes. Al parecer solo la determinación de los valientes soldados norteamericanos les hizo posible salir vencedores al final, ante ese formidable enemigo (de ahí, probablemente, el subtítulo en español de la cinta) que solo se rindió ante la evidencia atómica.

Dentro del género de películas bélicas, muchas de ellas se han esforzado en mostrar los horrores de la guerra. La destrucción, las muertes, el exterminio de grupos étnicos, la crueldad, la resignación de matar o morir porque así son las cosas, son mostradas en muchas de ellas, pero pocas aluden a las razones originarias y profundas que condujeron a tales estados de barbarie humana. Claro, su idea no es documentar la historia, denunciar las causas, sino solo recrear el horror.

El director David Ayer (quien estuvo enrolado algunos años en la Marina como operador de radar de un submarino nuclear) muestra en gran medida el drama humano del soldado que se enfrenta a una muerte inminente, o atestigua muertes intencionadamente descarnadas y absurdas, que fueron hechos totalmente reales, aunque esta narración fílmica sea ficticia.


El espectador ve la vívida e intensa recreación escénica (es la magia del cine) de uno de los horrores más terribles que la humanidad ha vivido en su historia reciente, desde la comodidad de su butaca, comiendo palomitas y riendo ante las ocurrencias y desvaríos de un soldado ebrio. El resultado, en la mayoría de los cinéfilos, es la banalización de lo trágico y así el drama se vuelve espectáculo puro. 

Así son las cosas.

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