Ricardo Martínez García
Alan Turing fue un matemático
especialista en lógica, criptología y filosofía. Su vida
transcurrió entre 1912 y 1954 en una Inglaterra con perceptibles
resabios de la vieja moral victoriana y enfrentada a una de sus
peores crisis internacionales, al participar en ambas guerras
mundiales.
Como lógico matemático, Turing
demostró la irresolubilidad del llamado “problema de decisión”,
y que dio paso a lo que se conoce como la “máquina de Turing”.
Por estas y otras importantes aportaciones Turing es conocido como el
precursor de la informática. Tal personaje es el que presenta la
cinta El Código Enigma (The Imitation Game, 14).
Benedict Cumberbatch, el talentoso
actor británico al que hemos visto como Julian Assange (The Fifth
Estate, 13), o como Sherlock Holmes en la serie para la
televisión de la BBC, entre otros trabajos, hace un poderoso y
sensible retrato de Turing, al que se podría muy bien considerar un
verdadero héroe de guerra, sin haber estado en el frente ni haber
disparado una sola bala.
La cinta, dirigida por Morten Tyldum,
inicia la narración en el momento en el que Turing es reclutado por
la Naval británica para una tarea que a la larga definiría en gran
parte el destino como nación de Inglaterra, en esos momentos en
guerra con la Alemania Nazi: el desciframiento de los mensajes en
código que los alemanes enviaban a sus tropas, usando una máquina
llamada Enigma.
En cierto modo soberbio, muy seguro de
sí mismo, el matemático Turing comienza a imponer su modo de
trabajo a un equipo de criptólogos inicialmente renuentes a
ayudarlo, pero al ver su esfuerzo y dedicación, así como la
sospecha de que algo puede funcionar en el desempeño de su máquina,
el equipo termina por apoyarlo. Una observación casual hace que den
con la clave para descifrar los mensajes cifrados alemanes.
El aspecto dramático lo ofrecen
algunos flashbacks, que muestran a Turing sufriendo bullying en la
escuela, y luego perdiendo a su primer amor y compañero adolescente
de la escuela. Lo vemos también comprometiéndose con su colega Joan
Clarke (Keira Knightley) para luego revelarle que no puede casarse
con ella por su homosexualidad, algo que a la postre le impedirá
seguir desarrollando su brillante carrera como teórico de las
matemáticas y la informática, al ser procesado por el gobierno, que
consideraba a la homosexualidad como un delito.
Sin duda una de las mejores cintas del
2014, que mueve a la reflexión sobre la intolerancia ante las
preferencias sexuales de algunas personas que, irónicamente, son o
fueron claves para el futuro de sus naciones.
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