Saturday, November 04, 2006

Arthur Machen

El místico de la imaginación.
Ricardo Martínez García

Escritor de literatura fantástica y de terror, gran defensor del misticismo y del espiritualismo, además de periodista, Arthur Machen marcó una época de auge creativo con una estética decimonónica muy particular, considerada como “decadente y degenerada”, en la que incluían muchos críticos de su tiempo a ilustres personajes como Oscar Wilde, Lord Dunsany y el mismo Machen.
La escritura de este autor, nacido en Gwent, en el sur de Gales, es en sí misma mágica. Destacan sobre todo sus primeros textos, y de entre ellos, El Pueblo Blanco es uno de sus más logrados relatos de ficción de terror. No es un terror que apela a los viejos fantasmas chocarreros que arrastran cadenas, ni a las historias de brujas o hechiceros medievales. Es un terror más cerca de lo desconocido que hay en la naturaleza, tan desconocido que pareciera sobrenatural.
“¿Qué es el pecado?”, esta pequeña cuestión marca el punto de arranque del argumento central de El Pueblo Blanco. La idea es que el pecado es en esencia el deseo de ser algo que la propia naturaleza no permite., ¿Qué sentiríamos si un gato o un perro nos hablaran de pronto, mientras los alimentamos o los acariciamos en la cocina, o en la noche cuando llegamos a casa? Sin duda un espanto sobrecogedor, algo nada que ver con la idea cómica de un burro parlanchín, como el jocoso compañero de Shrek.
Arthur Machen tuvo una infancia solitaria. Nació en Caerleon on Usk, en la provincia de Gwent, en el sur de Gales, en 1863, y fue bautizado como Arthur Llewellyn Jones. Su padre, John Edward Jones (Machen era el apellido de soltera de su madre) era sacerdote anglicano.
La fecunda imaginación de Machen se desarrolló en la infancia. Fue impesionado fuertemente por los hallazgos de algunos arqueólogos en su localidad. Incluso un abuelo suyo había encontrado inscripciones romanas enterradas en la campiña. El dios romano bretaño Nodens, cuyo templo fue desenterrado cerca del Parque Lydney en esa época, aparece en algunos de sus más memorables cuentos de terror.
Luego de publicar de forma anónima su Eleusina, un verso que contaba los misterios Eleusinos y su primera obra, sus padres lo convencieron de seguir una carrera de periodista, al no tener dinero para enviarlo a Oxford, como hubieran deseado. Fue por este motivo que se fue a vivir a la capital.
Londres.
Machen pasó la primera parte de la década de 1880 viviendo en una autoimpuesta soledad dentro de esa vastedad de lo que era el centro del Imperio y al mismo tiempo la ciudad más grande del mundo en aquellos días.
El tipo de horror sobrenatural de sus escritos era considerado demasiado inquietante para la época. Afortunadamente Machen había ganado y heredado lo suficiente para seguir escribiendo sin publicar nada durante la parte final del siglo.
Miembro del Golden Down
Luego de la muerte de su esposa a causa de un cáncer en 1899, Machen se dedicó a vagar por las calles de Londres, sumido en una profunda depresión, como si estuviera en contacto con otros mundos que presagiaban horrores y maravillas, a tal grado que parecía un personaje surgido de su propia obra.
Para ayudarlo a salir de esa crisis, un amigo, A.E. Waite, lo invitó a formar parte de la Orden Hermética del Golden Down (El Amanecer Dorado), el grupo que gustaba de practicar ritos mágicos, al cual también pertenecieron William Buttler Yeats y Aleister Crowley, entre otros.
En 1901 dio un paso que pudo ser considerado desafortunado para un escritor establecido: se unió a un grupo de teatro como un miembro nuevo. La compañía de Frederick Benson ofrecía compañía y esperanza a hombres desconsolados y desdichados y él se unió de modo entusiasta.
Estos eventos le ayudaron a dejar atrás su pasado de aislamiento y soledad y a surgir con una nueva personalidad, de hombre de buen vivir, extrovertido y profundamente mundano.
Un antimaterialista
Reportero especializado en artes y religión del Evening News en 1910, Machen era también conocido como un maestro escitor, ya bien entrados en sus cuarenta. Su influencia lo hizo ser buscado para participar en eventos que se consideraron importantes, tal como el funeral del Capitán Scott, en 1913, quien murió luego de alcanzar el Polo Sur
El diario lo trataba bien pero él considerab su empleo horroroso, odiando esa época por estar a la disposición de otros, y odiando la vulgaridad y trivialidad de lo que conformaban las noticias del periódico. Machen veía como única esperanza de civilización el abandono del materialismo y la vuelta hacia el misticismo. A pesar de ello él trabajó duramente, y en 1914, cuando estalló la guerra, el diario le dio una inesperada notoriedad.
El primer gran encuentro entre los ejércitos británicos y alemanes fue en Mons, Bélgica, el 26 de agosto de ese año, en la que no le fue nada bien a los primeros. Un mes después de la batalla, Machen escribió un texto que publicó el Evening News, en donde describe a arqueros, apareciendo en el cielo, lanzando sus flechas contra los alemanes y provocando su derrota, todo gracias a que un soldado con inútiles conocimientos de latín recordó (invocó) en plena batalla la vieja sentencia: Adsit Anglis Sanctus Georgius (¡Ayuda San Jorge al inglés!).
Machen continuó afirmando que su imaginación era su única fuente, pero otros insistían que incluso si él no lo reconocía así, se le había concedido tener una visión verdadera.
Reconocimiento en América
Machen descubrió repentinamente que era famoso en 1919. Sus historias de la década de 1890 fueron descubiertas por una generación de jóvenes norteamericanos. La fiebre americana por las obras de Machen cruzó el Atlántico y los primeros años de la década de los veintes vieron publicaciones tanto en los Estados Unidos como en la Gran Bretaña, de obra autobiográfica y de primeros cuentos.
Su nombre se volvió familiar. Pero no tenía el mismo tipo de popularidad en los dos países: en los Estados Unidos era admirado por ciertos sectores académicos que lo veían como un fenómeno de vanguardia y otros incluso como un medieval. En la Gran Bretaña, de manera opuesta, los académicos y vanguardistas habían adoptado un modernismo literario cuyos intereses no tenían lugar para las obras de fantasía de Machen, las cuales con frecuencia eran menospreciadas. Los seguidores de Machen en Gran Bretaña casi siempre eran antimaterialistas, y su obra frecuentemente era admirada más por las causas defendidas que por su calidad literaria.
Machen no escribió mucho después de la segunda mitad de los años 30, y se retiró con su esposa a una existencia tranquila en Amersham, Buckinghamshire. Murió en 1947, poco después que su esposa.

Este texto se publicó el lunes 26 de Septiembre del 2005 en la sección “El Ángel Exterminador”, de Milenio Diario

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