Ricardo Martínez García
Para que una película de terror funcione necesita ser creíble pero a la vez estar fuera de toda lógica natural. Cuando el argumento de una película se basa en mitos o leyendas se enfrenta a la difícil tarea de hacer verosímil lo que presenta en escena pero a la vez sorprender al espectador con algo completamente inesperado y sobrenatural.
En la cuarta cinta del director y guionista español Nacho Cerdà, The abandoned, (Los Habitantes) se agradece que ubique su historia en algún remoto lugar de la campiña rusa, sacando la escenificación del recurrente ambiente japonés o hollywoodense de las nuevas películas de terror, obteniendo así un refrescante resultado visual.
Pero más interesante es que su argumento recurra al viejo mito del doble, mito que surge en diversas culturas que sostiene la creencia de que cada individuo tiene un doble y que si éste llega a encontrarse cara a cara con su doble entonces muere inexorablemente.
Desafortunadamente, en el tejido de la historia Cerdà no logra amarrar bien algunos hilos argumentales. No se entiende cómo unos hermanos mellizos –protagonistas de la cinta- que sobreviven en su tierna infancia al ataque de su enloquecido padre, de pronto se encuentran con que han heredado la casa familiar, cada uno enterándose por su cuenta y sin saber de la existencia del otro, a más de cuarenta años de su nacimiento.
Los hermanos se reúnen por vez primera en la desvencijada y olvidada casa, luego de extrañas peripecias, como las que vive Marie (Anastasia Hille) quien recibe las escrituras de la propiedad heredada de manos de un notario-encarnación de su padre, y luego realiza un viaje hacia lo desconocido (como un Jonathan Harker camino al castillo de Drácula) en medio de la noche y acompañada de un extraño y desconfiable hombre que desaparece nada más llegar a la casa, con varias escenas de sobresalto, y ella y su hermano se topan con sus dobles zombies a quienes Marie es incapaz de reconocer (tal vez por haber sido educada en el pragmático Estados Unidos y por ello carente de cierta imaginación) preguntando inútilmente “qué son esas cosas”, no así Boris (Karen Roden), quien permaneció en Rusia y que aparentemente está al tanto de las leyendas que se cuentan sobre los dobles.
La aparición de estos dobles –que presentan rastros de las causas de su “muerte”: la palidez de la asfixia en el de Marie y las heridas de mordeduras de cerdo en todo el cuerpo en Boris- le da una vuelta de tuerca a la historia. Los eventos terroríficos parecen mostrar que los mellizos han desarrollado sus vidas a pesar de que debieron morir a manos de su padre.
En una escena que recuerda algunas cosas ya vistas en The Grudge, del japonés Takashi Shimizu, los hermanos atestiguan una representación del asesinato de su madre y el intento de hacer lo mismo con ellos por parte del desquiciado progenitor. Esos hechos han dejado su energía negativa en la casa, la cual representa nuevamente las escenas justo en el cumpleaños de Boris y Marie.
En el mejor momento de la cinta, los abandonados son los hermanos que como fantasmas vagabundos están condenados a repetir las circunstancias de su ¿frustrada? muerte, atestiguándolas y reviviéndolas, donde se confunde el presente con el pasado próximo, como esa escena en la que Marie vuelve a ver al notario que es la encarnación de su padre, y toma conciencia de la trampa cíclica en la que ha caído cuando se ve a sí misma llegar al edificio donde se entrevistará con ese mismo notario para arreglar los papeles de la propiedad heredada. La desesperación del momento es culminante, claustrofóbica: ¿Cómo le hará Marie para evitar su destino manifiesto, es decir convertirse en su doble zombificado?
Y es ahí donde encuentra su debilidad más grande la cinta: en la presentación de esos zombies, que independientemente del maquillaje, representan la parte más visible del parentesco de la película de Cerdà con el cine de John Carpenter, es decir del horror con muchos litros de sangre y cadáveres vivientes.
Apenas su cuarto trabajo en la dirección en diecisiete años (no le ha sido tan fácil conseguir financiamiento para sus películas) a Nacho Cerdà, de acuerdo con lo que señala en su blog, lo ha estado promoviendo este año el mexicano Guillermo Del Toro, que incluso le ha asegurado desear producir alguna vez una de sus cintas.
En la medida en que se aleja del mundanal ruido de las cintas comerciales elaboradas en California, y que siga recurriendo a ambientaciones alternas mejorando un poco sus argumentos, veremos cada vez mejor cine de terror de manufactura ibérica.
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